Ferran Barenblit, un argentino catalán nacido en Buenos Aires en 1968, es el nuevo director del MACBA. Ferran es historiador del arte, Barenblit director de museo. Ferran es amable, y se extiende con pasión cuando habla de arte igual que un literato se embelesa hablando de libros. Barenblit es cuidadoso, y su cautela le aconseja volver siempre al discurso público que ha construido para los medios como nuevo director del MACBA. Ferran Barenblit es nuevo en la institución, pero veterano en la lidia con los medios y el trabajo en el servicio público. Es prudente, aunque no calculador. No rehúye preguntas, pero cuida sus respuestas. A Barenblit, el director, se le piden titulares, y Ferran, el historiador, no los puede dar, porque sabe que todo necesita un contexto.

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Por ello una breve biografía. Ferran Barenblit, historiador del arte por la Universitat de Barcelona, ha trabajado en el New Museum de Nueva York y en la Fundación Miró, y ha sido director del Centre d’Art Santa Mónica (2002-2008) y del Centro de Arte 2 de Mayo (CA2M), en Móstoles, Madrid (2008-2015). Ahora, tras la polémica dimisión del anterior director del MACBA, Bartomeu Marí, sin apenas descanso, Ferran Barenblit toma las riendas de MACBA en el 20 aniversario del nacimiento del museo.

Apenas has tenido tiempo libre entre tu trabajo en el CA2M y el MACBA. ¿Lo necesitas? ¿Se toman vacaciones del arte?

Trabajar en esto es como cualquier otro trabajo, pero es verdad que es algo que se te mete muy dentro de la carne, y acabas conviviendo con ello todo el día. Y continuamente. Pero yo creo que , aunque sea en la cosa más apasionante del mundo tienes aquel momento de decir: “Ahora no voy a pensar en nada”.

¿En un cargo de esta importancia es posible dejar de pensar en aquello que llevas todo el día pensando cuando sales de la oficina, en todas las obligaciones que uno tiene?

En eso que no debe ser diferente a todos los trabajos… Yo siempre pienso en cómo debe estar el cirujano cuando se va a su casa cuando ha dejado un paciente recién operado, debe estar pensando toda la noche qué tal ha ido la operación. Creo que eso es verdadero estrés. Una institución como esta no debería generar estas situaciones.

¿Qué hace un director de museo como el MACBA cuando entra en la oficina después de desayunar? ¿Qué hace en su día a día?

En verdad el trabajo día a día es muy poco glamuroso. Contestas emails… Te ves con gente (eso es muy bueno), tienes oportunidades de hablar con muchas personas… También es muy diferente el trabajo del MACBA que el de un director de un centro como el CA2M, por la organización.

Aquí todavía no tengo una dinámica muy hecha. Hoy, día 1 de diciembre, se cumple mi segundo mes. El trabajo de un director de institución no corresponde absolutamente con el imaginario. Creo que estamos en un país que está muy acostumbrado a pensar que el director tiene que ser la persona de la cual emana toda la institución y que es casi un caudillo de su propio espacio.

A eso entraremos luego, porque ya te he ido siguiendo en otras entrevistas. Me interesa saber más acerca de qué  haces en tu jornada laboral.

Yo creo que se divide a partes iguales entre contestar e-mails… Mira, en el fondo todo tiene que ver con dos cosas: Saber un poquito más de arte y de la institución, y hablar con gente. Yo diría esas dos cosas. Un poco tiene que ver con estudio y conocimiento, navegar por internet, ver lo que está pasando, ver lo que están haciendo otros, tener un tiempo para leer… Cada día le llegan a la mesa de un director de museo un montón de publicaciones de otras instituciones.

La siguiente pregunta era esa. ¿Alguien que necesita tanta información, cómo se mantiene informado?

Espera, porque no hemos hablado muy bien de qué hace un director de una institución como esta. Se parece mucho más a un director de orquesta que a un capitán del ejército. En el sentido de que no quieres que todo marche al mismo paso, si no que funcionearmónicamente.

