¿Cómo empiezas en el mundo del grafiti y del muralismo?

Con 24 años trabajaba el diseño publicitario en una imprenta de Lleida. Por esa época creía que la vida me había derrotado porque quería hacer grandes cosas y me sentía algo oprimida. Un día apareció por la empresa un chico que quería hacer unas camisetas en las que quería estampar diseños relacionados con el hip-hop y el rap. Conecté rápido con él y me propuso que para animarme le acompañara con sus amigos a la canalización del río para hacer algunos grafitis. No tenía ni idea de ese mundo, incluso pensaba que solamente se trataba de ensuciar paredes. Al meterme de lleno vi que realmente el grafiti es una expresión artística muy interesante porque el aerosol te otorga libertad sin límites. Puedes hacer mil cosas solamente con un bote y un difusor. Todo ello lo haces al aire libre, con el sol y el viento de tu lado. Te ríes, te comes un bocata en el suelo… No importa lo que has o no estudiado. Simplemente, pintas y te diviertes con gente fantástica como harías en una barbacoa o en una calçotada. Eso me enganchó.

¿Cómo te profesionalizaste?

Pues fue un poco la inercia porque no creía dedicarme a ello técnicamente. Recuerdo que iba a trabajar de lunes a viernes y solo pensaba en pintar. Entonces, los fines de semana, salía a buscar casas donde pudiera practicar siempre con el permiso del propietario. El problema es que al cabo de las semanas empecé a sufrir un agotamiento crónico. Pasados un par de meses me empecé a dar cuenta que en la sociedad tal vez había sitio para mí pintando, ya fuesen rejas, paredes o muros. Se trataba de aprender y vivir de ello felizmente, que para mí ya era mucho. Lo que nunca llegué a imaginar es a donde he llegado a día de hoy.

¿De hecho, has podido dar el salto al circuito internacional, verdad?

Sí, el primer mural que pinté fuera del estado lo hice en Gambia gracias a un cliente para el que había pintado un mural de 500 m² (el más grande que he realizado hasta ahora). Me propuso ir a África porque él es una persona altruista y quería, entre otras cosas, ofrecerles mi obra. A partir de aquí me empezaron a llover las ofertas para ir por el mundo. El año pasado, por ejemplo, estuve en Holanda participando en un concurso a nivel europeo con otros artistas de nueve países distintos. Me recomendaron que no fuera porque estaba lesionada, sabía que no ganaría. Tuve que pintar tomando calmantes para el brazo, pero lo que no me esperaba es que quedara tercera. Fue una alegría inmensa, aunque lo que más me gustó fue conocer al resto de participantes, todos ellos veteranos del grafiti.

¿Por qué elegiste como nombre artístico Lily Brik?

Estaba cursando el Bachillerato artístico, no sabía si después elegiría ir a la universidad o ponerme a trabajar. Estaba muy perdida. A dos meses de finalizar el curso, una de mis profesoras nos encargó un trabajo libre en el que debíamos elegir a un artista y contextualizar su obra. Me interesaba encontrar a alguien que hubiera destacado por ser autodidacta y que a su vez me motivara como personaje. Di con Alexander Rodchenko que tuvo la idea de fabricar cámaras estenopeicas con cajas de cartón para realizar fotografías. Una de sus instantáneas más conocidas es la que hizo de Lilya Brik, musa de Mayakovski. La fotografía, en la que Brik aparece gritando, sirvió para inspirar a los soviéticos, y con el paso del tiempo ha sido de las más utilizadas en la historia de la publicidad. Además, la vida de Lilya Brik me fascinó desde un principio; poeta y bisexual, la considero una mujer valiente y ejemplar. A raíz de conocer su historia me fortalecí y supe que quería estudiar publicidad para poder transmitir mi mensaje.

¿Cuál es el proceso de creación de un mural?

