La ciudadanía tiene muy claro cómo es el caramelo de Eurovegas. Se encuentra envuelto por voces políticas que pretenden venderlo de la misma forma en que lo hacían los feriantes de pueblo hace siglos.  Se ofrece el proyecto como la solución milagrosa al paro, el ungüento perfecto para conseguir la riqueza eterna a quien lo albergue. Por dentro la opinión pública sabe perfectamente, qué es lo que puede ofrecer, y es tan simple como resumirlo en: juegos, conductas que traspasan el margen de las leyes, mafias, tráfico ilegal de….cualquier cosa que puedas imaginar, prostitución y turismo de alcohol. Nada bueno puedo aportar un macro-burdel con luces de neón que llamarían la atención de un astronauta.

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Ilustra Evelio Gómez.

Ya no es perversa e indigna la propuesta que se ofrece como una limosna a un país, que según los inversores americanos, es tercermundista, es una falta total de respeto a los ciudadanos que cumplen unas leyes a rajatabla para que luego, dichas leyes puedan ser adaptadas a las necesidades de un millonario que nos viene a rescatar de la miseria.

Sólo hace pensar que el ferviente apoyo a Eurovegas, de la clase política que gobierna Madrid y Catalunya, satisface únicamente sus propios intereses, y necesidades para que ellos mismos y sus estirpes, se conviertan en millonarios durante generaciones como lo es Sheldon Adelson, probablemente el catetismo de nuestros políticos aspira a la clase moral y ética del magnate americano. Es lógico que los ciudadanos mal fíen de quienes administran su dinero si éstos ven con indulgencia la construcción de un macro burdel, como importante base de sustento de una economía.

Esperanza Aguirre, la presidenta de la comunidad de Madrid, es una política de extrema derecha, capitalista hasta la médula y con un concepto del bienestar social propio de los señores feudales.  Su política no tiene capacidad para encontrar soluciones más que la via fácil, por lo tanto, no es de extrañar que despliegue una alfombra roja a la llegada de Sheldon y que esté dispuesta a cambiar leyes a gusto del magnate.

Los mismo sucede con el otro reverso de la moneda: Artur Mas, supuesto hombre enjuiciado, templado, elegante en su proceder y con un aparente despegue de la forma de pensar de la política española, le ha faltado tiempo para vender la tierra de todos los catalanes a un multimillonario de dudable reputación. Esta sumisión nada tiene que ver con lo esperado por el gobierno catalán, pero demuestra que son la misma moneda. No hay diferencia alguna.

Todo sea para que el americano sea recibido con alegría. No son conscientes que a parte de degradar la imagen de un país que tanto dicen querer, y de proclamarse nacionalistas cada uno en su forma y manera, también destruyen su propia imagen, así como su categoría politica, propia de épocas pasadas, imagen de la España más profunda.

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