Entonces, ¿cómo se mantiene informado un director? De la mejor manera posible. Creo que el viaje está sobrevalorado, este es un sector en el que parece que siempre tienes que estar de viaje en algún sitio, pero creo que es bueno también estar un poco más en la institución en la que trabajas. Considerando que obviamente vas a muchos lugares, pero es bueno estar con los pies en tu lugar.

Y además intentar leer siempre que puedas. Los medios de comunicación tienen un papel muy importante, te enteras de mucho y disfrutas mucho a través de lo que escriben los medios. Para eso está la crítica de arte, para tener una visión opinada de lo que está ocurriendo en otros lugares.

¿Como Ferran, antes de ser director, cuando visitabas MACBA, qué te gustaba y qué te disgustaba?

Yo siempre había conocido esta institución a nivel usuario. O más bien, a nivel agente. Cuando se inauguró MACBA yo ya trabajaba en un museo y por eso siempre lo he visto desde el punto de vista del agente.  Después mi relación con la institución era personal. Yo trabajaba en el Centre d’Art Santa Mónica, del 2002 al 2008, y venía aquí, a  este despacho a hablar con Manolo Borjadirector del museo entre 1998 y 2007-, a intercambiar ideas, conocer proyectos… Cada ciertos meses venía aquí  charlaba con él y pasábamos al punto siguiente.

¿Y que le gustaba y qué le disgustaba del museo?

Me gustaba lo mismo que ahora, que esta es una casa con un nivel de perfección y precisión en el trabajo muy grande. Y quizás, no es que me disgustara pero no era lo que yo buscaba, pasaba lo que pasa con el nivel de una gran institución, que a veces queda distante… Y creo que esa es la apuesta de las grandes instituciones, cómo salvar el espacio que queda con el usuario, el visitante. Quizás soy yo, más acostumbrado a un trato más personal, de tu a tu, como en el CA2M o en el Arts Santa Mónica. O como en otro lugares del mundo a donde voy, donde a veces pasa eso que parece una grave herejía, que estás solo en la sala de exposiciones, o con un grupo de gente, con el que compartes cosas. Esa noción de pertenencia, de compartir. Eso también tiene algo bueno. En una institución como esta es uno de los grandes retos.

De hecho creo que esa es un poco mi función aquí.

Siguiendo con lo personal. ¿Qué le gusta o no encontrar en un museo a un director de museo? ¿Tiene alguna manía?

No estoy tan de acuerdo en que algo te gusta o te disgusta. Yo creo que incluso te gusta ver cosas que te horrorizan porque descubres cosas que tu no quieres hacer. O al menos te da un espacio de debate. Recuerdo ir con un colega a visitar un museo y haberle dicho “Me han encantado las cartelas”los letreros explicativos de las obras en los museos. Las habían puesto de una manera muy radical. Y mi colega me dice: “Pero como te puede gustar eso, es la cosa más horrorosa del mundo, es pretencioso…”. Y yo pensando: “Ostras, igual tiene razón, me ha fascinado a pero era pretencioso y fuera de lugar”.

Yo creo que no es lo que te gusta o no si no lo que puedes aprender de otros, incluso de lo que no te gusta. Supongo que un periodista lee un periódico también le pasa… Lo que sucede en los periódicos es que de ellos se transciende una ideología, que puedes compartirla más o menos. Y quizás es ahí a donde tenemos que ir. Qué comparto y qué comparto menos  de la forma discursiva de esta institución. Quizás lo que menos me gusta es una institución en la que voy y me intentan convencer de un discurso hegemónico y superior ante el que no tienes nada que hacer. Tan cerrado y tan atado, un discurso que no duda de si mismo, que no se auto-cuestiona. Eso es lo que menos me gusta.

Ese es un error que ni quiero ver que otro cometa.

En cambio todo lo demásObviamente me gusta ver exposiciones buenas, pero también las que no son buenas, porque de todo se puede aprender.

¿Cuál es tu libro de referencia como director de museos?

¿Libro o exposición? Me lo pienso y te lo digo luego. Estoy pensando en varias, referenciales. Yo más de una vez he pensado conseguir hacer algo la mitad de bueno que esto. Pero me quedo pensando decirte cual.

¿Qué libro que lee Ferran, el que no es director, cuando sale y se intenta olvidar del trabajo?

