Barcelona, una ciudad conocida por su vibrante escena artística y su rica historia cultural, es también un epicentro del grafiti en trenes, una subcultura que combina arte urbano, adrenalina y desafío a la autoridad. Los grafiteros que pintan los trenes de la ciudad, tanto de Renfe como del Metro de Barcelona (TMB), han convertido los vagones en lienzos móviles que viajan por Cataluña y más allá, exhibiendo sus obras a miles de personas diariamente. Este fenómeno, sin embargo, no está exento de controversia: para algunos, es una forma de expresión artística legítima; para otros, un acto vandálico que genera millones de euros en pérdidas.

¿Cómo actúan los grafiteros de trenes?

Los grafiteros de trenes operan con una organización casi militar, planificando sus acciones con precisión para maximizar el tiempo de pintura y minimizar el riesgo de ser atrapados. Generalmente, trabajan en grupos conocidos como crews, que pueden variar desde pequeños equipos de 4 a 5 personas hasta grandes colectivos de 30 o más individuos. Estas crews asignan roles específicos: algunos pintan los vagones, otros vigilan para alertar sobre la presencia de guardias o policía, y otros graban o fotografían la acción para difundirla en redes sociales, un aspecto clave para ganar prestigio en la comunidad grafitera.

Las incursiones suelen ocurrir de noche, cuando los trenes están estacionados en cocheras o talleres, o durante paradas en estaciones menos vigiladas. Una táctica común es el palancazo, donde un miembro del grupo activa el freno de emergencia de un tren en movimiento para detenerlo en una zona apartada, permitiendo a los grafiteros pintar rápidamente los vagones antes de que llegue la seguridad. En otros casos, los grafiteros acceden a las cocheras forzando puertas, rompiendo cerraduras o escalando vallas, utilizando herramientas como patas de cabra o cuerdas. La tecnología también juega un papel importante: algunos grupos emplean drones para vigilar el entorno o sprays sin olor para evitar ser detectados por el personal de seguridad.

La planificación es meticulosa. Los grafiteros estudian los horarios de los trenes, las rutas, la ubicación de cámaras de seguridad y las distancias de frenado de los convoyes. En algunos casos, incluso coordinan con cómplices dentro del tren que activan el freno de emergencia tras recibir una señal desde el exterior. Esta sofisticación ha llevado a acciones cada vez más audaces, como el asalto masivo de 70 grafiteros a la estación de Jaume I en enero de 2024, que interrumpió las líneas 2 y 4 del Metro de Barcelona y dejó dos trenes y tres estaciones llenas de grafitis.

Motivaciones: arte, adrenalina y prestigio

Pintar trenes no es solo un acto de vandalismo para los grafiteros; es una forma de arte efímero que combina creatividad, riesgo y transgresión. Según Fernando Figueroa, doctor en Historia del Arte, la práctica tiene raíces en el movimiento grafitero de Nueva York de los años 70, donde pintar trenes se convirtió en un símbolo de rebeldía y visibilidad. En Barcelona, los grafiteros ven los trenes como «galerías exprés» que llevan sus obras a un público masivo, mucho más allá de lo que podría lograr un mural estático.

La adrenalina es otro factor clave. Como explica Enrique Escandell, fotógrafo y exgrafitero, pintar trenes es como un videojuego: superar obstáculos, evadir a la seguridad y completar la misión sin ser atrapado proporciona una satisfacción única. Para muchos, la ilegalidad es parte integral de la experiencia; pintar en espacios autorizados no tiene el mismo valor. Un grafitero entrevistado por Vice afirmó: «Solo se le puede llamar grafiti si es ilegal. Si no, es otra cosa».

El prestigio dentro de la comunidad grafitera también impulsa esta práctica. Las crews compiten por pintar la mayor cantidad de trenes y difundir sus piezas (obras) en redes sociales. La cantidad y calidad de las pintadas determinan el respeto que una crew o un grafitero individual recibe. Por ejemplo, crews como RON’S, que opera en Madrid y Castilla-La Mancha, son ampliamente respetadas por su prolificidad.

Ejemplos recientes de acciones en Barcelona

El fenómeno de los grafiteros en Barcelona ha alcanzado niveles sin precedentes en los últimos años, con acciones que han captado la atención de los medios y las autoridades. A continuación, se presentan algunos ejemplos destacados:

