Al frente del legado humanitario que dejó su marido Vicente Ferrer, a Anna Ferrer (Essex, 1947) le queda un enorme reto por afrontar en India: continuar con la lucha contra la extrema pobreza. Como casi todas las oenegés, no es ajena a los recortes de la ayuda al desarrollo por parte de las administraciones públicas españolas, aunque eso no ha impedido a la Fundación Vicente Ferrer ampliar su área de actuación y empezar con nuevos proyectos como la lucha contra la violencia de género.

Su historia es la de una joven periodista a quien un día le tocó entrevistar a Vicente Ferrer. ¿Cómo acaba en la India y capitaneando un proyecto así?

El destino. Yo creo en el destino. Podría haber hecho cualquier trabajo e ido a cualquier país, pero la providencia siempre me puso en el camino de Vicente Ferrer. Estuvimos juntos desde el día en que fui a entrevistarlo hace 42 años.

La Fundación trabaja con mujeres intocables. ¿Cómo se consigue su integración en la sociedad y que tengan autonomía del hombre?

La India es todavía una sociedad patriarcal en la que existe mucha discriminación hacia las mujeres. Hay malos tratos y las dotes causan multitud de problemas, ya que, incluso después de la boda, el marido y su familia siguen pidiendo dinero, lo que provoca que muchas mujeres se suiciden por desesperación. En nuestra zona han mejorado muchísimo. Antes no salían de casa y no estaban escolarizadas. No podían utilizar su propio dinero. Ahora tienen confianza, cuenta bancaria, pequeños negocios y conocimientos de cómo cuidar a la familia. Con la violencia de género, la Fundación, aún tiene mucho trabajo que hacer.

¿Cómo lo han conseguido?

Las mujeres tienen mucha capacidad. Cada una cuida, como mínimo, de diez miembros de la familia. Son buenas gerentes por naturaleza y no tienen dificultad para llevar un negocio. Lo hacen mejor y luego invierten lo que ganan en la familia. Por eso los gobiernos y las oenegés prefieren poner en práctica sus proyectos económicos con mujeres. Los hombres tienen otras preocupaciones

¿Cómo se ha llegado a esta situación de desigualdad  y qué podemos hacer para corregirla?

A mi parecer,  la única posibilidad de cambiar la situación es controlar y acabar con la corrupción y la mala administración.  La mayoría de los programas sociales del gobierno indio están comprometidos por la corrupción.  Ese debería ser el primer paso.

Es fundamental  tomar una serie de decisiones para paliar estas desigualdades: fortalecer los sistemas de protección social, mejorar la preparación para emergencias, la inversión en el desarrollo sostenible a pequeña escala en la agricultura, mejorar las oportunidades de sustento, tanto para los pobres rurales, como para los urbanos, y fortalecer la prestación de servicios básicos tales como la educación, la salud y el saneamiento. Sólo así conseguiremos acercarnos cada vez más a los países tradicionalmente desarrollados. A pesar de que en  muchos de ellos y debido a la crisis, también tienen grandes asignaturas pendientes.

¿Cuáles son los mayores logros que han conseguido en la India?

Vicente siempre nos dijo que era posible erradicar la pobreza extrema. Cuando empezamos no teníamos nada, sólo determinación. Él nunca pensaba en los obstáculos. Decía que cuando hay dificultades hay solución. Hay que ir siempre hacia adelante. La constancia ha sido fundamental en la Fundación, es el motivo de nuestros buenos resultados. No trabajamos con grandes expertos –son gente local en un 99%– y contamos con mucha experiencia. Cuando trabajas aprendes qué es lo que funciona y lo que no, lo cambias. Nuestro objetivo prioritario es el de acabar con la pobreza endémica y estamos en ello. Nuestra labor ha permitido que más de dos millones y medio de personas tengan una vida mejor.

¿Le preocupa que con la crisis económica en España nos olvidemos de las necesidades de otros países?

Soy consciente de la crisis en España y de que hay gente que sufre. Pero, sin quitar importancia a la recesión en Europa, en India hay crisis desde hace muchísimos años. Mucha gente no puede comer dos veces al día e incluso los que lo hacen, por culpa de la sequía no tienen trabajo más de seis meses al año.

Con la crisis, muchas administraciones y particulares renuncian a la cooperación. ¿Les afecta esta situación?

Hemos perdido a algunos socios, pero no a muchos. Nos apoyan porque creen en nuestro objetivo, que es conseguir un mundo mejor. Muchos nos visitan y nos dicen que si renuncian –por ejemplo– a tomar café durante una semana al mes pueden hacer su aportación.

¿Cuáles son los nuevos retos de la Fundación?

Estamos ampliando nuestro proyecto a otras regiones de la India. Las instituciones locales así nos lo piden. Observamos dónde hay más pobreza y allí vamos. Desde hace un año, estamos en Srisailam, una zona boscosa donde desde hace siglos habitan los chenchus, unas tribus que no se han integrado en la sociedad actual y que viven según sus costumbres milenarias. Hay mucho trabajo que hacer: no tienen acceso a los centros de sanidad ni a la educación, necesitan apoyo para ganarse mejor la vida, la esperanza de vida es de 45 años y mueren de muchísimas enfermedades transmitidas por los mosquitos. Viven en el interior, sin caminos, en lugares donde no se puede acceder en jeep. La India es un país de contrastes: por un lado está progresando y por el otro, sigue cien años atrás.

¿En  estos tiempos difíciles, la solidaridad es un bien escaso?

En absoluto, estamos convencidos de que a pesar de la crisis económica, las personas siguen  creyendo que el único medio de construir un  porvenir justo, es una sociedad más humana.  Debemos preocuparnos  por los demás, no se puede existir sin el otro. Estoy convencida de que la solidaridad no es un bien escaso, al contrario, tiene mucho futuro.

¿Cuál  es su mensaje de cara al futuro de nuestra sociedad?

El porvenir de nuestra sociedad dependerá de que  seamos capaces de formar  una sociedad abierta,  dialogante y respetuosa con los demás.  No tendremos  futuro si mantenemos la exclusión de los más  desfavorecidos o de aquellos/as  a los que consideramos diferentes a nuestro grupo.  Es urgente que formemos una ciudadanía capaz de entender que cruzarse de brazos es convertirse en cómplices de un sistema que expulsa a  todos aquellos que ni consumen ni producen.  Como decía Vicente, “sin lo demás no somos nadie”.

Redactora en Revista Rambla

Experienced Freelance Photojournalist and film editor with a demonstrated history of working in the media production industry. Skilled in Photography, News Writing, Editing, Media Relations, and Journalism. Strong operations professional with a Master in Journalism focused in International Relations and Affairs/Journalism from Les Heures (University of Barcelona) and Columbia University of New York.

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