Ahora mismo… ¿Cuál dejé por último que me lo llevé a casa…? Bueno , te voy a decir la verdad, la entrevista de Manuel Expósito a Manolo Borja, precisamente. Eso fue lo último que me acabé de leer.

¿Qué imagen le conmueve a alguien que ve tanto arte cada día?

Ya me dejas dos preguntas para responderte…una imagen que me conmoviera últimamente…

No, te diré, ayer mismopor el día 1-, es una noticia, el último nieto encontrado en Argentina, el número 119. Más bien, la imagen es ese número, el 119. Es un número curioso, , , mi imagen es ese número. Pensar en qué se debe sentir ante una situación como esa, saber que de repente… tanto para la madre, para la abuela, para el nieto… Qué se debe sentir en una situación así.

A ti te tocó muy joven la dictadura argentinaFerran nació en Buenos Aires ocho años antes del inicio del inicio del Proceso– …

A me tocó muy joven, pero quizás no es solo por autobiografía, que también, pero son de esas cosas que todavía te hacen pensar que lo primero por lo que hemos de luchar es contra la injusticia. Eso es lo que me viene a la cabeza.

¿Qué temes como director de museo? De tu estancia aquí, de tus primeros meses…

Te diré cuál es mi mayor anhelo: Irme de aquí con la misma fiesta de despedida con la que me fui de Móstoles. O sea, lo que temo es lo contrario, irme sin fiesta de despedida. Yo creo que no es tan importante como se llega a una institución si no como se sale. Porque el cómo se sale es un registro de lo que ha pasado durante todo ese tiempo.

Entonces lo que más temo como director de museo es eso, que el día de la salida no sea algo que puedas celebrar con tus compañeros de trabajo.

Comentabas en una entrevista que al MACBA le falta punk…

Bueno, eso es un titular que yo nunca hubiera dicho. Los periodistas a veces sois así… Cuando trabajaba en el CA2M hubo una exposición que se llamaba Punk pero… Lo que creo, es que dentro del proyecto que yo planteo aquí que hay un punto de diálogo con las culturas populares contemporáneas.

Pero ahí vamos ya a una cosa discursiva muy concreta.

Por eso lo digo, cuando tu compañero puso ahí: “Le falta punk”, quizás igual lo dije eh, probablemente me preguntó: “ Le falta punk al museo?” y le respondí , le falta punk.

Pero lo que que es cierto es que una de las cosas que me gustaría aportar aquí es un mayor diálogo con las culturas contemporáneas. Y allí entran muchas cosas.

Por ejemplo, una ciudad como esta, como Barcelona, que es una ciudad especialmente canalla. Una parte de esta cultura underground ha quedado absorbida por el mainstream, lógico, razonable y hasta deseable. Pero otra no.

Y estas culturas han sido fuentes de inspiración muy grandes para las artes visuales. Un museo piensa desde las artes contemporáneas, y una parte importante de las artes contemporáneas son las artes visuales. En este aspecto, la música me parece especialmente importante también.

En Móstoles hice una trilogía de exposiciones, que luego tuvieron sus derivadas, pero que básicamente fueron tres grandes, Youth, Pop polithics yPunk. Cada una con dos años y medio de diferencia.

Sonic Youth llega en los años 80 en un momento en el que los artistas llegaban a Nueva York y se iban a una escuela de arte pero también se ponían a tocar música. Y algunos, los cuatro mismos de la banda, les fue muy bien y continuaron haciendo música, pero Kim Gordon –guitarra del grupotodavía se considera artista.

Y es que en el fondo era una exposición de sus amigos. Pasa que eran amigos extraordinarios, como Dan Graham, o Petittbon. Y te demuestran que ahí hubo un espacio de cierta resistencia, en los años 80, años conservadores…Fue cuando nació el neocon. El momento de Reagan y Thatcher. De golpe lo interesante no estaba en los canales mainstream, si no que se estaba generando otro mainstream en un espacio muy concreto de clubs neoyorquinos. Eso es una lección súper fuerte.

