La Franja de Gaza, un enclave costero de apenas 365 kilómetros cuadrados donde viven más de 2,1 millones de personas, ha sido escenario de un conflicto armado prolongado y devastador, especialmente desde la escalada iniciada el 7 de octubre de 2023. La guerra entre Israel y Hamás ha dejado decenas de miles de muertos, más de 145,000 heridos y una crisis humanitaria descrita por muchos como un genocidio. A pesar de la gravedad de la situación, las Naciones Unidas (ONU) no han desplegado cascos azules (fuerzas de paz) en el territorio.

Contexto del conflicto y la ausencia de cascos azules

Los cascos azules, conocidos por su rol en operaciones de mantenimiento de la paz, son fuerzas multinacionales desplegadas bajo mandato del Consejo de Seguridad de la ONU para estabilizar zonas de conflicto, monitorear procesos de paz y asistir en la implementación de acuerdos pacíficos. Desde 1948, la ONU ha desplegado estas fuerzas en regiones como Líbano y los Altos del Golán, pero nunca en Gaza, a pesar de su historial de violencia recurrente. La propuesta de enviar cascos azules a Gaza, evocada por la Liga Árabe en mayo de 2024, se considera «muy difícil» debido a las particularidades del conflicto y las restricciones estructurales de la ONU.

Causas de la inacción de la ONU

1. Vetos en el Consejo de Seguridad

El Consejo de Seguridad, encargado de autorizar el despliegue de cascos azules, está compuesto por cinco miembros permanentes (Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia) con poder de veto, y diez miembros no permanentes. Para que una misión de paz sea aprobada, debe contar con el acuerdo de todos los miembros permanentes. En el caso de Gaza, Estados Unidos ha vetado sistemáticamente resoluciones que presionan a Israel, como una propuesta de alto el fuego humanitario en 2023. Este veto refleja la alianza estratégica entre Estados Unidos e Israel, que limita cualquier acción que pueda interpretarse como contraria a los intereses israelíes.

Por otro lado, Rusia y China también han vetado resoluciones, como una propuesta estadounidense en 2024, mostrando una división geopolítica que paraliza al Consejo. Esta polarización refleja las rivalidades de la Guerra Fría que históricamente han limitado la capacidad de la ONU para actuar en conflictos de alto perfil.

2. Falta de consentimiento de las partes involucradas

El despliegue de cascos azules requiere el consentimiento del gobierno del territorio donde operarán, así como de las partes en conflicto. En Gaza, Israel, como potencia ocupante, y Hamás, como autoridad de facto, presentan obstáculos significativos. Israel ha rechazado históricamente cualquier intervención que pueda limitar su control militar sobre Gaza, mientras que Hamás, designado como organización terrorista por varios países, podría ver a los cascos azules como una amenaza a su autoridad. Sin un acuerdo entre ambas partes, el despliegue de una misión de paz es inviable.

3. Complejidad del conflicto y riesgos operativos

El conflicto en Gaza es excepcionalmente complejo, con enfrentamientos asimétricos entre un ejército estatal (Israel) y grupos armados no estatales (Hamás y la Yihad Islámica). La densidad poblacional de Gaza, combinada con la intensidad de los combates, hace que las operaciones de paz sean logísticamente desafiantes y peligrosas. Los cascos azules, que a menudo operan con armamento ligero y reglas de enfrentamiento restrictivas, enfrentarían riesgos cruciales en un entorno donde los ataques aéreos, bombardeos y combates urbanos son frecuentes. Además, incidentes como los ataques israelíes a posiciones de la ONU en Líbano en 2024 sugieren que las fuerzas de paz podrían convertirse en objetivos.

4. Restricciones logísticas y financieras

El despliegue de cascos azules requiere una planificación detallada, recursos financieros relevantes y la movilización de tropas de países miembros. Como señaló Kofi Annan, la ONU es como un «cuerpo de bomberos que debe esperar a que el fuego comience para comprar un camión». Crear una misión en Gaza tomaría meses, y la ONU carece de una fuerza permanente que pueda desplegarse rápidamente. Además, la financiación de las operaciones de paz, que depende de las contribuciones de los Estados miembros, es limitada, y la comunidad internacional no ha mostrado un compromiso suficiente para cubrir déficits, como los 2,300 millones de dólares necesarios para la ayuda humanitaria en Gaza en 2024.

5. Desconfianza en la eficacia de los cascos azules

Las operaciones de paz de la ONU han enfrentado críticas por su limitada eficacia en conflictos complejos. Ejemplos como Ruanda en 1994, donde los cascos azules fueron acusados de abandonar a civiles, han generado escepticismo sobre su capacidad para operar en entornos volátiles. En Gaza, donde Israel ha sido acusado de crímenes de guerra y Hamás de atacar civiles, los cascos azules podrían ser percibidos como ineficaces o parciales, socavando su legitimidad.

