Campo de refugiados Marienfelde.

Berlín conmemora los 50 años de la construcción del muro con exposiciones y actos por toda la ciudad. Coincidiendo con la efeméride y lejos de las riadas de turistas, el pequeño y desconocido Museo del Centro de Refugiados Marienfelde inaugura una exposición sobre la naturaleza dual de la historia alemana después de 1945 a través de la inmigración y los refugiados. Una exposición que muestra el contexto previo y posterior a la construcción del muro, las consecuencias políticas del movimiento de personas y la historia del centro desde sus orígenes hasta día de hoy. Entre miles de anónimos como Kathrin Mühsam y Józef Wojciechowski, personajes tan variados como Horst Köhler, Hans-Dietrich Genscher o Rudi Dutschke también pasaron por Marienfelde. Otros como Bertolt Brecht, Peter Hacks, Otto John o algunos antiguos miembros de Fracción del Ejército Rojo (RAF) hicieron la ruta contraria y acabaron en la Alemania del Este. Marienfelde, un lugar por la memoria. Un lugar más.

El campo de Marienfelde

Veintiocho fueron los años que un muro separó Berlín. Cuarenta y uno fueron los que vivió la República Democrática Alemana (RDA), la Alemania del Este, el país ideado por Walter Ulbricht y su camarilla estalinista. Durante este tiempo, hasta cuatro millones de personas abandonaron la RDA para pasar a la otra Alemania, la del Oeste, la República Federal de Alemania (RFA). De estas, casi un millón y medio pasaron por el Centro de Refugiados Marienfelde, situado en el sureño distrito berlinés de Marienfelde. El campo nació de la necesidad. En abril de 1953, el éxodo de personas de la RDA hacia Berlín-Oeste era muy elevado. En Berlín, la distancia entre la RDA y la RFA era una calle, una acera. Entonces la frontera entre el sector soviético y el aliado –el controlado por EE.UU., Reino Unido y Francia- se mantenía abierta y transitable. Cruzar y pedir asilo, te convertía en un refugiado. No era el caso de la frontera inter-alemana, un frontera clásica que a la vez estaba militarizada. En Marienfelde, los refugiados y los inmigrantes fueron alojados y atendidos, pero también, registrados e interrogados por las autoridades Aliadas y de la RFA antes de poder dejar el centro y de iniciar los trámites para obtener un permiso de residencia en Berlín-Oeste o en cualquiera otro Länder de la RFA.

En contexto de posguerra y de Guerra Fría, cada persona que emigraba al oeste significaba una pérdida considerable por la RDA, no sólo tangible –mano de obra cualificada y joven-, sino también intangible –prestigio político y valores culturales. En cambio, por la RFA cada inmigrante representaba, aparte de más capital humano, una ganancia política y una bonificación económica. La migración, como siempre, queda politizada. Las potencias occidentales de ocupación y la RFA intentaron controlar y regularla. La RDA, impedirla. Y Marienfelde de este modo, se convirtió en el caballo de batalla y punto principal de la controversia. El campo fue siempre un lugar de un alto grado de importancia estratégica y simbólica por las dos Alemanias. La RDA consideraba Marienfelde como un “objeto enemigo”, puesto que allí el país quedaba retratado por los refugiados cuando entregaban información a los servicios secretos occidentales sobre las condiciones de vida al Este. La Stasi, lógicamente tenía infiltrados. El agente Götz Schlicht alias Dr. Lutter fue su hombre fuerte en el centro. El objetivo de la Stasi era perturbar la vida en el campo de refugiados, conocer la metodología Aliada, identificar a través de los relatos las deficiencias en su régimen de fronteras y hacer propaganda activa contra Marienfelde para disuadir nuevas huídas. Los servicios de espionaje Aliados también eran presentes en el campo. El espionaje y contraespionaje estaban a la orden del día.

¿Muro de Protección Antifascista o de la Vergüenza?

La Alemania del Este nunca estuvo dispuesta a reconocer las debilidades de su propio sistema, menos la pérdida de población. Según el Partido Socialista Unificado de Alemania (SED) –el partido único que gobernaba el país-, las razones para irse estaban en las tentaciones y la propaganda de la RFA. Si bien es cierto que la Administración democratacristiana de Konrad Adenauer jugaba la carta de la co-optación y persuación por la RFA de ciudadanos de la RDA, los factores estructurales internos, represivos y propios de la RDA fueron un factor más determinante en la causa del movimiento de personas.

Durante la noche del sábado 12 al domingo 13 de agosto de 1961, Ulbricht –con el ok de Moscú- dio la orden de poner en marcha la operación Rose. El ejército y las milicias de trabajadores se desplegaron por la ciudad y se encargaron, primero, de sellar, con alambre de púas, todos los accesos en Berlín-Oeste, y de ir construyendo un muro de hormigón en la frontera de Berlín-Este con Berlín-Oeste. La decisión de construirlo obedeció a razones económicas y demográficas. La RDA pretendía con el muro poner fin al éxodo de habitantes hacia la RFA, la zona ocupada por los Aliados, impidiéndolos huir a través del enclave capitalista que consistía Berlín-Oeste, y así intentar consolidar su sistema. Desde la RDA, el politburó del SED siempre argumentó que sin la construcción del “Muro de Protección Antifascista” –así es como se denominaba el muro en la Alemania del Este- se hubiera producido una escalada en las tensiones entre bloques, cosa que habría generado un conflicto armado. En todo caso, el Muro de Berlín que acabó rodeando, a lo largo de todo el perímetro, el territorio de Berlín-Oeste convirtiéndolo en una isla capitalista y aislada dentro de la RDA, se convirtió en el símbolo más visible de la división y la Guerra Fría. Con el muro pues, la cuestión de Berlín, no quedó resuelta, sino congelada. Tan sólo con el muro, los oficiales de la RDA tuvieron éxito parando la emigración, una medida que los permitió estabilizar bastante el sistema económico planificado. Aun así, centenares de miles de personas intentaron huir de la RDA a través de la frontera que separaba las dos Alemanias y a través del muro que dividía Berlín. Muchas personas lo consiguieron, muchas fueron detenidas y otras muchas murieron en el intento.

