Oppenheimer fue la gran galardonada en los Oscar 2024. Sin mucha sorpresa, las quinielas apuntaban en esta dirección, y las quinielas no suelen fallar demasiado porque, a decir verdad, mucho antes de la ceremonia, cada año hay dos, tres o, a lo sumo, cuatro grandes favoritas que se sabe que acapararán la mayor parte de los premios más prestigiosos.

Es ciertamente llamativo que una industria enorme como la cinematográfica de Hollywood tenga tan alto grado de previsibilidad, pero no debería sorprender a nadie: hay una concentración evidente de los premios porque el espectro que puede puntuar alto es bastante estrecho. Es decir, todas las grandes películas de los Oscar se parecen.

Por supuesto, no todas las películas que se presentan a concurso son buenas obras. Hay films mal ejecutados, mal dirigidos, mal presupuestados, aburridos, presuntuosos, estridentes, etc. Esto provoca que una parte importante de las películas tengan nulas opciones de galardón ya de antemano.

Sin embargo, ¿cuántas veces hemos visto una película que consideramos que es muy buena pero que pasará sin pena ni gloria por el certamen? Con frecuencia, esto es algo que ya adelantamos. Sabemos que hay obras que por mucho que nos puedan gustar y parecer de gran calidad, raramente serán premiadas.

Las comedias, por ejemplo, suelen pasar sin pena ni gloria por los Oscar (1). Si bien muchas películas cómicas no van más allá de un pasatiempo (y, en muchos casos, un pasatiempo mediocre), hay buenas obras cómicas, películas que no solo estimamos divertidas sino, además, producciones valiosas. Pero raramente son galardonadas. Tenemos algunas  notables excepciones, como As good as it gets (Mejor… imposible), que en 1998 estuvo nominada a mejor película (aunque no consiguió el premio) y obtuvo el Oscar a mejor actor para Jack Nicholson y a mejor actriz para Helen Hunt. Sin embargo, cabe reseñar que esta no es solo una notable excepción sino que, a decir verdad, es un film que entremezcla drama romántico y existencial con comedia, favoreciendo con toda seguridad en su mezcolanza una mejor recepción por parte del jurado. Hasta tal punto es así, que si buscamos dentro de lo que podríamos considerar comedias “puras”, las ceremonias suelen ignorarlas de forma sistemática.

Pero las comedias son solo un ejemplo, y tampoco sería el cómico el único género ignorado. El problema es más estructural y atañe a algo que va mucho más allá del género cinematográfico. Cualquier película con una narrativa muy desviada de la tendencia lineal, o que se acerque a lo que popularmente se conoce como cine independiente, o que eluda total o parcialmente la acción como leitmotiv para avanzar en la trama… Todas estas obras, y muchas más, suelen quedar relegadas a un segundo plano.

Así, nos encontramos obras este año como Beau is afraid (Beau tiene miedo), con un reconocido director como Ari Aster y un protagonista aún más célebre como es Joaquin Phoenix. Una película que bascula entre el drama y la comedia (siendo nietzscheanos podríamos decir que es trágica en un sentido estricto, en tanto que nos habla de la vida y sus contradicciones y paradojas), de extensa duración (casi tres horas), pero con una interpretación magnífica y un argumento que hila una trama: un conflicto familiar no resuelto y con un fuerte carácter traumático. Esta hebra permite que lo caótico que se observa no lo sea tanto. Y no diré más; ni soy crítico de cine, ni tengo afán de hacer espóileres.

Alguien podrá decir que el hecho de que a mí me guste una obra no la convierte en buena o que, sea como fuere, tampoco pueden ser premiadas todas las obras, ni siquiera todas las buenas. Y ambas cosas son ciertas. Sin embargo, la experiencia me hace ver en esta película elementos que habitualmente atribuimos a un gran film: una actuación muy entregada y creíble, elementos disruptivos y sorprendentes, una trama con un cierto grado de originalidad, etc.

Sin ir más lejos, el propio Phoenix estaba inicialmente en las porras para ser nominado este año por Napoleón. Y… en fin, no quisiera ser más aguafiestas de lo que ya lo estoy siendo; simplemente, vean ambas películas y luego me dicen dónde Phoenix es más Phoenix.

Efectivamente, tampoco todas las películas buenas pueden ser premiadas; pero, insisto, todas las galardonadas se parecen. Se parecen en lo que no son, en lo que descartan. Parecería que, parafraseando a la película que nos sirve de ejemplo, Hollywood tiene miedo. O, más bien, quizás sea al revés. Hollywood no tiene miedo. O aún con más precisión, Hollywood no quiere tener miedo. Esto es: la industria de Hollywood no quiere arriesgar, quiere seguir moviéndose en un horizonte de posibilidades controlables, reconocidas, amables, poco incómodas porque, haciendo esto, se simplifica el cine y, por lo tanto, la existencia misma. Fuera lo imprevisible, fuera el pensamiento. Fuera el miedo. Fuera la vida.

Notas:

  1. Que las comedias no nos merecen la mejor consideración se observa de forma frecuente fuera del ámbito experto de los jurados. En sitios web como Filmaffinity y similares, cualquier buena comedia suele tener una puntuación más baja que cualquier buena película de otros géneros, y aquí las calificaciones vienen por parte del público general. No obstante, reflexionar sobre por qué lo cómico parece subalterno o peor considerado que lo trágico u otros formatos requeriría otro artículo. Aquí se aborda una cuestión diferente.

*Fuente: https://catalunyaplural.cat/es/hollywood-tiene-miedo/

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