Pablo Iglesias clausuró su visita a Barcelona participando de un coloquio tras el pase del documental Llach, una revolta permanent, de Lluís Danés. La película, que repasa la vida del cantautor a la luz de la masacre de 1976 en Vitoria, sirvió como disparador para una reflexión conjunta sobre políticas de memoria histórica y la implicación de Podemos en este ámbito.
Pablo Iglesias clausuró su visita a Barcelona participando de un coloquio tras el pase del documental Llach, una revolta permanent, de Lluís Danés. La película, que repasa la vida del cantautor a la luz de la masacre de 1976 en Vitoria, sirvió como disparador para una reflexión conjunta sobre políticas de memoria histórica y la implicación de Podemos en este ámbito.
En su maratónico paso por Barcelona a Pablo Iglesias también le dio tiempo para dejar su impronta en la lucha por la memoria histórica. Con motivo de la presentación del documental Llach, la revolta permanent de Lluís Danés– que repasa la trayectoria del cantautor en relación a la masacre de Vitoria del 3 de marzo de 1976, en la que la policía causó cinco muertos y más de cien heridos de bala durante una protesta obrera– el secretario general de Podemos participó de un coloquio sobre políticas de recuperación de la verdad y la justicia en España.
La película, estrenada en 2006 y producida por Jaume Roures, hace un recorrido por la vida de Lluís Llach tomando como punto de partida el concierto que, treinta años después, el artista realizó en Vitoria para homenajear a las víctimas del cruento episodio. Campanades a morts, una de las canciones más emblemáticas de la Transición, fue compuesta por Llach la misma noche del 3 de marzo tras enterarse de lo ocurrido, y este hecho sirvió al director para crear un viaje por la biografía del célebre cantautor catalán a través de sus propias palabras y recuerdos, junto con los de los protagonistas de la lucha trabajadora de 1976.
En esta “revuelta permanente” contra el olvido se embarcaron también, ya en 2014, los representantes de Podemos, Pablo Iglesias y Gemma Ubasart, la Asociación de Víctimas del 3 de marzo y los periodistas Ana Pardo deVera y Jordi Basté, para no solo reivindicar la recuperación de la memoria histórica sino para denunciar las peligrosas similitudes que las actuales políticas gubernamentales tienen con las de aquellos tiempos oscuros. El mismo Manuel Fraga lo deja claro en un fragmento del documental: “No vamos a tolerar reivindicaciones utópicas ni anarquistas, que esto [la represión policial del 3 de marzo de 1976] sirva de lección para todos los españoles”, declaraba ante la prensa el entonces vicepresidente de Gobierno.
Tal como lo mencionaba Ana Pardo de Vera, periodista de Público.es, tras la proyección de la película, “no hemos roto el cordón umbilical con ese pasado. Lo demuestra la Ley mordaza, el recorte de la Justicia universal, el proceso a Garzón, entre tantas otras cosas”, advertía. “Si el bipartidismo PP- PSOE sigue gobernando no va a haber memoria ni reparación ni reforma en el Poder judicial, que es el que nos está machacando”, concluyó la cronista.
A Pablo Iglesias no le resultó fácil expresarse después del visionado, justamente por la indignación y el dolor que las imágenes despertaron tanto en él como en la mayoría del auditorio. “Ponerme esta película a mí y hacerme hablar después puede echar por tierra buena parte de la táctica que estamos llevando a cabo”, confesó al iniciar su intervención. “Campanades a morts es una canción de guerra que te dan ganas de hacer boxeo con el enemigo, que es lo contrario de lo que hacemos nosotros, que es el ajedrez”, declaraba. “Pero detrás del ajedrez político está la rabia y es eso lo que te hace aguantar las hostias, porque les queremos ganar”, remató Iglesias.
La idea que el secretario general de Podemos defendió a lo largo de todo el coloquio fue que para combatir “el silencio, que es el instrumento político del olvido”, hay que llegar al Gobierno. “Hace falta poder para hacer políticas de memoria. Ganando unas elecciones no se puede cambiar el funcionamiento de los mercados globales pero sí el trabajo con la memoria”, aseguró.
Ante la pregunta de uno de los asistentes al debate sobre cómo encararía este cambio en la política histórica, Iglesias respondió que la reparación no debe concebirse como algo privado, que atañe solo el ámbito de las víctimas, sino que hay que incluirlo en el sistema educativo, en el cine y en la televisión. “Necesitamos planes de estudio que incluyan a los Derechos Humanos y a la dictadura, no puede ser que a la mayoría de nosotros nos haya pasado que se saltaran determinados temas en la escuela”, reclamaba el líder de Podemos.
Andoni Txasko, representante de la Asociación de Víctimas del 3 de marzo que también formó parte de la charla posterior al documental, denunció que en 2001 Mariano Rajoy, quien entonces era ministro del Interior, les negó a las víctimas de la masacre de Vitoria la posibilidad de ser consideradas víctimas del terrorismo y, por tanto, su acogida a la Ley de solidaridad, ya que, en su opinión, fueron ellos los que provocaron a la policía para que actuara violentamente. Nada nuevo bajo el sol. En tiempos de dictadura y ya en democracia, las autoridades españolas repiten el mantra de la criminalización de los manifestantes siempre que lo consideran oportuno.
“Lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”, decía Lluís Llach. Gemma Ubasart lo citó para explicitar las semejanzas que existen entre aquel momento histórico, el de la Transición, y este, como posibles finales de un régimen ya caduco– pero vivo todavía. “Yo creo que ahora, de todos modos, lo nuevo está naciendo con mucha fuerza y lo viejo se va a morir más rápi