Introducción: Japón tras las bombas

Agosto de 1945 marcó un antes y un después en la historia de la humanidad. Las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki no solo pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico, sino que también marcaron el inicio de una transformación profunda del alma japonesa. Derrotado, humillado y ocupado por fuerzas extranjeras por primera vez en su historia, el Japón imperial fue sometido a un proceso de reconfiguración política, económica y cultural liderado por Estados Unidos.

En este contexto de ocupación, el gobierno estadounidense encargó a la antropóloga Ruth Benedict un estudio para comprender la estructura moral y cultural del pueblo japonés. Su obra, «El crisantemo y la espada», se convirtió en una referencia indispensable para entender a una sociedad que parecía funcionar bajo una lógica completamente ajena a la occidental.

El alma japonesa: on, giri y la ética del deber

Benedict identificó una característica esencial de la cultura japonesa: su ética del deber y la honra social, centrada en conceptos como on (obligación de gratitud) y giri (deber social). A diferencia de la moral judeocristiana basada en la culpa interna, en Japón predominaba una ética de la vergüenza, donde el comportamiento correcto está determinado por las expectativas del entorno.

Esto generaba una sociedad extremadamente jerárquica, cohesionada y disciplinada. El crisantemo simbolizaba la belleza, el refinamiento, la armonía estética; la espada, la obediencia, la fuerza, el sacrificio. Ambos coexistían en una tensión constante, representando los extremos de la cultura japonesa: la sensibilidad y la violencia, la sumisión y el honor.

Este modelo se gestó mucho antes del contacto con Occidente. El Japón precolonial —aislado durante más de dos siglos por el sakoku (política de cierre)— desarrolló un sistema de valores profundamente conservador, sostenido por el confucianismo, el budismo zen y la lealtad feudal.

El pragmatismo americano y el choque cultural

Frente a esta lógica japonesa, Estados Unidos representaba una cultura diametralmente opuesta: la del pragmatismo. Esta corriente filosófica, liderada por pensadores como William James y John Dewey, sostenía que la verdad debía medirse por sus consecuencias prácticas. Lo útil es lo verdadero.

Este pensamiento se reflejaba en la política exterior estadounidense: una visión instrumental del mundo, donde las ideologías eran herramientas y los valores podían adaptarse si conducían a resultados beneficiosos. El pragmatismo convirtió a EE. UU. en una potencia dinámica, pero también en una fuerza muchas veces ciega a las complejidades culturales de los pueblos que intentaba transformar o dominar.

Cinco rebeliones contra el Imperio Británico: lecciones ignoradas

Antes que Estados Unidos, el Imperio Británico también enfrentó resistencias por su visión colonizadora. A lo largo del siglo XIX y XX, numerosos pueblos se rebelaron contra la imposición de un modelo ajeno. Cinco ejemplos destacan por su alcance y consecuencias:

1. India, 1857: El Motín de los Cipayos marcó el inicio del nacionalismo indio y el fin del gobierno de la Compañía Británica.

2. Estados Unidos, 1775: Las colonias británicas en América del Norte se rebelaron contra los impuestos sin representación.

3. Kenia, 1952: La rebelión Mau Mau mostró la brutalidad de la dominación colonial y aceleró la independencia.

4. Irlanda, 1916: El Levantamiento de Pascua encendió la llama de la independencia irlandesa.

5. Sudáfrica, 1899: La Guerra de los Bóeres evidenció la resistencia frente a un imperio obsesionado con el control geoestratégico.

Estas rebeliones comparten un hilo conductor: el fracaso de imponer un modelo civilizatorio desde fuera.

La Doctrina Truman y sus fracasos militares

Tras la Segunda Guerra Mundial, la Doctrina Truman estableció el principio de contención del comunismo, legitimando la injerencia estadounidense en múltiples conflictos globales. Sin embargo, este intervencionismo fue ampliamente fallido:

– Vietnam: EE. UU. fue derrotado por una guerrilla nacionalista-comunista.

– Corea: La guerra terminó en un armisticio.

– Irak: La invasión de 2003 desestabilizó la región.

– Afganistán: Tras 20 años de ocupación, los talibanes retomaron el poder.

Todos estos casos revelan el error de aplicar un modelo ideológico sin comprender las realidades locales.

China y el modelo de securitización comercial

Mientras tanto, China ha aprendido de los errores americanos. En lugar de injerencias políticas o intervenciones militares, Pekín ha desarrollado un modelo de expansión basado en la securitización comercial. Su iniciativa de la Franja y la Ruta ha conectado infraestructuras en más de 70 países, sin exigir cambios ideológicos ni militares.

Este modelo de “poder blando económico” permite a China asegurar recursos, crear dependencia financiera y expandir su influencia sin recurrir al uso de la fuerza.

Conclusión: aranceles, crisis y la expansión del modelo chino

En este nuevo orden mundial, la respuesta occidental ha sido torpe: aranceles, guerras comerciales y proteccionismo. Pero estas medidas solo aceleran el proceso que intentan frenar. Al cerrar sus mercados, Estados Unidos empuja a otros países hacia China.

Como en “El crisantemo y la espada”, el choque entre civilizaciones no es solo militar o económico: es ético, cultural y filosófico. Y mientras Occidente insiste en imponer modelos, Oriente avanza tejiendo redes. En ese contraste, el mundo asiste al lento pero firme ascenso de un nuevo paradigma global.

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Escritor sevillano finalista del premio Azorín 2014. Ha publicado en diferentes revistas como Culturamas, Eñe, Visor, etc. Sus libros son: 'La invención de los gigantes' (Bucéfalo 2016); 'Literatura tridimensional' (Adarve 2018); 'Sócrates no vino a España' (Samarcanda 2018); 'La república del fin del mundo' (Tandaia 2018) y 'La bodeguita de Hemingway'.

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