La calle Valladolid, con su recreación del “Nautilus” de Julio Verne, ha sido la que se ha coronado como primer premio de la Festa Major de Sants, en un concurso en el que este año han participado catorce calles. La Revista Rambla habla con Josep Rafel -miembro de la Federació d’Associacions i Comissions de Carrers de la Festa Major de Sants- junto con el jurado encargado de decidir los galardones.

Por primera vez, el jurado encargado de premiar las mejores calles ornamentadas de la Festa Major de Sants ha estado formado por personas que no son vecinas de Sants. Excepto el secretario, el periodista  Albert Torras, “que sienta acta, y tiene voz pero no voto”, apunta Josep Rafel, que ha ejercido de guía del jurado a lo largo de las catorce calles concursantes. La idea de ‘importar’ el jurado allende las fronteras de Sants perseguía un criterio fundamental: que las personas encargadas de decidir sobre la valía de las ornamentaciones no se encontraran contaminadas con prejuicios adquiridos; en las palabras de Josep Rafel: “queríamos evitar el compadreo”. El otro criterio es que dispusieran de conocimientos especializados en lo referente a decoración, diseño, o bien en aspectos de carácter más sociales y participativos. Bajo estas premisas, los miembros encargados de decidir este año el concurso de la Festa Major de Sants han sido Núria Garrido y Maria Bolaños, estudiantes de Bau Escuela Superior de Diseño; Marta Herrera, estudiante de Eina Escola de Disseny i Art; Evelio Gómez, profesor de diseño; Jordi Morell, miembro de la Federació d’Entitats del Clot i Camp de l’Arpa; y Miquel Àngel Aragón, del Consell d’Associacions de Barcelona (CAB). Ante tal composición del jurado, pareciera que un tercer criterio hubiera estado presente: el de la llamada paridad entre hombres y mujeres. “No ha sido algo buscado”, sentencia Josep Rafel.

A las tres jóvenes estudiantes les gustaría repetir experiencia. “Es la fiesta transformada en arte”, resuelve Maria Bolaños, vecina del Poble Nou. Cada miembro del tribunal portaba consigo una ficha sobre los aspectos que debía puntuar de cada calle engalanada: la idea creativa, la portalada, la iluminación -si bien este fue un punto menor-, la cubierta, el material (tanto si era reciclado, como reutilizado; es decir, si se había aprovechado material de otras participaciones anteriores), etc. Al paso del jurado por cada calle, esperaba un portavoz encargado de explicar a los miembros la idea de la temática y el trabajo realizado; es decir, de ‘vender’ el producto. A la pregunta sobre qué discurso les había impactado más, las tres estudiantes consensúan rápidamente: el de Amadeu, un joven de 21 años, de la calle Valladolid, donde además de portavoz es el presidente de la comisión de calle. “No sé, se le vio que lo vivía mucho, por cómo lo explicó…”. ¿Así que la calle Valladolid debe ser favorita? Silencio en el jurado.

“También es importante que hayan participado los vecinos, la gente joven, la más mayor”, añade Miquel Àngel Aragón, del CAB. También apunta, en relación a los portavoces de cada calle, cómo algunas personas hablan de un trabajo colectivo y otras parecen individualizarlo -quizá sin poner la menor intención-, bien apropiándoselo, bien relegándolo a los méritos de otra persona. Jordi Morell, de la Federació d’Entitats del Clot i Camp de l’Arpa, cuestionado sobre las diferencias entre la organización de las fiestas en, por ejemplo, el Clot y las de Sants, valora como un hecho clave que las fiestas en el Clot son impulsadas a través de entidades mientras que -sin dejar de ser entidades- en Sants cada calle cuenta con una comisión de fiestas. ¿Ventajas e inconvenientes? Según Morell, a quien se nota que le interesa esta cuestión, las fiestas impulsadas a través de entidades tienen una posición más débil en las negociaciones con el Ayuntamiento (y frente las quejas de los propios vecinos) que la comisión de fiestas de una calle, si bien una entidad -en principio- contará con una transversalidad que le hará más representativa de un barrio. En todo caso, Morell comparte que “me gusta estar aquí, porque así puedo aprender sobre cómo organizan las fiestas en Sants”. Sin duda, una buena escuela.

Catorce premiados pero un solo ganador

Una ‘colla’ sardanista danzaba frente la fachada exterior de la Casa del Mig, en el Parc de l’Espanya Industrial, al tiempo que en la otra fachada, la más próxima al parque, las sillas preparadas para el evento de la entrega de premios se iban ocupando, en gran número, por ancianas y ancianos. Las peñas de las calles concursantes se distribuían alrededor de esta zona de asiento, cantando y dotando -sin aparente esfuerzo- a tan insigne momento de la chanza y el cachondeo popular. El acto contó con el bronceado julioiglesias de Alberto Fernández Díaz, presidente del Grupo Municipal del Partido Popular de Catalunya, y con el estilo casual sport del ex alcalde Barcelona, Jordi Hereu, que lucía polo azul y pantalón (casi) sobaquero. Las chanzas y las bromas populares, la gresca, de las peñas no iban dirigidas a nadie en particular: si el Regidor de Sants, el Sr. Jordi Martí, terminaba su discurso con un “Visca Catalunya!”, algunos peñistas apostillaban “¡Y viva Fuentealbilla!”, arrancando risas entre los alrededores; o cuando el presidente de la Federació d’Associacions i Comissions de Carrers de la Festa Major de Sants, el Sr. Ramon Tort, ponía punto final a su locución, los peñistas, entre aplausos, lo aclamaban a voz en grito: “¡Rabo, rabo!”. Fiestas populares: o se entienden o no hay nada que explicar.

En efecto: la calle Valladolid con su ‘Nautilus’ logró el primer premio del concurso, con un total de 617 puntos; un vecino de esta calle afirmaba que se alegraba “sobretodo por los chavales, que se lo han currado”. En segundo lugar, con 585,5 puntos, la Plaça de la Farga, que había recreado un aeropuerto, con su torre de control, su facturación, sus pantallas de llegadas y salidas, su arco de seguridad, sus nubes, su avión e incluso sus guardias civiles. En tercer lugar, Alcolea de Baix, que sumó 578,5 puntos, y que se acercaron a recoger el premio con una figura de Eduard Punset convertido en un santo redentor sobre un carrito de la compra.

No deja de ser digno de mención que el primer y el segundo premio de la Festa Major de Sants compartan, en la temática, la apropiación popular de lugares claustrofóbicos, donde la libertad de movimientos es entre escasa y nula. La resignificación festiva y lúcida de estos espacios -ya sea a través del homenaje épico o la nueva interpretación caricaturesca y liberadora- gracias a la creatividad y al trabajo colectivo, recuerda el verdadero sentido carnavalesco de las chanzas, el jolgorio y la inversión de papeles entre lo oficialmente elevado y su opuesto, que, en toda fiesta popular que así se considere, deberían estar presentes.

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