Dentro de dos años se conmemorará el primer siglo del acontecimiento más importante protagonizado por, prácticamente el conjunto de la clase trabajadora barcelonesa cuyos resultados tuvieron repercusión en el resto de España, La Vaga Canadenca de 1919 (Huelga Canadiense de 1919). Con la implicación del sindicato CNT, este evento obtuvo uno de los mayores éxitos del movimiento obrero español; la jornada de ocho horas, entre otros derechos laborales dignos.

Marcó el detonante con fecha, dos de febrero, el despido de ocho trabajadores de la empresa barcelonesa, Eléctrica Canadiense, afiliados a la CNT, al declarse en huelga cuando la empresa rebajó el sueldo a sus empleados al pasar de temporales a fijos. Apoyados por este sindicato, la solidaridad de sus compañeros añadiéndose a la lucha no tardó en contagiar al conjunto de trabajadores del resto de empresas del sector eléctrico así como a los de agua y gas.

Daniel Sánchez y Oriol Clusells

El veintiúno de febrero, la ciudad de Barcelona se paraliza por la inactividad del 70% de su industria. Y, a pesar de los movimientos represivos de los poderes fácticos de la época- ante el temor de que otros sindicatos como UGT se unieran a la movilización promovida por la CGT o, más grave, que otras regiones españolas se sumaran a este tipo de iniciativas de lucha obrera- cedieron a las peticiones. Resultados de la lucha: readmisión de todos los huelguistas, jornada de ocho horas, pago de la mitad del mes de huelga y, por supuesto, reconocimiento de los sindicatos.

Paradógicamente y de vuelta al siglo XXI, en su última visita a España con motivo de la última Gala de Los Goya, Ken Loach- director cinematográfico destacado por poner voz a los trabajadores a través de sus películas- hizo alusión a la eterna lucha de la clase trabajadora en una entrevista concedida a diario Público: «El problema siempre ha sido el no tener confianza en la fuerza de la clase trabajadora. Que los que lideran la lucha obrera no han entendido suficientemente bien las teorías políticas y siempre se les ha podido comprar». ¿Se podría aplicar esta teoría actualmente en España? Es cierto que, recién estrenada la democracia (finales de los setenta y a lo largo de los ochenta), ante la situación de precariedad e injusticia laboral heredada del franquismo, resurgió ese espíritu de lucha abanderada por «todos» los sindicatos, una vez recuperada su voz. Incluso confluyeron en sinergia trabajadores y estudiantes unidos en la lucha por la mejora en sus respectivas reivindicaciones. Y no hay duda de que lo consiguieron ampliamente. Sin embargo, de un tiempo a esta parte (sobre todo en la última década) todo indica que la crisis y la nefasta reforma laboral impuesta por el actual y no menos nefasto Gobierno, se ha unido la falta de consenso entre sindicatos que, en conjunto, ha dejado prácticamente paralizada la reacción de la clase obrera ante el sistemático pisoteo de sus derechos. Quizás esa falta de consenso sindical vuelve a restar volúmen a su voz como representantes de los trabajadores… quizás tengamos que darle la razón al cineasta. Por fortuna, dentro de esta vorágine de pasividad, es posible que todavía persista algún que otro resquicio de esperanza a través de algunos sindicatos, quizás minoritarios en número de afiliados pero grandes en materia de principios, esos que no se dejan acallar ni comprar… esos que no firman convenios colectivos que atentan contra los derechos laborales básicos. Topamos con uno de ellos, la CGT (Confederación General del Trabajo). Entramos en materia.

Asesorados por dos de sus enlaces sindicales a la vez que trabajadores en el sector, Daniel Sánchez y Oriol Clusells (ambos rondan la treintena y llevan una media de diez años trabajando en el departamento de Movistar) nos ocupamos de analizar el actual conflicto que atraviesa el colectivo de los teleoperadores desde que se firmó el primer convenio… y van cinco. La problemática laboral que padecen esos operadores telefónicos a los que recurrimos para obtener información en infinidad de consultas; telefonía, empresas con las que tienen que ver nuestras facturas de final de mes, sanidad, administraciones públicas, etc. También los que nos llaman a horas intempestivas obligados por sus empresas para ofrecernos ofertas y que, no siempre, tratamos con la sensibilidad o atención adecuada que merecen por el solo hecho de respetar el trabajo que desempeñan. Hablamos de uno de los gremios que sufre las peores condiciones laborales a nivel de salarios, paralelamente al strees y la ansiedad que les produce asistir a su puesto de trabajo con jornadas interminables, continuos cambios de departamentos, falta de reconocimiento profesional y continuas presiones durante su tiempo de actividad laboral. Globalmente el sector se denomina Contact Center (antes Telemarketing). Consultado el cambio de nombre, no ha quedado muy claro. Quizás obedezca a razones de marketing. El último convenio colectivo fue firmado por CC.OO. y UGT con la patronal ACCE ( Asociación Contac Center Española) en 2010 con expiración en 2014. CGT se desvinculó de la firma al considerar que dicho acuerdo sólo supone la continuidad de la explotación y la exclavitud laboral del sector. Desde su expiración el convenio se retroalimenta de la Claúsula de Ultraactividad, una especie de bisagra que lo mantiene vigente hasta su hipotética renovación. Y por su modificación, el sindicato CGT lucha en solitario desde hace más de dos años sin haber obtenido avance alguno, a pesar de sus reiteradas movilizaciones en las principales ciudades españolas a lo largo de ese periodo.