Inacción de los países miembros

Los países miembros de la ONU, especialmente los que aportan tropas a las misiones de paz, enfrentan sus propias limitaciones. Los principales contribuyentes, como países africanos y asiáticos, ya están sobrecargados con más de 68,000 efectivos desplegados en 11 misiones globales. Países latinoamericanos, como Uruguay y El Salvador, aportan un pequeño porcentaje de tropas, pero su capacidad es limitada. Además, las potencias occidentales, que podrían proporcionar recursos significativos, han mostrado una creciente renuencia a comprometer tropas en conflictos de Medio Oriente debido a riesgos políticos y militares.

La falta de presión internacional coordinada también juega un papel. Aunque países como Reino Unido, Francia y Alemania han exigido el fin de la «catástrofe humana» en Gaza, no han propuesto medidas coercitivas ni el despliegue de cascos azules, posiblemente para evitar tensiones con Israel o Estados Unidos.

Impacto del abandono en los habitantes de Gaza

La ausencia de una intervención directa de la ONU, incluyendo el despliegue de cascos azules, ha exacerbado la crisis humanitaria en Gaza, con consecuencias devastadoras para sus habitantes.

1. Crisis humanitaria y hambruna

La guerra ha dejado a Gaza al borde de la hambruna, con el 95% de la población sin acceso a agua potable y tres cuartas partes dependiendo de ayuda alimentaria. La ONU ha advertido que la situación en el norte de Gaza es «apocalíptica», con riesgos de muerte por hambre, enfermedades y violencia. La imposibilidad de distribuir ayuda de manera segura, debido a bloqueos israelíes y combates, ha llevado a incidentes trágicos, como la muerte de civiles intentando acceder a convoyes de ayuda. En mayo de 2025, solo 200 de 500 camiones de ayuda pudieron cruzar el paso de Kerem Shalom debido a restricciones de seguridad.

2. Destrucción de infraestructura y servicios

El sistema sanitario de Gaza está «de rodillas», con menos de una docena de hospitales operativos y una grave escasez de combustible y suministros médicos. Los bombardeos israelíes han destruido más de 3,000 edificios, incluyendo viviendas, mezquitas y hospitales, dejando a miles sin refugio. La falta de cascos azules para proteger infraestructura crítica, como hospitales y refugios de la UNRWA, ha permitido ataques indiscriminados, denunciados como crímenes de guerra por expertos de la ONU.

3. Desplazamiento masivo y trauma

Más de un millón de personas han sido desplazadas en Gaza, muchas de ellas varias veces, sin lugares seguros a los que huir. Las órdenes de evacuación israelíes, como la de 1.1 millones de gazatíes en 2023, han generado un trauma generalizado, especialmente entre mujeres y niños. La ONU ha reportado un impacto psicológico severo, con niños como Abed, de 10 años, que perdió a su familia, y Fadi, de 6 años, que sufre de desnutrición extrema.

4. Pérdida de vidas y derechos humanos

Desde octubre de 2023, más de 60,000 palestinos han muerto, casi la mitad mujeres y niños, y 145,000 han sido heridos. La ausencia de cascos azules para monitorear violaciones de derechos humanos ha permitido abusos documentados, como torturas en campos de detención israelíes y el uso de hambruna como arma de guerra. Expertos de la ONU han denunciado la «destrucción sistemática» de Gaza como un crimen contra la humanidad.

5. Sentimiento de abandono internacional

La inacción de la ONU y la comunidad internacional ha generado un profundo sentimiento de traición entre los gazatíes. Philippe Lazzarini, jefe de la UNRWA, ha advertido que la falta de acción fomenta la desesperación y el hambre, con civiles deteniendo camiones de ayuda para sobrevivir. Este abandono ha fortalecido narrativas de injusticia y ha debilitado la credibilidad de la ONU, como señaló el Secretario General António Guterres.

La no intervención de los cascos azules en Gaza es el resultado de una combinación de vetos en el Consejo de Seguridad, falta de consentimiento de las partes, complejidades operativas, restricciones logísticas y escepticismo sobre la eficacia de las misiones de paz. Los países miembros, atrapados en intereses geopolíticos y limitaciones prácticas, no han logrado un consenso para actuar. Para los habitantes de Gaza, esta inacción ha significado una profundización de la crisis humanitaria, con hambruna, desplazamiento masivo, destrucción y pérdida de vidas a una escala sin precedentes. La comunidad internacional debe superar estas barreras políticas y logísticas para garantizar que Gaza no siga siendo un símbolo de abandono global. La pregunta sigue siendo: ¿cuándo actuará la ONU para proteger a los más vulnerables?

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Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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