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En este desfile de modelos con ropa manchada de sangre, Avalot denunciará cuáles son las empresas que explotan mano de obra barata y precaria en el extranjero y cuáles son sus condiciones laborales, así como la persecución sindical que aplican algunas de estas empresas también en nuestro país, y hará un llamamiento a la responsabilidad de los consumidores y las consumidoras.

Revise las etiquetas de sus camisetas. Seguro que en muchas —a menudo las más sencillas, esas que puede comprar a solo 6,95 euros, dice “Hecho en Bangladesh” o made in Bangladesh—. Quizá hayan sido cosidas en talleres textiles no tan distintos de los alojados en un edificio de ocho plantas que colapsaron el miércoles en las afueras de Dacca (Bangladesh). Con más de 400 muertos y cientos de desaparecidos es una de las mayores catástrofes de una precaria industria que llena las tiendas de occidente de ropa baratísima y es clave en la economía de Bangladesh.

Miles de trabajadores textiles se han echado a las calles a protestar por sus lamentables condiciones laborales, lo que ha implicado el cierre de cientos de talleres. También pararán este sábado.

La policía de Bangladesh ha anunciado durante la madrugada del sábado la detención de dos de los propietarios de los talleres. “Aquellos que están implicados, en particular la persona que ha obligado a los obreros a trabajar ahí, deben ser castigados”, había asegurado antes el primer ministro Sheikh Hasina.

Mientras continúan las labores de rescate, aumenta el número de víctimas y aumenta también la presión sobre las compañías que comercializan esas prendas. ONG occidentales batallan desde hace años con grandes, y famosas, empresas textiles para que asuman responsabilidades y se impliquen para mejorar las condiciones de trabajo en estos talleres de costura. Varias empresas han admitido que cosían para ellos en el edificio Rana Plaza: la española El Corte Inglés, la británica Primark, la canadiense Loblaw y la danesa Group PWT.

La compañía Primark emitió una nota tras el desastre en la que explica que “trabaja desde hace años con ONG y minoristas para revisar los estándares de las fábricas en Bangladesh. Primark promoverá que esas inspecciones también incluyan la integridad de los edificios”.

Hace solo cinco meses otro siniestro, en aquel caso un incendio en un taller bangladeshí, mató a un centenar de empleados.

“Muchos de estos edificios son trampas mortales, sin rutas de escape adecuadas. De modo que este incidente es chocante pero no sorprendente”, ha asegurado a la BBC Sam Mahers, de la campaña Labour benhid the Label (el trabajo tras la etiqueta).

La víspera del brutal derrumbe (que aplanó un edificio de ocho plantas, algunas supuestamente construidas de manera ilegal, donde trabajaban más de 3.000 personas) corrió la voz de que el inmueble tenía grietas. La policía fue avisada, incluso se presentó allí un equipo de televisión al que impidieron filmar unos guardas, según el relato de The New York Times. Las autoridades aseguraron que un ingeniero había hecho una inspección y había dado el visto bueno. Al día siguiente los costureros seguían a la tarea. Dos policías fueron a inspeccionar; están entre los desaparecidos.

Kreisler, de Ropa Limpia, recalca que los empleados textiles de Bangladesh (el 90% de los cuales son mujeres) están entre los peor pagados del mundo: cobran unos 32 euros al mes. Y son, por eso, de los más competitivos junto a los chinos. El peso del sector textil en la economía del país asiático es formidable: supone el 70% de las exportaciones (cuyos destinos suelen estar en Europa y Estados Unidos) y el 17% del PIB, según la Asociación de Fabricantes y Exportadores de Ropa de Bangladesh.

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