DANIEL. CGT no ha firmado ninguno de los cinco convenios colectivos porque consideramos que necesitan mejoras, como la profesionalización del sector . Nuestra lucha se remonta a los primeros convenios que firmaron CC.OO y UGT a los que siempre aportamos plataformas (36 folios) que ampliaran y mejoraran las condiciones laborales. No es admisible que llevemos más de dos años de negociación sin avance alguno porque, simplemente, la patronal quiere ganar más dinero a costa de recortarnos el salario y no respetar derechos laborales en un sector que, de por sí, ya es muy precario «.

ORIOL. El primer convenio arranca en 1991 pero el formato, la estructura del texto no ha cambiado de manera sustancial. Se han hecho pequeñas correcciones pero la base es la misma. Nosotros pensamos que hay dos artículos enteros que se han de excluir el 17 que permite el despido gratis y el 18 que no se adecúa a lo que recoge el Estatuto de los Trabajadores ni a la legislación europea.

El artículo 17 del actual convenio es suficientemente explícito: «Podrá extinguir el contrato de obra o servicio determinado en aquellos supuestos en que, por disminución real del volúmen de la obra o servicio contratado, resulte innecesario el número de trabajadores contratados para la ejecución de la obra o servicio proporcional a la disminución del volumen de la obra o servicio». Directamente se van a la calle. No ha comentarios.

El artículo 18 especifica: Cuando finalice la campaña o servicio contratado como consecuencia de la extinción del contrato mercantil que la fundamentaba y la empresa principal volviera a sacar concurso, otra de las características similares o semejantes a la finalizada, la empresa contratista de Contact Center, si fuera distinta a aquella que tuvo adjudicada la anterior campaña o servicio, vendrá obligada a: 1.-Incorporar a todo el personal de la plantilla correspondiente a la campaña o servicio finalizado, al proceso de selección para la formación de la nueva plantilla.

DANIEL. Un ejemplo muy concreto. Alguien que trabaje en un hospital público, en el sector de limpieza, por ej. Da igual el paso de diferentes empresas que concurran a concurso y se queden con ese permiso, esa persona siempre conservará su puesto de trabajo, lo tiene garantizado. En telemarketing no es así, aunque nuestros servicios sean contratados por la misma Generalitat o cualquier administración del Estado español. La empresa no contrata a jornada completa sino a tiempo parcial (entre 4 y 6 horas) por obra y servicio. Al final acabas trabajando 10 horas en dos sitios diferentes que, de cara a Hacienda se interpreta como pluriempleo, y aún así no llegas a un sueldo digno. No llegamos ni a mileuristas. La contratación se realiza por ETT y de una semana a otra te pueden cambiar el horario, hacer jornadas de hasta once días de trabajo seguidas sin descanso o jornadas de once horas continuadas. Con lo cual, apenas te queda margen para la conciliación familiar o realizar estudios. Encima, la patronal todavía se vanagloria de hacer una labor social dando trabajo a estudiantes y a mujeres que están en exclusión social cuando lo que está haciendo es todo lo contrario.

ORIOL. El convenio establece una jornada laboral de 39 horas pero en casos excepcionales. Pertenecen a contratos antiguos, de la gente que lleva más tiempo en la empresa y que en su momento la necesitaban. Yo, por ejemplo, hago sólo 30 horas. Lo que las empresas pretenden, y así lo exponen en la mesa de negociación, es reunir mayor número de personal en activo en las horas donde se concentran más curvas de llamadas. Eso podría ser entre las 6:00 y las 20:00 horas. Pero claro, de 8 a 10 ya no interesa mantener a ese personal. Aunque de 10 a 12 lo volverá a necesitar. Eso es incompatible con la vida normal de cualquier persona. La patronal debería ser consciente de ello y ofrecer una jornada completa a quien lo pida y aprovechar el tiempo de menos actividad telefónica en formación y gestiones.