Y Pop polithics. La primera exposición (Punk) fue de Roland Cronenburg, no era producción nuestra. Pop Polithics, comisario Walter Munuera, que era producción propia. Iba a mostrar como la agenda política de las artes visuales tenía una inspiración en la agenda política de la música, esto es: Muchas de las piezas e ideas que circulan en el arte se han experimentado antes en la música.

Un ejemplo claro. La estética relacional, que surge en la década de los 90, Nicolas Bourdieux la teoriza. Sobre los lugares de encuentro, el arte puede ser un lugar, que empieza a generarse en un punto de encuentro para sentarse y estar a gusto, beber, comer y estar en conjunto. Eso se llamaba club –con acento inglés­– o club –con acento español­-, y antes se llamaba discoteca. Es una explicación muy burda, pero ahí había esa noción…

Te me estás escapando. Yo te preguntaba lo de punk porque te quería preguntar con qué música te gustaría que se relacionara tu etapa en el museo.

Con muchas. El punk es una. UfTe diría muchas…

¿Qué música querrías en tu despedida?

Ahí te podría decir desde lo más festivo, a lo más estrictamente…Yo creo que ahí hay un espacio como de emociones compartidas en la música que te sirve para muchas cosasPero si me preguntas: ¿De qué soy yo? Hay un titular famoso de una entrevista que le hicieron a Bartomeu Marídirector que precedió a Ferran, entre 2008 y 2015-, que decía: “A mi predecesor le gustaba Schubert, a mi Joy Division y a mi sustituto Sonic Youth”.  O yo añadiría de Siniestro Total, que yo soy de Siniestro.

Tengo tantas referencias musicales que no sabría qué decirte, pero ahí las tienes un poco, en ese tipo de forma de mirar el mundo que te permite la música que es saltarte totalmente determinadas convenciones y avanzar hacia otras.

Pro también me encanta el flamenco ríe-. Que también lo permite, por cierto. Barcelona es una ciudad muy flamenca, por cierto. O lo era.

¿En qué fase está el Macba: infancia, juventud, madurez…?

Yo creo que mayoría de edad. Tenemos 20 años y tres días, el sábado fue el 20 aniversario. Yo creo que es mayoría de edad, clarísimamente. Los pilares sobre los que se sustenta la institución son súper sólidos…

Los pilares son sólidos y quizás es momento de seguir madurando. Y de asumirlos como propios. Yo creo que aquí los períodos existen, los directores cambiamos y es importante que cada uno de nosotros aportemos. Pero la institución es mucho más importante que nosotros.

Creo que esos pilares están muy establecidos, y es momento de seguir construyendo a partir de ellos.

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¿En qué consiste tu proyecto, y sobre todo en qué se diferencia del anterior?

Creo que pedimos demasiado a los directores. Que tengan su proyecto y que sea radicalmente personal… Yo creo mucho en la institución.

¿En qué se diferencia mi proyecto?

No se diferencia, evoluciona. Las bases están claras:

Cómo se define el museo, qué temas ha tratado, lo que el museo ha tenido como propio a lo largo del tiempo. Yo creo que estas cosas son las que no puedes cambiar, porque son las que están en la historia del museo, en su trayectoria, pero sobre todo, están en la colección. No te lo puedes saltar todo.

Creo que, por una parte, lo que tenemos ahora es una evolución de visión. El museo tiene 20 años, y habrás oído que en alguna entrevista me pusieron ese titular de “hay que poner el reloj en hora”. Cuando un museo cumple 20 años y es de arte contemporáneo, tiene que pensar en cómo seguir siendo contemporáneo. Y ahí hay un cambio de visión.

Cuando se inauguró este museo en los 90, sobre todo cuando Manolo –Borja, ex-director- llegó en el 98, ¿a través de quién se miraba? A través de una generación que emerge en los 70, que es la generación del conceptual catalán, que no se había podido enmarcar bien hasta entonces. Se había intentado entroncar mucho en discurso formal catalán. En cambio Borja lo enlaza con un discurso mucho más político. Este museo, sobre todo con Bartomeu, mira sobre todo a través de los 70.