  1. Asalto masivo en la L5 (octubre de 2023): Un grupo de 62 grafiteros, muchos de ellos extranjeros, atacó la estación de Vall d’Hebron en la línea 5 del Metro de Barcelona, pintando cuatro trenes y causando daños por más de 50.000 euros. Los vándalos dañaron puertas, barreras de validación y cámaras de seguridad, y agredieron a un vigilante. Este incidente fue descrito por TMB como «el mayor ataque de vándalos grafiteros» en su historia.
  2. Acción en Jaume I (enero de 2024): Setenta grafiteros irrumpieron en la estación de Jaume I, afectando las líneas 2 y 4. Algunos validaron billetes, mientras que otros se colaron sin pagar. Pintaron el interior y exterior de dos trenes, dejando desperfectos en tres estaciones y generando un coste de limpieza de 135.000 euros. La acción, que duró solo 10 minutos, interrumpió el servicio y destacó por su coordinación.
  3. Grafiteros desnudos (2018): En un caso inusual, TMB denunció la publicación en Instagram de fotos de dos grafiteros pintando un tren del metro completamente desnudos, posiblemente en una estación automática de la línea 9 o 10. Aunque la fecha exacta no se confirmó, el incidente subrayó la audacia de algunos grafiteros y su afán por generar impacto en redes sociales.
  4. Detenciones en 2025: En mayo de 2025, la Policía Nacional detuvo a dos grafiteros en Barcelona como parte de una operación que desmanteló una red criminal responsable de 319 grafitis en trenes de toda España. Los detenidos, parte de un grupo altamente profesionalizado, analizaban horarios y frecuencias de trenes para ejecutar sus pintadas, causando daños por más de un millón de euros.

Crews y grafiteros destacados

En Barcelona, varias crews han ganado notoriedad por su actividad en trenes. Entre las más conocidas están:

  • FYL y RLPS: Estas crews operan exclusivamente en Barcelona y son reconocidas por su prolificidad en el Metro y los trenes de Renfe. Sus tags y piezas son frecuentes en los vagones de la ciudad.
  • TMS y BTS: Estas bandas abarcan Cataluña en general, pintando tanto en Barcelona como en otras ciudades de la región. Su trabajo se distingue por su estilo colorido y su presencia constante en redes sociales.
  • Royals: Aunque más activa en Valencia, esta crew ha tenido presencia en Barcelona. Algunos de sus miembros también pertenecían a la crew TFK y han viajado internacionalmente para pintar trenes, incluyendo el metro de Buenos Aires.

En cuanto a grafiteros individuales, algunos nombres han destacado por sus acciones o detenciones:

  • Duna: Una grafitera de 22 años, considerada la primera mujer con relevancia en el mundo del grafiti en España, fue detenida en 2016 por pintar trenes en varias provincias, causando daños por 89.000 euros.
  • Orus, Sen/Jabato y Tate/Asia: Estos tres grafiteros españoles fueron detenidos en Nueva York en 2018 por pintar el metro de Manhattan, enfrentándose a multas de 13.000 dólares cada uno. Su caso atrajo la atención de Interpol debido a la internacionalidad de sus firmas.
  • Sixeart (Sergio Hidalgo): Aunque ahora es un artista reconocido que expone en galerías como la Tate Modern, Sixeart comenzó pintando en las calles de Barcelona en los años 90, dejando su marca en trenes y muros.

Impacto económico y social

El grafiti en trenes tiene un impacto significativo en Barcelona. En 2023, Renfe reportó que el 87% de sus 270 trenes en Cataluña presentaban pintadas, con un coste de limpieza de 11,6 millones de euros. TMB, por su parte, estimó que los grafitis en el Metro de Barcelona generan gastos de 12 millones de euros anuales, incluyendo limpieza y reparación de daños. Estos costos no solo cubren la eliminación de pintura, sino también la retirada de trenes de la circulación, lo que afecta a los usuarios y aumenta los tiempos de espera.

Socialmente, el fenómeno genera una polarización. Los grafiteros defienden su práctica como una forma de arte y expresión cultural, argumentando que no buscan dañar a nadie. Un grafitero llamado Xavi afirmó: «No nos metemos con nadie. Solo hacemos nuestro arte». Sin embargo, las autoridades y los operadores de transporte lo consideran un delito grave, no solo por los costos económicos, sino por los riesgos de seguridad. En 2018, TMB denunció agresiones a pasajeros, incluyendo a una mujer embarazada rociada con pintura, durante un ataque grafitero en la estación Maragall. Además, la muerte de grafiteros atropellados por trenes, como los casos en Londres (2018) y Oporto (2015), subraya los peligros de esta actividad.

Conclusión

El grafiti en trenes de Barcelona es un fenómeno complejo que mezcla creatividad, riesgo y desafío a las normas establecidas. Las crews y grafiteros individuales, como FYL, RLPS, Duna y Sixeart, han convertido los vagones en lienzos móviles que reflejan tanto su talento artístico como su deseo de transgresión. Sin embargo, las consecuencias económicas y sociales de sus acciones han llevado a un endurecimiento de las medidas policiales y judiciales, con detenciones masivas y multas cada vez más severas. Mientras los grafiteros ven su trabajo como una forma de arte puro y efímero, las autoridades lo clasifican como vandalismo organizado. Este choque de perspectivas asegura que el debate sobre el grafiti en trenes seguirá siendo tan vibrante y polémico como las obras que adornan los convoyes de Barcelona.

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Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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