Más de 300 autobuses provenientes de todos los rincones del territorio catalán se desplazaron hasta Barcelona, la capital catalana, para participar en una marcha unitaria que preveía ser histórica y memorable en la conciencia de todos y todas las asistentes. Esto y las 1460 entidades y los 250 metros de señera fueron algunas de las cifras de la manifestación del 10J, la marcha más grande de la historia de Catalunya. Según Òmnium Cultural, 1.500.000 personas participaron en la manifestación.

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Miles de vecinos provenientes de diferentes rincones de Catalunya se desplazaron hasta la capital catalana para sumarse a la convocatoria de Omnium cultural que llevó por lema ‘Som una nació. Nosaltres decidim’. El lema fue uno de los puntos que más polémica levantó a lo largo de la semana entre la clase política, que quería que la Senyera encabezara la manifestación, y las entidades, que querían que lo hiciera el lema principal. Finalmente, lema y Senyera compartieron espacio y la discusión se diluyó.

Se acercaba la hora. Ríos de gente se desplazaban hasta els Jardinets de Gràcia, el punto de reunión oficial y también el de muchos grupos, familias que llegaban con el ánimo de encontrarse con otros y así poder caminar juntos hasta la Plaça Tetuán. Un esfuerzo que rápidamente se olvidaba ante la obvia imposibilidad.

Ocho minutos después de las seis de la tarde, la multitudinaria marcha inició su camino a pesar de las fuertes temperaturas de la tarde; sin dilación y con paso firme. Grallas, música, caras conocidas, castells improvisados, puños alzados.

Sonrisas, cánticos contra el Gobierno Español y la Generalitat, aplausos, miradas cómplices… En definitiva, muchas ganas de demostrar una fuerza unitaria contra la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto y a favor del derecho a decidir. No sólo eso, la estelada fue una de las principales protagonistas de la marcha con un grito fuerte de los asistentes a favor de la independencia de Cataluña.

Finalmente, la organización se vio obligada a disolver la cabecera de la manifestación, formada por el Presidente de la Generalitat, José Montilla, y el resto de las instituciones y partidos políticos porque la participación sobrepasó las previsiones y no se veía posible llegar hasta el final del recorrido.

Otras ciudades se sumaron a la reivindicación y organizaron actos de solidaridad como ocurrió en San Sebastián, Dublín, Londres, Buenos Aires o Berlín.

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