Han  pasado 20 años y creo que es momento de mirar si la centralidad narrativa debe alterarse y hacerla crecer con el tiempo y trasladarla hasta la década de los 90. No digo para nada la cronología. El museo abarca una cronología clara: Segunda mitad del S.XX. y S.XXI.

No hablo de cronología, si no de visión.

¿Cuáles son estas nuevas narrativas hacia las que mirar?

No hablo de nueva narrativas, hablo de una cuestión de visión. ¿Por qué? Porque gran parte del mundo tal y como lo conocemos, se dibuja en la década de los 90. No todo, por supuesto, por eso hay que respetar lo anterior.

Pero algunos elementos del contexto del arte actual y de la cultura, sobre todo en un momento de verdades blandas como el de ahora. Cualquier discurso político que hagas ahora tiene que partir de la duda y de aceptación de la duda. Yo creo que el momento brillante políticamente en el que estamos ahora es que nuestras convicciones son férreas pero nuestros métodos son el cuestionamiento. Y por eso es un gran momento para la cultura, un gran momento para unmuseo. Porque un museo se puede convertir en un agente de este cuestionamiento. Un lugar en el que plantearse políticamente el mundo. El arte actúa por analogía, piensa a distancia. Ese pensamiento a distancia es el que convierte al museo en una maquinaria políticamente útil.

Porque tú también decías que el museo no tenía que ser político…

No, yo decía que no tenía que ser explícito. Tiene que ser político, absolutamente político. Incluso si no pretende serlo.  No hay nada más político que pretender ser apolítico.  Dicen que Franco lo decía: “Hagan como yo, no se metan en política”.

Entonces, a lo que iba, el museo debe ser un lugar político, pero no explícito. Cuando me han preguntado: ¿Cómo se posiciona sobre este o aquel tema? El museo no se posiciona, el museo piensa.

O sea no es un actor político…

Es un agente… No, sí, sí que lo es, es un actor político, pero eso no significa estar posicionado. No significa decir: En este tema tomamos esta postura. Es un espacio para pensar. Para que el pensamiento discurra, para cuestionar, para girar la realidad sobre si misma. Para hacer que la realidad se auto-cuestione y se pregunte el porqué de su ordenamiento, por qué existen algunas normalidades asumida. Normalidades que parece que deberían ser normales, pero que quizás no deberían serlo.

Yo defiendo mucho el papel político del museo, lo que digo es que no tiene que ser explícito. ¿Por qué? Porque hay una cierta presión ante ese posicionamiento y ese posicionamiento es un posicionamiento de discusión, de pensamiento.

Volvamos a la visión que el museo debe cambiar.

Sí, nos hemos quedado a medias. ¿Qué elementos emergen en la década de los 90?

Hemos hablado antes de la década de los 80. Una década muy conservadora, si no reaccionaria, en la cual hay un intento de vuelta al orden en el que se fuerza una vuelta a una formalidad contundente, y en los 90 ese sistema entra otra vez en crisis. Y hay muchos elementos que parecen normales, pero que no lo son tanto.

Por ejemplo, se define la red institucional del arte. El Reina Sofía y el MACBA inauguran en los 90, por ejemplo.  A nivel global se internacionaliza cada vez más el mercado y aparece un recorrido de bienales que también se va globalizando. Reaparecen algunos temas que estaban ahí, en la lógica de los 70 y los 80, que tienen que ver con un posicionamiento de género, político, con el impacto de una tecnología que de repente se convierte en accesible, con lo cual todo gira  a una diferencia en la producción. Y lo cual fuerza también a un proceso de posproducción. Y muchos elementos más que van apareciendo. Aparece internet. En el 90 nadie sabía lo que era un e-mail, en el 99 todo el mundo tenía uno.

¿Y qué genera todo este contexto?

Dibuja un panorama que nos ayuda entender mucho el mundo en el que estamos ahora. Los artistas que emergen en esa época son ahora, a su vez, una referencia para nuevas generaciones. Y ahí es donde creo que es interesante situarse.

¿En el margen entre los artistas que nacieron en aquella época y están consolidados ahora, y los que están teniendo a estos artistas como referencia?

Ahí vamos. Eso es lo que hizo este museo hace veinte años.

