En el corazón de Barcelona, el Park Güell, diseñado por el icónico arquitecto Antoni Gaudí, es mucho más que un parque público. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984, este espacio de 17 hectáreas combina arquitectura modernista con jardines exuberantes, atrayendo a millones de visitantes cada año. Sin embargo, lo que para los turistas es una joya cultural, para los vecinos de los barrios circundantes —como La Salut, El Carmel, Can Baró y el Turó de la Rovira— se ha convertido en una fuente de tensiones crecientes. La turistificación masiva del Park Güell ha desatado una crisis que afecta la movilidad, la seguridad, la convivencia y el derecho de los residentes a disfrutar de su propio entorno.

Un SOS Visible desde el Aire

El 18 de mayo de 2025, un centenar de vecinos se congregaron en la Plaza de la Natura del Park Güell para formar, con sus cuerpos, un gran «SOS» visible desde el aire. Esta acción, organizada por la plataforma Recuperem el Park Güell, no fue solo un gesto simbólico, sino una llamada desesperada ante la presión turística que, según denuncian, está transformando sus barrios en un «parque temático». Como señala Natalia Parejo, vecina de El Carmel, «nos sentimos tratados como empleados de un escenario para turistas, no como residentes con derechos».

La turistificación del Park Güell no es un fenómeno nuevo, pero su impacto se ha intensificado en la última década. En 2024, el parque recibió 4,4 millones de visitantes, una cifra que, aunque representa una reducción del 54% respecto a los 9 millones de 2012, sigue siendo abrumadora para los barrios circundantes. Los vecinos denuncian que esta afluencia masiva colapsa el transporte público, encarece la vivienda, desplaza el comercio de proximidad y genera problemas de seguridad, como agresiones y destrozos.

El Impacto en la Vida Cotidiana

Uno de los problemas más visibles es la saturación del transporte público. Líneas de autobús como la V19 y la 116, esenciales para los residentes, están abarrotadas de turistas, lo que dificulta la movilidad de los vecinos, especialmente de escolares y personas mayores. Maria Solanes, de la plataforma Recuperem la Salut, destaca que «el bus 116 ya ni aparece en Google Maps, pero es de los pocos que funcionan para nosotros». Además, la presencia de taxis, VTC y buses turísticos en calles estrechas como la carretera del Carmel genera caos circulatorio y riesgos de accidentes. En 2025, vecinos del Turó de la Rovira cortaron el acceso rodado al parque por quinta vez para protestar contra estas condiciones.

La seguridad también es una preocupación creciente. En el Turó de la Rovira, un mirador cercano al Park Güell promocionado desde 2011 por el Ayuntamiento como alternativa al centro turístico, los vecinos reportan fiestas ilegales con hasta 2.000 personas, destrozos y agresiones. Un caso extremo fue el de un vecino de 80 años que recibió 13 puntos de sutura tras pedir a turistas que no orinaran frente a su casa. David Mar, del Consejo Vecinal del Turó de la Rovira, describe la situación como «terrible» y critica que las autoridades no hayan tomado medidas efectivas.

El impacto económico es otro factor clave. La turistificación ha disparado los precios de la vivienda, expulsando a residentes de barrios tradicionalmente populares. Además, el comercio de proximidad, como tiendas de alimentación o ferreterías, está siendo reemplazado por tiendas de souvenirs y bares orientados a turistas. Aidà Almirall, de Recuperem el Park Güell, lamenta que «el barrio está perdiendo su identidad, y los niños ya no tienen espacios seguros para jugar porque los parques infantiles están invadidos».

Una Gestión Cuestionada: El Programa Gaudir Més

En un intento por equilibrar el acceso de los residentes al parque, el Ayuntamiento de Barcelona implementó el programa Gaudir Més, que permite a los barceloneses entrar gratis al Park Güell en horarios específicos (7:30-9:30 h y al atardecer). Sin embargo, este sistema ha generado controversia. Los vecinos denuncian que los controles de residencia son laxos, permitiendo que turistas se inscriban fraudulentamente para obtener entradas gratuitas. Algunas agencias de viajes incluso ofrecen perfiles falsos en Gaudir Més como parte de sus servicios, agravando el problema.

