Unas complicaciones derivadas de un trasplante de hígado al que fue sometido en mayo han puesto este domingo punto y final a 71 años de vida intensa y controvertida en la fecha de la muerte del músico Lou Reed. Durante este tiempo el cantante, compositor y guitarrista neoyorquino consiguió su pasaporte a la inmortalidad como padre de la música rock alternativo, líder de The Velvet Underground, representante del pop-art, escritor y rapsoda (incluso mantuvo lazos afectivos y literarios con Catalunya). Sin olvidar su pose camaleónica (junto a David Bowie), sus excesos y, especialmente, un puñado de eternos hits más allá de modas, fenómenos y generaciones.

Vida y muerte de Lou Reed

Nacido en Brooklyn bajo el nombre Lewis Allan Reed, materializó sus ansias literarias en The Velvet Underground al lado de otro ‘monstruo’ de la experimentación como John Cage. Fascinaron a Andy Warhol, que asumió la producción del disco “Nico” y la famosa portada del plátano. Una prolífica época resumida en cinco discos en seis años e himnos como “Femme fatale”, “Heroin”, “I’m waiting for the man”, “Venus in Furs” “Pale blue eyes” o la majestuosa “Sweet Jane”, que engrandeció el 1974 con una versión de ocho minutos en el directo “Rock’n’roll animal”. Una época en la que consolidaron el tópico sexo-drogas-rock and roll.

A principios de los 70 inició una fulgurante carrera personal de cuatro décadas con álbumes clave como “Transformer” o “Berlin” y temas del calibre de “Walk on the wild side”, “Perfect day”, “Satellite of love” o “Dirty Blvd”.

La madurez limó su carácter áspero (¿realidad o mala fama exagerada?) y transformó los vicios heroicos en reflexión, poesía y tai-chi. En el 2007 se atrevió a recitar en Nueva York a poetas catalanes traducidos al inglés en una aventura compartida con su mujer, la violinista Laurie Anderson, y Patti Smith en el espectáculo “Made in Catalunya”.

Su última huella discográfica llegó el 2007 con “Hudson river wind mediations”, aunque hace un par de años había recobrado protagonismo gracias a una colaboración con Metallica. Y deja un interesante legado, mezcla de trasgresión lúcida, el juego con la ambigüedad sexual, melodías consistentes y, sobre todo, sensación de libertad y autenticidad. La verdad que reside en toda ficción.

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