El MACBA nace con la idea de representar lo anti-hegemónico…

No nace con esa idea. Esa idea aparece a lo largo de su historia. No está en su germen de nacimiento.

¿Y forma parte de su identidad actual?

Totalmente.

Bien, porque hablamos de lo implícito de la política en el museo, pero resulta que las decisiones dependen mucho del Consorcio del Ayuntamiento, de la Generalitat, de la Fundación MACBA y del Ministerio de Cultura, cuatro entidades hegemónicas y explícitamente políticas. ¿Cómo se combina esta faceta implícita de la política con la influencia de estas entidades?

Servicio público. Servicio público.

¿Pero no es ingenuo pensar en un servicio público despolitizado?

No, no me has entendido bien. Yo no digo que no sea politizado. Digo que es altísimamente político, lo que digo es que no es explícito.  ¿Cómo me posiciono yo? Yo me posiciono con la programación. Y con la forma de pensar, y con lo que pueda decir en una conferencia… Por ejemplo, un tema clave: La relación con el turismo. Que es un tema políticamente muy sensible en la ciudad ahora mismo. Pues yo creo que desde un museo puedes reflexionar y pensar en eso (entre otras cosas porque recibes a ese turismo) sin decir… Para eso están los políticos. Yo insisto en que…. Mira, ¿Te puedo leer una frase? Prefiero leerme para no equivocarme.

Esta es la frase que le dije al Comité en el proceso de selección para director del MACBA. “El museo debe ser un servicio público que refleja y pone en marcha en la ciudad una cultura crítica, diversa y cuestionadora. Una institución que combina su responsabilidad de mirar al pasado reciente con la de construir presente y futuro por medio del relato de experiencias plurales que renuncian a la narración unívoca y hegemónica. Rechazando la instrumentalización y reforzando los complementos democráticos el museo debe contribuir a la emancipación de la ciudadanía para enfortecer individuos y colectivos que puedan impulsar cambios positivos en la sociedad”.

El museo pensado como un servicio público al servicio del progreso.

¿Y eso se puede hacer con esos cuatro socios?

Por supuesto. Claro, básicamente. Son unas administraciones públicas de las que yo espero todo. Lo digo en positivo. Yo llevo trece años trabajando en la administración pública y defiendo el carácter absolutamente público del museo, combinado en este caso con la iniciativa privada que es la que aquí ha tenido recursos para adquirir obras de arte con una generosidad inmensa. Y esto es totalmente combinable siempre que no olvidemos que nuestro objetivo es el servicio público.

Y eso es totalmente posible.

Cambiando un poco de tema… El MACBA en su momento fue un revitalizador del barrio. Un edificio que se construye para revivir esta zona. ¿Sigue teniendo esta función de cara al barrio? ¿Qué función tiene el MACBA ahora como edificio y como institución de cara al barrio?

Los entornos del MACBA son claros. Barrio: Raval, ciudad: Barcelona, área: metropolitana, Cataluña, España, Europa… El barrio es fundamental, creo que hay que tener un diálogo más intenso. No lo conozco a fondo, hay partes de esto que uno las descubre conforme va avanzando. Habrá gente que lleve mucho tiempo trabajando aquí y lo tendrá muy claro, pero yo, personalmente, como Ferran, no tengo clara cuál es la relación tras 20 años.

Creo que es un barrio sometido a muchas contradicciones. Tiene una primera capa muy gentrificada y luego otras que no lo son tanto. Y ahí tenemos que establecer un contacto mayor. No solo con la realidad del barrio si no con el imaginario del barrio. Pero es cierto que es uno de los grandes espacios pendientes de reflexión.

¿Cómo hace un director de museo para familiarizarse con la ciudad nueva en la que trabaja?

No tengo una respuesta muy elaborada para eso, más que la percepción. Y el conocimiento. Barcelona es una muy buena ciudad en una cosa, y es que hay determinados canales formales que funcionan bien.  Con formales quiero decir que, a diferencia de otras ciudades, la sociedad civil sí que tiene unas articulaciones en red sólidas y representativas. Eso en Madrid no existe tanto. Por ejemplo asociaciones vecinales, artísticas…cualquiera. Barcelona es una ciudad tradicionalmente muy asociativa, para lo bueno y para lo malo. Yo creo que ese es uno de los caminos para penetrar en un tejido. Ahora. Esta pregunta me la tendrías que repetir dentro de un tiempo.