A la pregunta de cuáles eran las razones para huir, Kathrin Mühsam –una visitante de la exposición que en su día de 1960 también huyó y pasó por Marienfelde– contesta que estas “eran varías y subjetivas y en la mayoría de los casos, la decisión de escapar o marchar era premeditada”. A grandes rasgos, Mühsam comenta que la persecución política directa, el régimen represivo y dictatorial del SED –en especial después de cómo machacó la revuelta del 17 de junio de 1953 en toda la RDA-, el deseo de reunir familias y la prohibición de viajar a la RFA y a Europa Occidental jugaron un gran rol a la hora de tomar esta decisión tan arriesgada”. Otro factor importante en la decisión de abandonar la RDA, comenta, fue sin duda, la existencia de la RFA, en particular, su alternativo sistema económico, social y consumista enmarcado dentro de la cultura alemana. Algunas personas intentaron salir de la RDA por la vía legal. Pidiendo visados para entrar a la RFA o rellenando solicitudes de viaje que a la hora de la verdad no tenían ninguna validez legal y servían para engordar una lista negra “de enemigos de la patria”. Sólo a los jubilados se los permitió viajar a la RFA. Otra forma de abandonar la RDA, afirma Mühsam, era a partir de un sistema secreto conocido como Freikauf. Por el SED eran “negocios especiales”, por la RFA “esfuerzos humanitarios especiales”. A través de este sistema, la RFA compraba prisioneros políticos y la RDA recibía bienes y divisas. Hasta 33.755 hombres y mujeres se intercambiaron como Freikauf.

Del tardobrezhnevismo a la Caída

Si el muro frenó el éxodo, durante el inicio de los años 80 un nuevo pico de refugiados volvió a llegar a Marienfelde coincidiendo con el estado de declive soviético y de Brezhnev y la represión a las huelgas obreras y la crisis económica en el bloque del Este. Marienfelde, no sólo recibió ciudadanos de la RDA, sino también muchos refugiados políticos y económicos del bloque del Este. Uno de ellos fue Józef Wojciechowski, visitante también, de la exposición. A principios de 1980, un joven Wojciechowski, originario de Bydgoszcz, Polonia, obtuvo el pasaporte polaco que le permitía viajar a la RFA. Según comenta, lo consiguió gracias a la invitación de un conocido que vivía en Frankfurt am Main. Aun así su objetivo era llegar a Berlin-Oeste y encontrar trabajo, puesto que acababa de tener una hija y necesitaba dinero. Al llegar solicitó un permiso Duldung –un permiso de residencia tolerada temporal para poder estar en el país, no válido para trabajar. Pero Wojciechowski encontró trabajo, un trabajo en negro y se quedó. A los 8 meses y unos ahorros volvió a Polonia, y al volver, el pasaporte y el Duldung expiraron.

A finales de 1981, Wojciechowski vuelve a recibir el pasaporte para poder ir a Berlín-Oeste a trabajar, pero el viaje y los planes de futuro se le truncan cuando el general comunista Wojciech Jaruzelski, en su campaña de represión al combativo sindicato obrero y católico Solidarność, instaura la ley marcial en el país, unas semanas después de que él obtuviera el permiso. El estado de sitio policial y militar duró hasta 1983. Entonces es cuando los Wojciechowski a principios de 1984, hicieron las maletas y huyeron de aquella represión política. Pasaron 4 meses en Marienfelde. Allá la familia obtuvo todos los permisos para quedarse y poder trabajar a la RFA. Hoy en día Wojciechowski todavía vive en Berlín y visita Marienfelde para ver como se encuentra el lugar en el cual un día se tuvo que estar.

El otro gran éxodo, catalizado por el movimiento de protesta anti-autoritario, llegó el año 1989. Con la perestroika en marcha y el Telón de Acero cada día más poroso, miles de ciudadanos de la RDA abandonaron el país, muchos tratando de llegar a RFA a través de Hungría o Checoslovaquia. Sólo en la primera semana de noviembre de 1989, unas 135.000 llegaron a Marienfelde. El día 9 de noviembre es cuando se abrió el muro. Y de eso a la (re)unificación alemana. Desde entonces hasta hoy, Marienfelde, aparte de museo, es empleado para acoger a las personas de las minorías alemanas que emigran de los Sudetes, la región del Volga, Kazajistán, Polonia, Hungría o Rumanía. En Berlín ya no hay muro físico como el que existió, sin embargo hay una división. Ya no se trata de Este u Oeste, sino de ricos y pobres. ¿Cuál será el próximo campo de refugiados? En todo caso, Marienfelde, como Sachsenhausen, es una doble lección: primero, lección para no olvidar y segundo, lección sobre como gestionar el recuerdo.

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