Marcha de la revolución cubanaLa primera imagen de la revolución cubana fue la llegada triunfante a La Habana de los barbudos guerrilleros que luchaban contra un doble objetivo degradante del país: la dictadura de Batista y la colonización estadounidense, que había convertido a la isla en un paraíso de corruptas expansiones. Pero los ideales de los revolucionarios iban mucho más lejos: a la ambición de libertad e independencia se unió la de crear una organización social anticapitalista. Y su puesta en marcha situó a Cuba en el blanco de los intereses capitalistas, al par que provocaba la huida de numerosos profesionales que representaron una sangría en importantes funciones del Estado emergente.

Eran los tiempos de la guerra fría. Y los dirigentes de la revolución cubana, apoyados por la Unión Soviética, que veía una cabeza de playa en su combate con los EEUU, adoptaron el modelo soviético con la figura del Partido único y la del gran líder director de la revolución cubana. Personalmente he criticado en repetidas ocasiones dicho modelo, que no representa fielmente  el ideal marxiano de la “sociedad de productores asociados”, como superación del capitalismo y creación del “reino de la libertad”. La unión de justicia y libertad, es el gran ideal del comunismo Y son evidentes las limitaciones que en el camino hacia su realización el culto a la personalidad del líder y los privilegios del Partido constituyen. Pero el apoyo de la Unión Soviética significaba la posibilidad de sobrevivir frente al poder estadounidense. Y a su sombra se realizó la gran campaña de alfabetización, sin parangón con oros intentos de redimir a las masas del analfabetismo. Se desarrolló una educación popular igualitaria.  Se impulsó el arte y  la investigación científica con notables logros. Se mejoró notablemente la salud pública con atención especial a la infancia y se desarrolló la educación física y el deporte, hasta alcanzar metas antes impensables.

No  es posible pronunciarse sobre el régimen cubano olvidando el acoso a que ha sido sometido. Todas la revoluciones, desde la misma Revolución Francesa han sido combatidas, ferozmente por los poderes del orden establecido. Pero en el caso de Cuba el hostigamiento ha alcanzado una intensidad sin parangón. Se ha extendido desde los doscientos atentados contra Fidel Castro hasta el conato de invasión y el bloqueo, junto a una incesante propaganda contra  el régimen de Cuba. Con la Cuba revolucionaria nunca se dio una etapa de “coexistencia pacífica”.

Pero tal política de los gobiernos estadounidenses se ha revelado extraordinariamente torpe. No ha tenido en cuenta que el régimen cubano se situaba en el interior del inmenso espacio iberoamericano, en que  largamente alientan los esfuerzos por liberarse del imperialismo y la opresión de las burguesías de el dependientes. Y mientras la Unión Soviética se hundía en el engañoso deslumbramiento  ante el capitalismo, Cuba se erigía en vanguardia de la revolución iberoamericana pendiente.

Filósofo, escritor y columnista español, catedrático de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Valencia entre 1960 y 1968, donde llevó a cabo una clandestina lucha antifranquista, Honoris Causa en la misma, emérito de Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro del Comité Central del Partido Comunista de España. Desde 1997 hasta 2014 fue presidente del Ateneo de Madrid.

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