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Ya se sabe que todo fue consecuencia de una burbuja inmobiliaria, ya se sabe  que los bancos españoles que no tenían ese capital de préstamo para construir viviendas de la forma tan masiva como se hizo, llamaron a la puerta de otros ahorradores: alemanes, franceses, etc. y  solicitaron prestado ese dinero. Los activos que respaldaban tales préstamos, que en definitiva son las viviendas,  al producirse el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, perdieron mucho valor y eso significó que los europeos no estaban dispuestos a seguir prestando a los bancos españoles ante el temor de que no pudieran devolver el dinero que recibían; porque los activos que estaban detrás de esos préstamos, valían menos dinero, o porque los hipotecados no podían pagar sus hipotecas, eso ha significado que los bancos españoles estén fuera prácticamente del mercado y ahora les cuesta obtener financiación externa. La gran pregunta es ¿cómo hemos llegado a esta situación? “El propio Banco de España, técnicos, inspectores y otros economistas, advirtieron de que esto se trataba de una burbuja inmobiliaria que si pinchaba repentinamente podría generar muchos problemas”.

“Lo que ha habido es un fallo de regulación y de supervisión financiera, porque no se tomaron las medidas para frenar esa burbuja”, señala Javier Blanco González, (profesor del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo) y agrega que, “frenar una burbuja inmobiliaria no es fácil pero es posible. Lo que ocurrió es que se dejó durante demasiado tiempo que siguiera creciendo. Si se hubiera exigido a los bancos, por parte del Banco de España, que no prestasen el 100% del valor de la vivienda (o incluso más), poniendo limitaciones al endeudamiento en el que podían incurrir los bancos y cajas para conceder préstamos inmobiliarios. Se podría haber limitado la capacidad de los ayuntamientos para acometer nuevas promociones inmobiliarias.Hay un dato revelador: entre 1997 y 2007 la velocidad a la que crecía el crédito inmobiliario concedido por las cajas y bancos era de un 22% anual. ¡Eso es una barbaridad!, deberían haber saltado todas las alarmas. Cuando el PIB está creciendo cuatro o cinco veces menos, no es sostenible; prácticamente ninguna variable  financiera debe crecer a ese ritmo, ese problema se detectó por algunos expertos, pero frenar eso exigía un coraje político tremendo y probablemente si un gobierno hubiera intentado hacerlo hubiese tenido una respuesta muy dura desde los bancos, desde los propios ayuntamientos y desde la sociedad en general, porque había mucha gente beneficiándose de ese boom inmobiliario, empezando por las propias administraciones que vieron cómo sus ingresos fiscales vinculados al auge inmobiliario aumentaban a tasas desconocidas. Faltó  coraje político para admitir que aquello era una burbuja peligrosa, financiada con ahorro externo y que si estallaba, como luego ocurrió, podría generar problemas graves”.

Como consecuencia, en el marco del escenario actual España se aproxima a un rescate para frenar la crisis de deuda pero también con la finalidad de evitar el contagio de la crisis griega. Por otra parte aunque de la ruptura del euro se empieza a hablar con cierta incredulidad, porque es evidente que nadie quiere que eso suceda, está  contemplada como probabilidad. Para Javier Blanco “la crisis de deuda de países como España, Italia, Portugal, Grecia e Irlanda, es un problema a corto plazo y medio plazo, pero hay un problema estructural que no se soluciona con la compra de deuda por el BCE, sino que es un fallo general de diseño del euro, como unión monetaria, porque no reúne algunas de las piezas imprescindibles para que funcione bien; por ejemplo: un presupuesto común de cierta entidad, una integración fiscal, y una mayor movilidad del factor trabajo”.

¿Pero por qué no se consideró importante eso?  

Se minusvaloró. Desde la creación del euro se creía que si la economía iba bien y se generaba riqueza todos esos problemas quedarían atenuados, pero hubo economistas que advirtieron que la zona euro sería muy frágil ante una crisis importante. Sin unión fiscal y con barreras muy importantes a la movilidad del trabajo en la Unión Europea (empezando por los idiomas, por las distintas culturas, barreras culturales de modos de vida) se sabía que podrían agudizarse los problemas, pero se confiaba porque se creía que la integración creciente de las economías alejaba la posibilidad de “shocks asimétricos”, es decir, problemas específicos de uno o varios países. Lo más preocupante es que la toma de decisiones en Europa es muy lenta, la gran pregunta es si esta lentitud institucional será capaz de llegar a tiempo e impedir que el euro se desintegre.