Ya pasando a la última parte. Yo leí también que usted decía que el arte contemporáneo y museo son dos conceptos antagónicos. ¿Entonces, cómo se combinan?

Estoy convencido de eso, son antagónicos. Pero para combinarlos…. Creo que es muy pronto para decir la respuesta pero yo creo que algún día, dentro de dos, tres directores, alguien en este museo dirá: “Ostia, ¡tenemos piezas del siglo XX! Esto no puede ser.” Es un tema por el que pasamos de puntillas las instituciones, que es cómo mantener contemporáneo un museo de arte contemporáneo.

Porque todavía vivimos en esa contemporaneidad…

Claro. Esto ya ha pasado con el MOMA. Fue inaugurado como museo de arte moderno, y ahora ha ido cediendo parte de sus piezas más antiguas al Metropolitan, porque ya no tienen contexto como para ponerlas bajo el nombre de modernas. El  MOMA se inaugura en 1929 con piezas desde la década de los 80 del siglo XIX. Pero claro, tiene que ir haciendo avanzar su margen temporal.

Por ejemplo el museo en el que trabajé yo en los 90, el New Musem de Nueva York tiene una colección semi-permanente. Se adquirían piezas de no más de 10 años, y se vendían, o cedían (la palabra es deaccionar) antes de 20 años, con lo cual ninguna pieza podía tener más de 20 años jamás. Después la realidad fue muy diferente a esto, pero como planteamiento no está mal. ¿Cómo mantener un museo contemporáneo?

¿Y es aplicable este formato a un museo como el MACBA?

Ningún museo lo hace, con lo cual probablemente no. Con el ordenamiento jurídico español es muy difícil. Cuando una  pieza entra en una colección es para siempre.

¿Puede un museo de arte contemporáneo no ser exclusivo? ¿Cómo se conecta el MACBA con el área metropolitana de Barcelona que citabas antes?

Para mi es tema número uno. No hemos hablado que entre las particularidades de mi proyecto entra una centralidad en la audiencia. Eso quiere decir nada más que ponerte en la piel de todas y cada una de las personas que entran por la puerta. Compartir emociones, experiencia. ¿Eso cómo se hace? Creando micro-comunidades que puedan activar espacios de experiencias compartidas, que no necesariamente tengan que ser creadas pensando que hay un gran público al que dirigirte. Si no que hay pequeños núcleos con los que hay que trabajar y con los que compartir. No tenemos que pensar que el museo es igual para todo el mundo. Y uniforme, si no que en cada situación de pueden generar diferentes modalidades de contacto que pueden generar situaciones muy diversas. Pero que son micro.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo, en el CA2M, no pensábamos que nos dirigíamos a un público todo igual y uniforme. Si no que el motivo por el que ibas a un museo era diferente. Entonces, ibas a una conferencia y visitabas las exposiciones. Ese tipo de uso del museo.

Por ejemplo, en las picnic sessions nos encontrábamos un jueves de verano, en la terraza, muchas veces las mismas personas. Siempre había dos cosas, porque era muy importante el intermedio entre ambas. Había una barra de bebidas para tomarte una cerveza, compartir, intercambiar. Yo iba con mis hijos… Un momento de intercambio y de estar todos juntos en el mismo lugar. Y eso es realmente lo que genera esa sinapsis. Lo que genera realmente una comunidad que va creciendo alrededor de la institución. Mucho más que pensar que tienes que hacer un blockbuster y que quieres tener una larga cola ya que en la cola todos van a ser iguales.

Es imposible venir a un museo de arte contemporáneo y no escuchar aquello de: “Yo esto también podría hacerlo”. ¿Cómo explicamos el arte contemporáneo?

Pedirle al arte que se entienda es pedirle algo que no se le pide a otras expresiones humanas, y no humanas. ¿Por qué le pedimos al arte que debe entenderse? ¿Por qué después de ver una película de cine no preguntamos: ¿La has entendido? Una exposición la tienes que entender, una película no. Hay algo ahí, que tiene mucho que ver con la cultura mediterránea de la imagen en la que estamos, que es una cultura barroca, con tendencia a pensar que la imagen significa algo.

