Aquella linda mañana en lo más recóndito de la selva de un país tropical de cuyo nombre no quiero acordarme, un pequeño hombrecito demacrado y con las ropas ajadas apareció medio muerte frente al mercenario que, fusil de asalto en ristre, vigilaba una enorme plantación de marihuana.

__¡El ejército de liberación nacional me robó todo mi dinero y me abandonó en mitad de la selva!

__¡Cálmese! –replicó el mercenario.

__¿Quién es usted?

__Me llamo Indiana Jones.

__Cuénteme, lo le ha pasado…

__Eran soldados del Estado, si así es la autoridad de este país que podemos esperar del crimen organizado…

__Debería marchase de aquí puesto que a mí pagan para que nadie conozca el lugar exacto de esta plantación. Debe ser el karma el le ha hecho encontrarse conmigo. Le diré algo: si sigue varios kilómetros en dirección al Sur, llegará a un bonito pueblo que tiene una hermosa playa y está lleno de hermosas mujeres. Creo que necesita un descanso.

__¡Quiero una pistola, una bomba, quiero hacer la Justicia de Dios!

__Tienes suerte de haber dado conmigo. No en vano yo  en mis ratos libres y en algunas horas hurtadas al sueño me dedique a estudiar las ideas de Confuncio, Mozi y Mencio.  Quizá por eso ahora tenga los conocimientos requeridos para darle una explicación racional de lo que ha sucedido en lugar de un golpe seco con la culata de mi fusil en su cabeza.

__Usted estaba en un lugar prohibido. Esta selva es territorio militar y está infectada de plantaciones ocultas de coca. ¿Qué está haciendo aquí?

__Soy arqueólogo. Busco un antiguo tesoro perdido.

__Pero no tiene ningún permiso oficial para estar aquí.

__No. Eso es cierto. Pero lo que estoy buscando merece el riesgo…

__Creo que le han aplicado la doctrina confuciana del Justo Medio.

__¿Eso que es?

__Matarle sería excesivo, dejarle impune un mal precedente, robarle ha sido lo más justo desde su punto de vista.

__¡Todo eso suena a una enorme patraña!

__Así es la burocracia en este alocado país.

__Pues yo quiero venganza, necesito una pistola, para aplicar la Justicia de Dios.

__No. Lo que usted necesita es leer a Mozi. Mozi se adelantó a lo que los psicólogos modernos llaman el “estado agéntico” y promulgó una doctrina del amor universal: en otras palabras, la Justicia de Dios de la que usted habla, se parece más al amor que a la venganza… es la Justicia que se aplica en los pequeños lugares donde todo el mundo se conoce y se toman las decesiones con la mayor indulgencia y lo más piadosamente posible.  La burocracia de los grandes Estados busca más mantener el orden y la armonía que una Justicia real. Tal vez por eso sus funcionarios dejan de pensar con el corazón y lo hacen con la cabeza. Pero hay que comprender ambos lados de la moneda. La organización estatal también reporta muchos beneficios que la vida en los pequeños lugares independientes no puede ofrecer.

__¡Le digo que quiero venganza!

__Esta mañana por la carretera han pasado varios camiones llenos de soldados nazis. Creo que debería olvidar su sentido de la venganza y preocuparse de que no le encuentren esos nazis que le andan buscando.

__Me buscan porque he encontrado lo que ellos andan buscando.

__¿Qué si puede saberse?

__Un arma divina.

__¿Qué arma?

__El arca de la alianza.

__Cada vez entiendo menos lo que usted dice. ¿Los nazis no son antisemitas? ¿Qué hacen persiguiendo un viejo mito judío?

__Porque es un arma.

__¿Un arma?

__Sí, el arca de la alianza ahora soy yo, porque encarno el fanatismo y el odio presuntamente divino para defender a un pueblo elegido.

__De eso nada. Ya se lo he explicado lo suyo no tiene nada de divino. Es un odio parcial contra un sistema imperfecto. Usted no sería un arma divina sino una quijotesca cruzada individual.

__¿Entonces usted ha visto lo que hay dentro del arca de la alianza?

__No merece la pena perder más tiempo con esto. Váyase a la playa y pida un buen plato de pescado. Seguramente ese estaría vacía, porque como ya le he explicado varias veces, Dios no podría nunca entregar a un sólo pueblo algo que es mucho más parecido al amor universal.

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Escritor sevillano finalista del premio Azorín 2014. Ha publicado en diferentes revistas como Culturamas, Eñe, Visor, etc. Sus libros son: 'La invención de los gigantes' (Bucéfalo 2016); 'Literatura tridimensional' (Adarve 2018); 'Sócrates no vino a España' (Samarcanda 2018); 'La república del fin del mundo' (Tandaia 2018) y 'La bodeguita de Hemingway'.

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