Y en ese caso…

Entraríamos en terrenos desconocidos, porque existen experiencias de países  que renuncian a pagar su deuda, pero experiencias históricas de desintegración de uniones monetarias en periodos recientes no hay, entonces la vuelta a las monedas nacionales para algunos países sería traumática a corto plazo, a largo plazo podría ocurrir que no fuese tan catastrófico, incluso para algunos países podría ser una opción mejor que la permanencia en el euro, pero no cabe duda que a corto plazo podría generar tensiones sociales muy graves que no sabemos cómo acabarían y, sobre todo, si se rompiese la zona euro sería muy difícil evitar que la Unión Europea se desintegrase: una vez que empezasen a predominar monedas nacionales y los gobiernos intentasen influir en los tipos de cambio para mejorar su economía; la tentación de romper la baraja y de adoptar medidas proteccionistas en materia de comercio y movilidad de personas sería muy grande.

Como que empieza a oler a corralito.

No es totalmente imposible que pueda llegar a producirse una situación de este tipo, pero yo creo que es muy poco probable. Una situación de “corralito” donde hubiera problemas para acceder a dinero metálico en las entidades bancarias podría darse durante un tiempo limitado en el caso de una ruptura desordenada del euro, durante semanas quizás, porque, en principio, en una situación de crisis extrema el Banco Central Europeo suministraría liquidez. En todo caso, en ese improbable caso de ruptura desordenada, se limitaría la disponibilidad de dinero en efectivo pero seguramente se permitirían movimientos mediante transferencias o tarjetas de crédito (salvo hacia fuera del país); no sería una situación tan grave como la de Argentina donde el funcionamiento de la economía en dinero metálico todavía es mayor que en Europa. Es una palabra que mete cierto temor a la gente pero es poco probable que llegue a producirse.

Pero está saliendo dinero del país.

Porque los inversores, los ahorradores internacionales temen que el euro no sobreviva y ante la posibilidad de que queden atrapados en España con sus ahorros o con sus inversiones, prefieren desviar ese dinero hacia monedas más seguras o países que se cree que no van a abandonar el euro, como Alemania. Para un ahorrador común no es fácil refugiarse ante esa eventualidad. Tendría que incurrir en unos costes muy elevados. Yo no recomendaría en ningún caso que un ahorrador retire su dinero del banco, además si se cayese en esas dinámicas entraríamos en una expectativa autocumplida, porque si todo el mundo hace eso entonces sí que puede haber dificultades realmente para que los bancos puedan sostener su actividad.

¿En el hipotético caso de que se rompa el euro habría algún beneficiado?

Yo creo que no: otra cosa es que el intento de los países de minimizar los daños que les está causando esta crisis, acabe generando situaciones que desencadenen una ruptura desordenada. Eso no es muy probable pero sí posible. Es decir, que a los políticos europeos se les vaya la situación de las manos y se entre en una dinámica que acabe desencadenando la ruptura desordenada, una especie de fusión del núcleo en una central nuclear. No es lo más probable porque efectivamente a nadie le interesa que se rompa el euro pero a veces en los procesos históricos, políticos, sociales, hay dinámicas que se convierten en incontrolables y llega un momento en que el tratar de preservar los intereses nacionales va en contra del proyecto común y acaba rompiéndolo.

¿Qué sucede cuando un país se endeuda?

Pierde libertad y capacidad de acción, en cierto modo depende de los acreedores, cuando alguien tiene deudas, una familia, pierde autonomía. Es importante señalar que Europa ha gestionado esta crisis de una forma muy torpe. Yo creo que esta crisis de deuda se recordará como uno de los procesos de gestión de crisis más torpes, lentos e improvisados que ha habido en la historia. Se ha respondido tarde y mal y de forma descoordinada, en sus inicios la crisis de Grecia era muy manejable, requería de una rápida toma de decisiones y de voluntad de ayudar realmente al país. Grecia tiene una responsabilidad enorme en su situación, los partidos políticos griegos, los ciudadanos tienen una gran parte de culpa, pero es cierto que Europa ha sido muy cicatera con el problema griego.

