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¿Alguien sabe dónde está Kafiristán? ¿Existe Kafiristán? Pues no solo existe, sino que por allí estuvieron las tropas macedonias de Alejandro, el Sikander de los persas. Hubo dos pillos (de ficción) que supieron encontrar perfectamente Kafiristán, allá por las estribaciones del Hindu Kush, ahora región perteneciente a Afganistán. Tan bien informados estaban Peachy Carnehan y Danny Dravot que a los 32 reyes de Kafiristán se les iban a sumar el 33 y el 34, ellos mismos.

Como proyecto de película se trataba de una obsesión de John Houston desde los años 50, siempre con problemas de financiación, de actores, de rodaje en el lugar adecuado… sonaron como actores para el primer proyecto Bogart y Tracy, muerto Tracy se pensó en Gable, la muerte de ambos hizo entrar en juego a otras posibilidades como Peter O,Toole y Richard Burton, y la pareja de moda de finales de los 60-principios de los 70 Redford-Newman.

Fue este último el que aconsejó a Houston que estos papeles tenían que interpretarlos dos británicos, y a fe cierta que dio en el clavo porque nadie puede imaginar mejor pareja de pícaros aventureros que el tándem Caine-Connery, y sobre todo porque al lado festivo, timador y falso de ambos, se une un porte británico indiscutible, son dos perfectos gentleman cuando quieren parecerlo, del mismo modo que pueden ser dos cockneys en la escena siguiente.

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Por supuesto que no está rodada en la India ni en Kafiristán, aunque Houston en su momento, años 50, sí que consiguió su objetivo de que se le financiara un viaje a la India para localizar exteriores, aunque lo que hizo fue cazar tigres en el Himalaya y pillar una elefantiasis genital por una picadura de mosquitos en salva sea la parte, amén de recorrerse la India y Afganistán a costa de la productora, se rodó en Marruecos, se reconstruyó la ciudad de Alejandro, el sumo sacerdote era un lugareño de 103 años por el que la aseguradora de la productora temía su muerte más que a las siete plagas de Egipto si no se acababa la película a tiempo.

Peachy y Danny no mentían a Kipling cuando firman un estrambótico contrato delante de él, ni alcohol ni mujeres hasta lograr enriquecerse y ser reyes de Kafiristán, en Kafiristán no hay un rey sino señores de pequeños pueblos fortificados que se hacen la guerra unos a otros por asuntos tan importantes como orinar corriente arriba para fastidiar al vecino de corriente abajo, casus belli sin duda, y donde la estrategia militar de los soldados británicos (aun tan poco fiables como estos camaradas Peachy y Danny, sobre todo si Danny es un exhibicionista en el combate), pueden conseguir imponerse en poco tiempo.

Marco Polo habló de la región en sus viajes, aunque no llegó a entrar en la zona, Tamerlán intentó invadirlo con poco éxito, la expansión musulmana post-Mahoma también lo intentó, pero no fue hasta la llegada del Imperio Británico cuando se constata el primer contacto con Occidente mediante expediciones científicas, siendo atribuido en 1893 a Afganistán, quien convirtió la región al Islam y cambió el nombre por el de Nuristán (País de la Luz), aunque pervive un pequeño valle, Kalash, donde perviven cultos budistas y donde los habitantes tienen rasgos caucásicos, pelo rubio, piel blanca y ojos azules, como si de herederos de aquella expedición macedónica se trataran.

La introducción de Kipling como personaje de la película la dota de un aire de realidad, si un personaje existió ¿por qué no puede ser cierto todo lo que se nos cuenta?, y aunque sepamos que no es así resulta tan creíble que preferimos pensar que estamos en un retrato histórico en vez de una simple ficción, desde la anécdota inicial sobre cómo entran en contacto Peachy y Dravot con Kipling, el primero robándole el reloj en la estación, donde advierte que es un “hermano” por el escudo que tiene el mismo.