En Barcelona no, pero hay gente que a muy pocos kilómetros de aquí saca a pasear imágenes por la calle. Esa cultura de la imagen es una cultura de una cierta comprensión. En inglés, por ejemplo, la gente no dice “no entiendo” lo que me estás diciendo. Cuando entras a un museo de arte contemporáneo no es de no comprensión, no hay esa idea de que lo tienes que comprender, te puede parecer una tomadura de pelo, pero no es que no lo entiendes. Yo creo que no hay nada que entender.

Obviamente lo que debe hacer la institución es poner a disposición de la audiencia todos los elementos para disfrutar al máximo, porque hay códigos que son más o menos visibles dentro de la pieza y hay que asegurar que los estás incorporando a la exposición. Ese es el trabajo de contextualización que hace una institución cultural, un museo. La clave del museo es esa. No pones el arte en bruto, pones el arte con un discurso, una capacidad de generar una trama de contenidos.

¿Eso es lo que le da valor a la obra?

No… Tampoco creo que sea el museo el que le tiene que dar valor a la pieza. Pero me parece que pretender que el museo haga que el arte se entienda…  Lo que sí estoy de acuerdo es con ese comentario recurrente: “Esto también lo podría hacer yo”. Mi respuesta a esto siempre es la misma: “Ya, pero ya está hecho”. ¿Tú podrías haber hecho eso? Sí. Yo también podría escribir la historia de un señor que leyendo novelas de caballerías pierde la razón etc. No me quedaría tan bien, pero la obra la habría hecho. Pero ya está hecha. Escribe otra. Y probablemente tendrás que competir con esta en este mismo espacio. Bienvenido, ya eres artista.

Una de las críticas tras la polémica de la escultura del Rey y el Soberano, del anterior director, Bartomeu Marí (Una obra en la que Juan Carlos, ex-rey de España, aparecía sodomizado, fue censurada y luego, tras las críticas, re-expuesta en el museo causando una polémica que le costó el cargo al director) era que el arte se había aburguesado, que había perdido su función de transgredir. ¿Tiene esa función el arte? ¿Necesita función alguna?

Su función no es transgredir. Y no creo que esa pieza fuera intrínsecamente transgresora, si es esa la pregunta. Si la pregunta es si la función del arte es transgredir. No, no es intrínseca. En la exposición de punk el comisario decía: “El punk fracasó.” ¿Por qué? Porque es cultura mayoritaria ahora. Eso es un verdadero fracaso para el punk. Pero bueno, llevaba intrínseco su propio fracaso.

Así que pensar que tienes como objetivo transgredir… Entonces no estás transgrediendo. Yo creo que en el fondo se trata de tener un discurso sólido. Y para construir ese discurso puedes necesitar determinadas herramientas. ¿La transgresión puede ser una? Por qué no. Pero no es un objetivo en si mismo.

¿Qué MACBA quieres ver dentro de 20 años? ¿Estás incluido tu?

Ríe­ Voy a venir de público, yo no voy  a estar 20 años en MACBA trabajando. Me gustaría ver un MACBA pensando en tiempo presente. Que venga alguien y que diga: Eso que se hizo hace 20 y que intentaron hacer evolucionar la visión… O sea, que la visión de los artistas de 2035 se basa en los artistas que emergieron de los 10  a los 20, por ejemplo. Eso mismo que estoy diciendo yo ahora. Y que mantenga su lugar en el mundo, pensando desde Barcelona, muy importante la ultra localidad. E intentando proyectar una mirada crítica e inteligente sobre el mundo con una colección cada vez más sólida.

Y la colección. Piensa que las exposiciones al final se olvidan, pero si piensas a largo plazo es la colección, siempre.

Y por último, recuperemos la pregunta del principio. ¿Qué experiencia o  imagen conmueve  a un director de museo?

La exposición de Hito Steyerl en el Reina Sofía. Una exposición extraordinaria, la  admiro muchísimo.

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