Cuando estudié gráfica publicitaria aprendí a crear una identidad de marca, a leer lo que quiere el cliente, a ilustrar con software (Suite Adobe, Ilustrator, Photoshop, etc.) y también a hacer diseños digitales. Todo esto es lo que hago. Quedo con un cliente que me explica lo que necesita, lo sé leer y me lo imagino como una imagen. A partir de una foto del soporte (pared, muro, reja, etc.) donde debo pintar, diseño con el ordenador una ilustración perfectamente adaptada al formato, a la filosofía que el cliente plantea y a los colores del entorno. El resultado es una obra en que la esencia de la misma está dividida al cincuenta por ciento: hay una parte del cliente y una parte mía. Tras aceptar la propuesta -normalmente me las aceptan todas- ponemos el diseño encima de la pared, tomamos medidas y empiezo a ejecutar.

¿Entonces, tus murales son generalmente por encargo?

Ahora sí. Nunca he realizado nada por mi cuenta, a excepción de cuando empecé que hice dos o tres. Desde que me hicieron el primer encargo hace cuatro años, no he parado de crear para otros. Se puede vivir perfectamente del muralismo. Las obras que hago tienen una vida útil de unos diez u once años porque al estar a la intemperie sufren las inclemencias climáticas. No dejan de ser obras efímeras, aunque siempre les aplico un barniz protector para alargarles la vida. En mis inicios efectuaba murales en interiores, pero lo fui dejando porque pueden resultar tóxicos en espacios cerrados.

Paradójicamente, tu street art se desarrolla mayormente en espacios agrestes ¿Por qué?

Es casualidad, no lo he buscado, aunque la verdad es que prefiero los entornos rurales por la tranquilidad que se respira. Aquí solamente se oyen pájaros, no hay gente gritando ni coches, como mucho se oye el viento silbar. No hay mejor inspiración que esto. Siempre que pinto en el campo me encuentro con paisajes espectaculares. Además, utilizó muchos motivos florales y animales, por lo que mi obra se adapta mucho al entorno.

No obstante, en tu obra lo que tiene más importancia es la figura femenina.

Bueno, uno de los prejuicios que me encontré al empezar es si podía hacerlo sola, si necesitaba de alguien para poder pintar un mural. Cada vez que conseguía finalizar uno me sentía más fuerte y me servía para demostrar a los demás que podía hacerlo. Así que uno de mis objetivos ha sido el de retratar mujeres en murales gigantes para demostrar sobre todo a las mujeres que pueden hacer lo que se propongan. En el fondo también quería de algún modo retratarme a mí. Cuando me piden que trace mi esencia siempre pinto una mujer fuerte con una mirada melancólica.

¿Cómo definirías tu estilo?

Particularmente, creo que tengo un estilo que coge mucho del Art Nouveau. Tengo una expresión modernista nada realista. Es un arte de carácter figurativo, aunque hay quien dice que mi estilo les recuerda mucho al cómic tradicional. Por otra parte, me encanta el dramatismo y los colores de Rembrandt, me vuelve loca el cromatismo de los maestros holandeses. Por eso, intento trabajar mucho el color, que tenga equilibrio y mucha fuerza. Quiero que mis murales impresionen no solo por la forma sino también por la belleza cromática. También tuve una época oscura influenciada por mi admiración a Caravaggio. Otra de mis fuentes de inspiración es el arte religioso.

Visto desde fuera parece que el arte urbano sea un mundo dominado por hombres ¿Es así?

El grafiti surge en los años setenta de ambientes marginales en Estados Unidos y aunque no lo parezca, el movimiento street art ha estado integrado tanto por hombres como por mujeres. Es cierto que la mujer, por la responsabilidad tradicional que ha tenido como la de tener hijos y responsabilizarse de ellos, quizás ha estado más apartada del protagonismo que merece. Todo ello ha llevado a que los hombres copen el street art. Es difícil encontrar compañeras que se dediquen al arte urbano y eso es un inconveniente para que muchas mujeres den el paso para atreverse a pintar paredes. La verdad es que una vez que te pones encuentras que no hay dificultad alguna y que es muy divertido y satisfactorio. Lo único que tienes que soportar -como en muchos otros ámbitos de la vida- son los comentarios de la gente. Esta misma semana, por ejemplo, mientras pintaba este mural, me preguntaban que si yo era capaz de montar el andamio, que si tenía algún compañero que me ayudara, que si no tenía miedo de hacerme daño, etc. Supongo que un chico este tipo de cuestiones no las tiene que abordar.

