El ‘Govern dels Millors’ de Artur Mas aprobó sus primeros presupuestos, gracias a la abstención del Partido Popular de Catalunya (PPC) y al voto favorable de Joan Laporta desde el grupo mixto. En total, 62 votos a favor, 54 en contra y 18 abstenciones para unas cuentas que suponen un recorte medio del 10% respecto a las del año pasado: por primera vez en la historia, se aprueban unos presupuestos que reducen el gasto en relación al curso anterior, cifrando así el presupuesto de la Generalitat de Catalunya en 32.630 millones de euros.

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“De momento, están accediendo con las pancartas y todo eso al interior de la plaza. Se están congregando en la plaza. Si ocupan la vía, ya avisaríamos”, informa un guardia urbano a través de su walkie-talkie. En Passeig de Gràcia, cuatro furgones (en adelante, lecheras) de los Mossos d’Esquadra custodiaban la Bolsa de Barcelona. Y en el tramo hasta la Plaça de Catalunya -lugar de la convocatoria-, media docena más. Lo cierto era que, a falta de veinte minutos para el inicio de la manifestación, en la plaza había más palomas que manifestantes. Sin embargo, en cuestión de minutos, las columnas llegadas desde distintos puntos (Sants, Casc Antic, Gòtic, incluso Badalona) ocuparon la plaza. Y las palomas volaron. Cuando la furgoneta Mercedes 413 CDI, descubierta como una ranchera, que encabezaba la manifestación, ya había dado inicio a la marcha y dejaba atrás la Plaça de Catalunya, centenares de personas aún estaban descendiendo por Passeig de Gràcia. ¿Falta de coordinación? Quizá, pero por suerte era una manifestación y no la coreografía de un lipdub.

La Mercedes 413 CDI contaba con un potente equipo de sonido, y lo más importante, con una mujer que se desgañitó durante todo el recorrido micrófono en mano para alentar y corear lemas. No habían transcurrido ni cien metros, cuando se realizó el primer alto en el camino. El lugar, sin duda, se lo merecía: la oficina del Banco de Santander, la misma donde José Luis Burgos ha llevado a cabo su protesta frente a los abusos que ha sufrido por parte del banco presidido por Emilio Botín. Y no faltaron las referencias explícitas a tan ínclito banquero: “Lladres! Banquers causants de la crisi, a judici! Estafadors a la presó! Botín assassí!”. Al cruzar la Gran Via de les Corts Catalanes, se alcanzó la segunda parada en el recorrido: la Bolsa de Barcelona. Allí continuaban las cuatro lecheras con al menos una decena de antidisturbios a pie, como una legión romana esperando a su Obélix particular. La mujer de la Mercedes 413 CDI también dedicó algunas palabras a los agentes de la policía catalana: “Mossos, defenseu el capital! Tard o d’hora, a vosaltres també us baixaran el sou! Heu d’estar amb el poble!”. Y una traca, que parecía anunciar el fin del mundo, explotó. A continuación, se produjeron tres breves anuncios: un hombre tomó el micrófono y reclamó la implantación inmediata de la tasa Tobin; después, le relevó de nuevo la mujer y anunció que la querella a Felip Puig ya había sido presentada a trámite; por último, hubo palabras de recuerdo a Carlo Giulani, el joven italiano que fue asesinado por un carabiniero durante las protestas contra el G8 en Génova, un 20 de julio de hace ahora diez años.

La manifestación abandonó Passeig de Gràcia al romper una esquina por Consell de Cent y volvió a romperla por Pau Claris, dirección Urquinaona. Valga una apunte: en Pau Claris muchas terrazas de bares mostraban las mesas ocupadas. Entre los clientes con corbata, camisa y gomina, se observaban, al paso de la manifestación, caras que reflejaban estupefacción y disgusto. Quizá fuera que a ellos nos les afectaban los recortes presupuestarios. Las protestas contra los recortes y la privatización del sector público, si es que alguna vez dejaron de serlo, todavía son una cuestión de clase.

Al alcanzar el edificio de Fomento del Trabajo Nacional, ya en Via Laietana, otra traca: ésta, en honor a Francisco Camps, el dimitido. Los manifestantes habían coreado diversos lemas (”Ningú no ens representa”, “Avui la democràcia és al carrer, i no al Parlament!” o el hit del año “No hay pan para tanto chorizo”), pero cabe destacar los cánticos que alzaban a voz en grito algunos interrogantes: uno de ellos, el que cuestionaba con indignada socarronería“Artur Mas, a quina mútua vas?”, y el más elaborado (pero no menos guasón): “A Toxo y a Méndez, les queremos preguntar cuánto dinero les van a pagar para evitar otra huelga general”, que se escuchó al paso de la manifestación por delante de la sede de Comisiones Obreras, un sindicato que no contaba con simpatías entre la muchedumbre presente. Y es que los manifestantes reclamaban la necesidad de una huelga general.

El final de la manifestación se produjo en Pla de Palau, entre una Estació de França repleta de pancartas y el Hostal Nuevo Colón con los balcones llenos de turistas contemplando, desde lo alto, la riada de personas. Y en frente, nueve lecheras cortando el paso hacia el Parc de la Ciutadella. Allí terminaba el recorrido, y la manifestación más que morir, se metamorfoseaba en una asamblea multitudinaria para decidir qué actos se debían realizar al día siguiente. Como rezan las buenas tramas de intriga, to be continued

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