¿No se llegó a tomar como ejemplo?

Más que como ejemplo…en las fases iniciales se quiso castigar a Grecia más que  ayudarla. No estoy diciendo que se le haya debido ayudar de forma incondicional sin ningún tipo de contraprestación, sin ningún tipo de control. Grecia falseó información sobre sus cuentas públicas; durante años estuvo remitiendo información falsa a la Unión Europea, ocultando déficit, los gobiernos griegos jugaron sucio.

alt¿Habría bastado con eso para sacar a Grecia de la Unión Europea?

Los tratados de la Unión Europea no contemplan la expulsión de un país de la zona euro, ni siquiera está contemplado el mecanismo legal para que un país abandone la zona euro; es una de las razones por las que no se sabe muy bien qué pasaría. No era muy esperanzador que un club que pretendía perdurar en el tiempo contemplase en sus estatutos por así decir, la posibilidad de ruptura del club. La sanción a Grecia es más de tipo político, de desconfianza y eso es lo que Grecia está pagando.

Pero una lección a escala más global, más allá de la crisis europea, es que el sistema financiero exige una regulación mucho más estrecha. La gran lección de esta crisis, a mi juicio, es que el negocio bancario, por su naturaleza, tiende a asumir más riesgos de los deseables, y si eso no se regula y se supervisa de una forma muy estrecha las crisis financieras aparecerán periódicamente, como así ha sido en la historia del capitalismo. La gran lección es que la “autorregulación”, ese discurso que sostenía que el sistema financiero puede regularse a sí mismo y que no son necesarias normas y controles por parte del gobierno, se ha mostrado como una gran falacia. Si queremos que el sistema financiero no genere periódicamente crisis importantes de deuda, como la que estamos viviendo, debe ser regulado; el mercado por sí solo no tiende a reducir los riesgos, más bien tiende a aumentarlos, se ha dicho que la innovación financiera había evolucionado lo suficiente para reducir los riesgos y diluirlos, y esto se ha mostrado como un gran error, lejos de reducir el riesgo, todas esas innovaciones financieras lo que hicieron fue  extenderlo por todo el sistema financiero mundial. Cuando se descubrió que detrás de esos sofisticados derivados financieros no había nada, o muy poco, eso actuó como una onda expansiva tremenda. Es decir, si no se regula el sistema financiero, lo cual no es fácil tampoco, pero hay que insistir en ello, generará crisis periódicas de este tipo.

Se habla de que el capitalismo ha llegado a su fin pero no se ve como posible otro orden social…

La historia nos muestra que no hemos encontrado  un sistema alternativo a eso que llamamos capitalismo o economía de mercado que garantice simultáneamente cierto nivel de prosperidad y cierto nivel de libertad. Lo que sí hay es un rango muy amplio, dentro del sistema, de modelos de sociedad, acerca de la forma de articular la redistribución de la renta, por ejemplo, tenemos los países nórdicos donde el sector público tiene un peso importante en términos de redistribución de la renta con altas presiones fiscales y una gran cohesión social y un nivel de prestaciones sociales altas, o en Francia; son economías prósperas, potentes, etc. Y tenemos también ejemplos en algunas economías anglosajonas con un estado de bienestar mucho más liviano y que son también ejemplos de economías prósperas; es decir, hay un amplio margen dentro de una economía de mercado para ir hacia modelos más socialdemócratas o modelos más  conservadores. Yo creo que la gran aportación europea al mundo en este sentido es el modelo que podemos llamar socialdemócrata de funcionamiento del capitalismo, donde el Estado garantiza una red mínima de seguridad al individuo ante las grandes desgracias como la enfermedad, la ignorancia, la pérdida de empleo o la vejez; creo que una sociedad que garantice una red de protección ante esos avatares de la vida no solo es más justa sino que es más eficiente. Hay estudios de economistas muy serios que muestran que un nivel de desigualdad elevado es un gran obstáculo para el crecimiento económico, el cual exige cierta cohesión social.