¿Cómo es la relación entre artistas?

Hay mucha competitividad, pero yo no me la encuentro, la evito, porque me considero una persona extrovertida y muy generosa con mi técnica. Cualquiera que venga puede preguntarme lo que quiera que yo le aconsejaré o le explicaré como hacerlo. Creo que atraigo a este tipo de gente y con el tiempo he tejido una red en todo mundo de colaboracionismo mutuo. De personas irrespetuosas, groseras o antipáticas no quiero saber nada. El arte debe ir con el artista y ya sabes como es la persona viendo su obra.

¿Realizáis murales conjuntos?

Sí, es una experiencia muy enriquecedora. He hecho murales con grafiteros considerados vándalos (los que pintan sin permiso en trenes, paredes, etc.) y siempre aprendes algo nuevo. El espray no es una técnica que se estudie en escuelas de arte. Es infinita. Cuando pintas con otras personas conoces perspectivas totalmente diferentes que tú sola no aprenderías nunca.

Tus murales son generalmente de grandes dimensiones ¿Cuáles son las adversidades a las que te enfrentas?

La exposición a los aerosoles y a los disolventes es un inconveniente, pero también el desgaste físico y corporal. El brazo sufre mucho porque al tenerlo siempre levantado los músculos se agarrotan. Siempre digo que esto para mí es como un gimnasio. Cuando tengo un encargo trabajo ocho horas al día y al final de la jornada estoy reventada. Pese a ello, mi actitud siempre es positiva y lo comparo como cuando un deportista de élite termina un partido. Me considero también como una especie de deportista, aunque algo diferente. También tengo que ir a la fisio y una vez al mes voy al médico a revisarme los pulmones.

¿Todo lo que se pinta en las calles es arte?

No, en absoluto. El arte es aquello que se realiza con dedicación y experiencia. No puede ser algo azaroso. Detrás de una obra de arte tiene que haber una reflexión.

Como decías, los murales exteriores no dejan de ser obras efímeras. ¿Te planteas trabajar obras de menor formato para entrar en el circuito de galerías de arte o museos?

Sí. En estos momentos estoy aprendiendo a utilizar el pincel para adentrarme en la pintura al óleo. Como te dije, mis referentes son los maestros holandeses y así es como ellos pintaban. La verdad es que me está costando más transmitir mi obra a través de un lienzo. Por otro lado, estoy presentando obras de 1,70 x 2 m en madera pero hechas con aerosol. La madera es un soporte más street. Uno de los primeros retratos que he hecho es el de mi abuelo.

¿Tienes programada alguna exposición en este sentido?

Sí, el cinco de abril inauguraremos mi primera exposición en Espai Cavallers de Lleida (Carrer Cavallers, 31) bajo el nombre De Zero. Puede que sea algo experimental porque habla más del proceso artístico que del resultado. Es decir, quiero que todas las obras que se expongan muestren los errores que he podido cometer en mi proceso de creación. No son obras geniales, son los experimentos que he realizado hasta llegar donde estoy ahora. Por ejemplo, cuando empecé a pintar utilizaba vino, café o incluso pastillas de Avecrem como pigmentación porque no podía costearme las pinturas. Quiero mostrar mis pruebas de color, de forma, los bocetos a lápiz… Estarán también mis primeros cuadros al óleo y algunos acrílicos. Creo que es importante enseñar a la gente la investigación personal que he efectuado durante estos años para llegar donde estoy.

*Puedes saber más sobre Lily Brik siguiendo este enlace.

JACOBO PIÑOL FONTOVA

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