El sector de teleoperadores abarca unos 100.000 empleados en España, de los cuales el 75% son mujeres. 30.000 mil están subcontratados por las compañías telefónicas, 10.000 por bancos, 3.500 por empresas comerciales y 4.000 por la Administración Pública. Como nos avanzaban Dani y Oriol, la mayoría de los trabajadores son eventuales y el 70% con contrato de jornada parcial. Otra de las bases importantes del conflicto radica en los bajos salarios (no llegan a 700 euros). Unas condiciones sensiblemente mejoradas en otras empresas por hacer lo mismo y no sólo a nivel económico. El alto voltaje de la presión a que se ve sometido este colectivo durante su actividad laboral deriva tanto en la baja calidad de la producción como en un considerable porcentaje de bajas laborales por ansiedad y estrés.

DANIEL. Muchos servicios se pagan por llamadas cogidas. Es decir; cada llamada atendida supone la facturación que pasa por productos vendidos. Y cada una de ellas tiene un tiempo límite de atención, sin pausa auditiva, para poder coger el máximo de llamadas. Entonces ¿dónde queda la calidad?. Aparte, nos pueden grabar en cualquier momento (otra medida de presión). Ellos nos dicen: «yo no te obligo a vender, te obligo a ofrecer». Yo trabajo en el departamento de bajas. Me puede llamar un familiar de un cliente que ha fallecido o alguien que se va al extranjero. Yo no puedo ofrecer nada a esa persona en tales circunstancias pero la obligación está ahí. Y al final, eso te produce un malestar a la hora de trabajar, no sentirte cómodo. Nuestro trabajo debería radicar más bien, en conseguir que un cliente que llame enfadado, al acabar la llamada ya no lo estuviera.

ORIOL. En realidad, la labor de un teleoperador -a lo que deberíamos limitarnos en nuestro trabajo- es muy protocolario: Ejemplo: «¿Dígame, en qué le puedo ayudar?/Reclamar una factura/ Le paso con el departamento de reclamaciones». Pero no es así, lo hacemos todo. Y es lo que quieren las empresas que lo hagamos todo, sin formación y sin los recursos necesarios. Y aquí entra el tema de las categorías. El primer año eres teleoperador, el segundo año especialista y el tercero gestor telefónico que supone un plus de 60 euros. Pero es tan ambigüo que siempre tenemos que ir a juicio porque las empresas no lo quieren aplicar. No está estipulado como tal. Una persona con la antigüedad de 10 años que se marche a otra empresa del mismo sector pierde la categoría y ha de empezar de cero.

Por todo ello y como apuntábamos, el sector de los teleoperadores lleva años luchando a través de la CGT (sin consenso con el resto de sindicatos) por la modificación de ese convenio colectivo. Especialmente por la derogación de los citados artículos 17 y 18 cuya denuncia elevaron también hace varios años al Parlamento Europeo a través de Podemos, alegando la precariedad del sector y que obtuvo una respuesta rotunda por parte de los eurodiputados: acusaron a la patronal de abuso en materia de contratación laboral. Aunque todo apunta a que la patronal no se ha dado por aludida. Cabían esperanzas de cambio a raíz de la reciente reunión con ACCE pero, por lo visto, no sólo no fraguaron sino que el conflicto ha ido a peor.

DANIEL. Tras la última propuesta de la patronal y de cómo fue la reunión, entendemos que el único camino que queda es el de la movilización. Sobretodo, porque ahora estamos en un momento en el que se nos está escuchando, incluso estamos llegando a la prensa. Por otro lado, cada vez la gente es más consciente de que cuando llama a esos números de teléfono no les está atendiendo el jefe de Moviestar precisamante. Y entiende que hay precariedad laboral, una precariedad sistemática que ni se intenta erradicar. Eso también nos tiene que ayudar para tomar conciencia en el sector y emprender una lucha que cada vez vaya a más hasta que la patronal realmente se quiera sentar y negociar un convenio que acabe con esta situación.

Cerramos este artículo con una buena noticia de última hora para el colectivo. La Audiencia Nacional anula la Modificación Sustancial de las Condiciones de Trabajo (MSCT) perpretado por Atento (departamento de Movistar) contra más de mil trabajadoras de Movistar Gran Público. Con esta sentencia, las afectadas recuperan sus condiciones en materia de horarios, pluses y libranzas. La sentencia recoge que, «en los casos de modificaciones a trabajadoras con guarda legal o víctimas de violencia de género, la empresa no negoció de buena fe y ha vulnerado el derecho a la igualdad y a la no discriminación por razón de sexo». Suficientemente significativo ¿no? CGT interpreta esta sentencia como una prueba más de que la lucha es necesaria y da sus frutos. La lucha sirve.

Redactora en Revista Rambla | Otros artículos del autor

Periodista especializada en música, cultura y sociedad.

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