Además, el acceso al parque para los vecinos no siempre es sencillo. Las franjas horarias exclusivas son insuficientes, especialmente en fines de semana y festivos, y los accesos peatonales entre Llobregat y Besòs, esenciales para cruzar el parque, están saturados por turistas. Laia Bonet, primera teniente de alcaldía, ha prometido simplificar estos accesos mediante la verificación de empadronamiento, pero los vecinos consideran que las medidas llegan tarde.

Las Respuestas Municipales: ¿Suficientes?

El gobierno de Jaume Collboni ha destinado 39 millones de euros entre 2023 y 2027 para mitigar el impacto turístico en el Park Güell y sus alrededores. Estas inversiones incluyen mejoras en el alumbrado, el sistema de riego, la biodiversidad y la reurbanización de calles como Torrent del Remei. También se han reforzado líneas de autobús como la V19 y se ha excluido la línea 116 de los buscadores turísticos para reducir la saturación.

El Ayuntamiento presume de haber reducido la afluencia de visitantes a la mitad desde 2012, pero las plataformas vecinales cuestionan estas cifras. Según Recuperem el Park Güell y el Consell Veïnal del Turó de la Rovira, el número de turistas ha crecido casi un 50% desde 2014, cuando se registraron 2,6 millones de visitantes. Los vecinos argumentan que el cálculo del aforo no refleja la realidad, ya que los turistas se concentran en áreas específicas, como la escalinata del Dragón, colindante con escuelas como Baldiri Reixac.

Otra medida controvertida es la designación del Park Güell como Espacio de Gran Afluencia (EGA), junto con la Sagrada Familia y el mercado de la Boqueria. Este plan incluye reubicar paradas de taxi y crear una aplicación móvil para informar sobre la afluencia de visitantes. Aunque los turistas, como Santino, un joven argentino entrevistado por EL PAÍS, ven esta iniciativa con buenos ojos, los vecinos consideran que no aborda las causas estructurales del problema.

Privatización y Protestas: El Caso Louis Vuitton

La tensión alcanzó un punto crítico en mayo de 2024, cuando el Park Güell fue cerrado temporalmente para un desfile de Louis Vuitton, un evento privado que indignó a los vecinos. La plataforma Consell Veinal del Turó de la Rovira denunció la «privatización» del espacio público y la represión policial contra los manifestantes, que incluyó detenciones y agresiones. Este episodio reforzó la percepción de que el Ayuntamiento prioriza los intereses comerciales sobre los derechos de los residentes.

Cinco entidades vecinales del entorno del parque rechazaron en junio de 2025 reunirse por separado con una consultora externa contratada por el Ayuntamiento para redactar un nuevo plan estratégico. En un comunicado, expresaron su frustración por la falta de diálogo directo y la opacidad en el proceso. «Lo que afecta a un barrio en los Tres Turons, afecta al resto», declararon, exigiendo un debate inclusivo y transparente.

Hacia un Modelo Turístico Sostenible

Los vecinos no se oponen al turismo en sí, sino a un modelo que, según Elisenda Alamany de ERC, «ha funcionado demasiado tiempo sin tener en cuenta las necesidades de los barrios». Entre las propuestas vecinales destaca fijar un máximo de 2,2 millones de visitantes anuales, regular las entradas para grupos turísticos y eliminar paradas de buses turísticos en zonas residenciales. También piden más agentes cívicos para garantizar la seguridad y un fondo de la tasa turística para revitalizar el comercio local.

El Park Güell, concebido originalmente como una urbanización privada y convertido en parque público en 1926, es un símbolo de la creatividad de Gaudí, pero también un recordatorio de los desafíos de equilibrar el patrimonio cultural con la habitabilidad urbana. Como insisten las plataformas vecinales, «no se trata solo de salvar un parque, sino de defender el derecho a vivir dignamente en la ciudad».

La crisis del Park Güell refleja un problema más amplio en Barcelona: cómo gestionar un turismo que genera riqueza pero también desigualdades. Mientras los vecinos continúan su lucha, el futuro del parque dependerá de la capacidad del Ayuntamiento para escuchar sus demandas y replantear un modelo turístico que priorice la convivencia sobre la rentabilidad.

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Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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