Y si la educación se ve afectada con mayor razón…

Los economistas han dicho durante mucho tiempo, por activa y por pasiva, que una de las mejores cosas que puede hacer un país es invertir en su sistema educativo, los políticos a veces hacen caso a esto y otras prefieren aumentar el gasto militar, pero es un tema crucial para el desarrollo de cualquier país, y uno de los problemas clave que tiene en estos momentos España es este: unas tasas de abandono escolar temprano muy elevadas, y un sistema educativo con algunas deficiencias. Lo malo es que no parece que se estén tomando medidas; es más, la crisis lo que está haciendo es acentuar recortes en educación que no van en la dirección de construir un país próspero basado en el conocimiento, la innovación, etc. Este es un asunto importante en el que siempre se insiste, sin embargo, a todos los gobiernos se les llena la boca con el apoyo a la educación, a la investigación, a la innovación, pero cuando llegan las vacas flacas lo primero que recortan es todo esto.

Tal vez porque es algo muy  a largo plazo.   

Claro; este tipo de políticas exigen mucha constancia en el tiempo,  solo dan frutos a largo plazo y los políticos en general se guían más por el corto plazo; la inmediatez de los resultados electorales, la vistosidad de inaugurar una carretera o un edificio. La inversión en educación, en mejora del profesorado, en grupos de apoyo, en I +D, es poco vistosa; no se ven frutos inmediatos pero es más importante a largo plazo que cualquier aeropuerto vacío…

Sin educación no hay nada…

La capacidad de generar nuevas actividades empresariales está muy vinculada a varias cosas: al nivel educativo, el nivel de formación de la gente, al entorno institucional, a los apoyos del gobierno y a la eliminación de trabas para que quien tiene una iniciativa pueda sacarla adelante. Es decir, hay un papel por parte del sector público que es el de favorecer, apoyar, impulsar al emprendedor, indirectamente a través del sistema educativo y del marco legislativo. Con todo, el principal problema ahora mismo en España para crear empleo es la falta de crecimiento. Si la economía no crece…, esto suena muy materialista, muy economicista, pero si el PIB no crece no lograremos crear el suficiente empleo. Es importante esto del emprendimiento, de las iniciativas individuales, pero si hay un problema de demanda, de estancamiento de la economía, es muy difícil que eso por sí mismo sirva, porque el primer requisito es recuperar el crecimiento económico y en esto, a mi juicio, Europa se está equivocando en la forma en el que está tratando los problemas de déficit público en los países más endeudados, porque los programas de ajuste son demasiado agresivos, deberían de ser más graduados en el tiempo. Si todos los países a la vez, los que tienen problemas fiscales y los que no, los que tienen déficit y los que no, adoptan una política de austeridad en medio de una recesión, los economistas sabemos desde hace mucho tiempo que eso contribuye a ahondar la recesión. Entonces lo que debería hacer Europa para impulsar el crecimiento es compaginar una cierta disciplina fiscal de los países que tienen más problemas, nadie está diciendo que no se deba controlar el déficit de forma sensata, con políticas de impulso del crecimiento en los países más saneados. A la vez, sería necesario admitir una mayor inflación, es decir, una de las vías para salir de una crisis de deuda como esta es generar un poco de inflación, no mucha porque si es excesiva también se convierte en un problema, pero el BCE trabaja con un objetivo de inflación del dos por ciento, y hay expertos muy sensatos que defienden que deberíamos avanzar hacia un objetivo de inflación del 4 o del 5% (que en los países más estancados no llegaría a esos niveles sino al 2 o el 3%, precisamente porque están en recesión). Es decir, una política monetaria todavía más expansiva contribuirá a una recuperación del empleo, aunque España va a tener durante bastante tiempo un problema de desempleo casi crónico. Vamos a tardar en ver las tasas de desempleo del 8 o el 9% que había antes de la crisis.

¿Cuánto tiempo?  

Es muy difícil de calcular porque depende del crecimiento pero podríamos tardar diez años como mínimo en volver a ver esos niveles de desempleo tan bajos.

Redactor en Revista Rambla

Narrador, guionista y editor.

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