En las elecciones presidenciales de Sri Lanka, del 22 de septiembre, fue electo Anura Kumara Dissanayake, quien se define como marxista, como nuevo presidente. Representa a la alianza Poder Popular Nacional, que incluye a su partido de izquierda, del cual es presidente desde el 2014, Frente de Liberación del Pueblo (JVP). Obtuvo el 42,3% de los votos contra el 32,8% de un candidato de centroderecha y un 17% del actual presidente que pretendía reelegirse. Miles de personas, muchas muy jóvenes, trabajadoras y trabajadores, salieron a festejar este triunfo electoral con banderas rojas y retratos de Marx y Lenin. Una sorpresa internacional. Las columnas masivas, con sus banderas y pancartas, mostraron las expectativas por cambios de fondo en Sri Lanka.

La rebelión popular del 2022

Esta expresión electoral está directamente conectada con la insurrección del pueblo trabajador de hace dos años, de julio del 2022, cuando después de tres meses de grandes movilizaciones, centenares de miles de personas tomaron la casa de gobierno y el anterior presidente hasta ese momento tuvo que escaparse del país. Esa insurrección del 2022 fue una reacción popular ante el desastre económico. La crisis capitalista internacional encareció los alimentos y el combustible, la deuda externa con China, Europa y Estados Unidos se hizo impagable, y los capitalistas, que ganan con las exportaciones, se llevan sus dólares fuera del país, el Estado quedó sin divisas. Y estuvieron meses sin comprar combustibles ni otros productos de importación, dejaron de funcionar transportes, y se cortaba la electricidad y el gas, y se dejó de importar medicamentos básicos. Decenas de miles de trabajadores fueron despedidos o suspendidos sin salario.

Continúa la crisis y brutal explotación de las y los trabajadores

Sri Lanka es una isla, de 65.610 km², ubicada al sur de la India, con 22 millones de habitantes. Además de sus tradicionales exportaciones agrarias de té, coco, aceite de coco y arroz, se convirtió en últimos 20 años, como otros países asiáticos, en un gran exportador de textiles, con empresas asociadas a las multinacionales japonesas, chinas, yanquis y europeas, con mano de obra baratísima. Hoy le llaman “la fábrica mundial de corpiños”. Antes de la crisis e inflación aguda y devaluación de la rupia (moneda local), las obreras y obreros textiles ganaban 62 dólares mensuales. Ahora es mucho menos, los textiles 44 dólares de mínimo, pero con enorme aumento en el costo de vida, incluso medido en dólares. Pero además son esclavizados, tienen que trabajar entre 14 y 16 horas por día, los siete días de la semana. Se calcula que es el salario más bajo de la región de Asia Pacífico. El sector textil emplea directamente 400 mil trabajadores e indirectamente otros dos millones, la mayor parte son principalmente mujeres que provienen de zonas rurales.

En julio del 2022, después de la insurrección y huida de anterior presidente, Ranil Wickremesinghe prestó juramento como nuevo presidente. Logró nuevos acuerdos de préstamos con el FMI, aumentando la deuda estatal que hoy es una de las mayores del mundo en relación con su PBI (la deuda supera al PIB anual). Y con eso una relativa estabilidad, pero aumentando impuestos y con eso el costo de la vida, y bajando salarios reales.

Lo que sucede en Sri Lanka, también ocurre en otros países asiáticos cercanos, también productores de textiles baratos, como Bangladés, que también tuvo una reciente rebelión popular exigiendo un cambio de fondo.

El nuevo gobierno de izquierda

El presidente electo Anura Kumara Dissanayake, quien era parlamentario desde el año 2000 y fue Ministro de Agricultura durante un año en el 2004 bajo el gobierno capitalista de Chandrika Kumaratunga, ha dicho en sus primeras declaraciones que no romperá el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Sí afirmó que va a haber rebaja de impuestos (que están afectando directamente a las importaciones de productos que consume el pueblo) y que va a renegociar el pago de deuda de 25.000 millones con el FMI. Esto indica que el nuevo presidente no se propone un cambio económico de fondo que necesita y reclama el pueblo trabajador para salir de su brutal miseria y explotación.

La alianza Poder Popular Nacional podríamos definirla como de centroizquierda, integrada por sectores de la izquierda reformista, que no se sugiere romper con el FMI y el capitalismo. Lo interesante ha sido que las masas, que se rebelaron en 2022, canalizaron sus reclamos pendientes votando a la izquierda, a una alianza que se dice marxista.

En Sri Lanka los cambios de fondo deberían comenzar por el no pago de la deuda, la nacionalización con control de sus trabajadores de la industria textil y la protección de la producción agraria de pequeños campesinos. Por supuesto que este cambio de fondo que hoy no plantea el nuevo presidente, y que jamás aprobaría el actual parlamento dominado por la derecha empresarial, solo podrá realizarse con la movilización masiva del pueblo trabajador, como ya se dio hace dos años.

Desde la UIT-CI saludamos y nos solidarizamos totalmente con esta lucha del pueblo trabajador de Sri Lanka por un cambio de fondo, por un verdadero gobierno de la izquierda, de la clase trabajadora y los campesinos que abra el camino del socialismo, como lo mostraron en sus marchas de festejo, que termine con la miseria y la explotación laboral.

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