Felicidades, mujeres. Felicidades por seguir defendiendo la igualdad respecto a los hombres siendo o no conscientes. Abolido ya el término “Día de la mujer trabajadora”, felicidades también a las que andáis buscando trabajo, a las que os ocupáis de que todo esté en orden con los niños en casa, a las que cuidáis de vuestros mayores, a las que están de baja laboral, a las que trabajáis sin contrato porque no hay otra, a las jubiladas… a todas.

Felicidades por aguantar la revolución de hormonas a los doce años, por pasar vergüenza cuando te “piropean” por la calle, te observan fijamente el escote o pasar miedo cuando vuelves a casa tarde. Felicidades por aguantar cada mes el dolor de ovarios y riñones, por pagar los tampones y compresas durante años a la vez que escuchas con sorna “¿Qué pasa? Tienes la regla o qué”, por sufrir en silencio la endometriosis, por parir con dolor, sin dolor, con cesárea, natural o en el agua, por dar de mamar dónde te dé la gana y soportar las críticas, por elegir el biberón, mala madre… por decidir no tener hijos y de nuevo sentirte violentada, egoísta.

Por no poder tener hijos y que te creen sentimiento de inferioridad, por hormonarte cada mes para no quedarte embarazada, por quitarte la culpabilidad de por vida cuando vas a abortar y perder a tu bebé, por no tener como alimentarlo, porque el padre se ha desentendido, porque eres una niña todavía o porque te han violado.

Por aguantar los sofocos de la menopausia y sus cambios físicos y psicológicos, por trabajar, estudiar, cuidar de tu casa y además intentar estar siempre perfecta. Felicidades por descubrir que el amor romántico no existe, que no eres una princesa y además sales ganando. Por darte cuenta de que eres LIBRE para hacer lo que sientas.

Felicidades por explicar una y otra vez la diferencia entre machismo y feminismo, por educar a tus hijos desde la igualdad y a tus hijas sin corona. Felicidades, mujer, por tener que escuchar todavía lo de “ni machismo ni feminismo”, por resistir a tanto retrógrado a los que sí se les acabó el cuento y todavía les cuesta aceptarlo.

No, no se ha conseguido la igualdad, ni de lejos, por eso seguimos manifestándonos, gritando que queremos los mismos salarios para los mismos trabajos, para que acabe la explotación sexual (el 94% son mujeres y niñas), para que cada dos segundos en todo el planeta, una niña sea forzada a casarse, para que acabe la mutilación genital (ya han sufrido la ablación más de 200 millones de mujeres), para que se acaben los 39 países en los que los hombres tienen derecho a herencia y las mujeres no, para que no sólo ocupemos el 19% de cargos directivos en España, para que lo aburrido deje de ser un“coñazo”, la mala persona un “hijo de puta”, la lesbiana una “camionera” “machorra” o “marimacho”, el niño sensible que llora una “nenaza”, el que limpia haga de “chacha” y la cotilla una “maruja”.

Porque podamos ir tranquilas por la calle a la hora que nos dé la gana, vestidas como se nos antoje, solas y sin miedo. Por dejar de esperar, por validarte. Por huir de los malos tratos, físicos y/o psíquicos, por denunciarlos, por superarlos.

Felicidades por comprender que el feminismo nada tiene que ver con la feminidad, por dejar de ser costumbrista y opinar todo lo contrario, desde el respeto y la hermandad. Por dejar de criticar a las demás mujeres por como visten, por su físico, su edad o por quien comparten su cama. Por dejar de distinguir entre sexos y hablar simplemente de personas. Hay mucho por hacer todavía, sigue adelante. Por ti y por todas.

¡Sal de Itaca Penélope, que el mar también es tuyo!

Especializada en temas de feminismo, sociedad y cultura.

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