Un gran muro humano, como le gusta decir al fiscal del juicio del 1-0, Javier Zaragoza, llenó una vez más las calles de Barcelona, ​​concretamente el tramo de la Gran Vía entre la plaza de España y algo más allá de la plaza Universidad, para reclamar el derecho a la autodeterminación y para protestar contra el «juicio farsa» contra el proceso que se está llevando a cabo en el Tribunal Supremo. Para la organización, Òmnium Cultural y la Asamblea Nacional Catalana (ANC), desde las cinco de la tarde, cuando se inició la manifestación, hasta pasadas las siete, se reunieron hasta 500.000 personas.

La protesta del muro humano volvió a dejar patente que una parte de la sociedad catalana mantiene intacta la capacidad de movilización iniciada ya en 2010 con la sentencia del Estatuto. Venidos de todo el país, y con muchas ganas de hacerse oír, el inicio del juicio en Madrid y el anuncio de convocatoria de elecciones españolas culpabilizándolos su independentismo que hizo Pedro Sánchez, han reavivado la chispa reivindicativa. Y a pesar de que el lema de la cabecera era «La autodeterminación no es delito», seguramente la frase que se sintió más durante la concentración fue la de «Libertad presos políticos». No la única, pero sí la más repetida, en un acto en el que los organizadores, con el apoyo de un montón de entidades, de los CDR, miembros del gobierno, y de formaciones como ERC, JxCat, PDeCAT, de Cataluña en común-Podemos y de la CUP, exigieron también el fin de los procesos judiciales de tipo político, el libre retorno de los exiliados, el respeto a los derechos fundamentos, civiles, políticos y sociales y, por supuesto, el de la autodeterminación.

El vicepresidente de Òmnium, Marcel Mauri, fue el primero en pasar por el escenario instalado en la plaza Universidad haciendo un agradecimiento a la gente porque, dijo, «sabíamos que no fallaríais», y advirtiendo al fiscal que » sí, somos un muro humano de disidentes llenos de dignidad y autoestima, la misma que tienen nuestros presos políticos «. Mauri aseguró que el juicio no sólo era en «doce hombres y mujeres de paz», sino a los más de dos millones de personas que defendieron unas urnas. E hizo también una demanda directa a Sánchez para que «sea valiente, ya que todavía está a tiempo para instar la abogacía del Estado a retirar todas las mentiras» contra los líderes sociales y políticos juzgados en el Supremo. El relevo en el escenario lo cogió la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, que pidió no normalizar este juicio, que «no debería existir» si se hubiera hecho la independencia o el Estado español fuera democrático » . A pesar de ello, reclamó que se utilice como «una herramienta» que haga un efecto «boomerang» para poner en evidencia el Estado a escala internacional. De la comunidad europea también habló la portavoz del gobierno, Elsa Artadi, primero para pedir a los parlamentarios que «no claudican ante los viejos estados obsoletos» porque Europa debe ser «una tierra de libertad», y luego concretarlo en Antonio Tajani, al decir que «es una vergüenza» haber prohibido la conferencia de Carles Puigdemont y Quim Torra.

Tanto en las intervenciones de Artadi como del diputado Gabriel Rufián (ERC), de Joan Josep Nuet (CatECP) y Natalia Sánchez, retumbaron con fuerza la llamada a la «unidad» entre los manifestantes. Nuet tuvo palabras de recuerdo para Carmen Forcadell y fue el único en admitir que en una lucha que será «larga» se necesita todo el mundo porque «la unidad republicana será la única que nos hará vencer y nos hará libres». Rufián, por su parte, tiró con bala contra la unión de Vox, el PP y Cs, advirtiendo a los «tres jinetes del apocalipsis ultra que no pasarán y Cataluña será su tumba». El tiempo lo dirá.

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