Tuve un sueño que sucedía en un país imaginario de cuyo nombre no quiero acordarme. En dicha nación, las autoridades que velaban por la competencia, en base a la nula rentabilidad que ofrecían por sus ahorros a sus clientes, instaron a la Policía para que investigara la posible creación de un cártel o lo que es lo mismo, un posible acuerdo entre las empresas de un mismo sector. En efecto, dichas pesquisas llevaron a la detección por temas menores de dos altos cargos de diferentes entidades bancarias. Los detectives de forma astuta, después de hacerlos pasar varias horas entre rejas, interrogaron de manera independiente a ambos directivos.

BANQUERO DOS

CONFIESA                                                NO CONFIESA

CONFIESA                                         3       3                                                           2      5

BANQUERO UNO

NO CONFIESA                                 5        2                                                            0      0

Debido a que no tenían pruebas irrefutables de la constitución de dicho cártel, de haber permanecido ambos en la actitud firme de no confesar, sin duda el juez habría archivado el caso por falta de pruebas. Sin embargo, la casualidad quiso que ambos banqueros hubieran cenado la noche anterior y en dicha cena, el banquero dos le confesó al banquero uno su simpatía por Pessoa y su gran admiración por el anarquismo individual de su cuento, el banquero anarquista. En otras palabras, aunque en realidad no había ningún acuerdo objetivo para pactar los intereses que ofrecían a sus clientes por sus ahorros, como en práctica la competencia no se producía de forma efectiva, y como su compañero le confesó que odiaba la tiranía de los bancos, y viendo que tal vez por eso iba a confesar que en realidad existía un acuerdo contra sus propios clientes, entre los bancos… el banquero dos decidió confesar con premura dicho delito él también, para alcanzar el equilibrio de Nash y obtener solo tres años de condena. Sin embargo le cayeron solo dos años. En efecto, debería haber leído el cuento, puesto que el banquero que tenía simpatía por Pessoa (condenado a 5 años) nunca confesó, porque a pesar de su anarquismo teórico, en la práctica se sentía tan inocente y separado de los ahorradores como cualquier otro banquero de aquel país imaginario.

Escritor sevillano finalista del premio Azorín 2014. Ha publicado en diferentes revistas como Culturamas, Eñe, Visor, etc. Sus libros son: 'La invención de los gigantes' (Bucéfalo 2016); 'Literatura tridimensional' (Adarve 2018); 'Sócrates no vino a España' (Samarcanda 2018); 'La república del fin del mundo' (Tandaia 2018) y 'La bodeguita de Hemingway'.

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