Son masones y entre masones no pueden robarse, por lo que hará lo posible y lo imposible por devolver el reloj y contactar con el “hermano”, aunque sea arrojando del tren a un lugareño al que intenta hacer pasar por el ladrón, con escaso éxito.

Peachy pedirá a Kipling que de un mensaje a Danny Dravot que él no puede hacer llegar, y establecido ese contacto entre “hermanos”, los dos granujas firmarán su contrato ante el escritor y se lanzarán a la aventura, aventura que será contada por un Peachy desfigurado, pordiosero y pobre al regresar de Kiriguistán.

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Como toda película de aventuras requiere épica, y el paso de Khyber lo exige, exige compañerismo, y eso entre ambos sobra, exige carisma para introducirse en un país desconocido y pretender enriquecerse allí vendiendo su saber militar, actuando como el mismísimo Alejandro, ofreciendo alianzas a los pueblos vencidos para ir haciendo el ejército cada vez más grande e imponente, de tal forma que las ciudades vayan rindiéndose sin luchar, exige fortuna para que en el primer pueblo en el que intervienen ayudando a los habitantes frente a una banda de un pueblo vecino aparezca el entrañable Billy Fish, un ex-gurka del ejército británico que hará de traductor e instructor de las desastradas tropas kifiríes, hasta que son los dos ingleses los que se vuelven más respetados que el jefecillo local Ootah, que terminará siendo objeto de la tradición local, la cabeza del caudillo vencido se usa como pelota en una adaptación singular del juego del polo que hace sentir nostalgia a los dos expedicionarios al recordar su lejano país.

No obstante, entre tanto éxito y buenas noticias surge la discordia entre los camaradas, Danny, ya con la vitola de dios y heredero de Sikander, se encapricha de otra Roxana, como el verdadero Alejandro. Al mismo tiempo desde la ciudad sagrada en la que se guarda el legado de Alejandro, los monjes requieren la presencia de Danny Dravot para confirmar que no es mortal y si digno de proclamarse heredero del mito.

Superada la prueba de sangre en el último momento, pues cuando el sumo sacerdote va a proceder a clavar un cuchillo en el corazón de Danny, descubre en una medalla colgada en el pecho el símbolo masónico del ojo, el triángulo y el compás, que coincide con el que Alejandro dejó en el templo, y cuando ya han conseguido alcanzar el inmenso botín del tesoro que los monjes entregan a Danny, este se cree realmente un dios, imparte justicia, decide sobre la llevanza del reino, es aclamado y respetado, y como tal dios necesita un heredero, para lo que reclama casarse con Roxana, (esposa real de Michael Caine y que participó desganada y a regañadientes en la película una vez que la actriz escogida abandonara el set por los celos, reales o imaginarios de la mujer de Houston, que sospechaba que la elegida no lo fue por sus dotes interpretativas) y en plena ceremonia es mordido por esta, desvelándose que el dios sangra y es un impostor.

Peachy era más realista, había que aprovechar el golpe de fortuna e irse del lugar con el botín antes de que se descubriera el embuste, pero Danny ha asumido su papel de dios y no hay vuelta atrás, sus caminos se separarán, pero la boda retrasa la partida de Peachy y este se ve envuelto en la defenestración del amigo.

Uno a uno van cayendo los soldados del ejército de Connery, hasta que quedan solamente Peachy y Danny, Danny avanza por el puente colgante y las lianas que lo sostienen son cortadas, cayendo al vacío el hombre que pudo reinar mientras entona la canción militar “The ministrel boy”, Peachy sobrevivirá pese a ser crucificado y podrá contarnos la historia.

Ante todo marcialidad y dignidad, aunque sepamos que son unos pícaros, unos crápulas, unos timadores profesionales, que habrán sido expulsados del ejército en su momento sin honores aunque ellos representen seguir en activo, tahúres, mujeriegos y borrachos, vicios a los que renuncian por un objetivo más ambicioso y porque saben que ese es su punto débil, el que les ha traído casi todos sus problemas, dignos hasta el final, luciendo con arrogancia las casacas rojas del ejército imperial y sobre todo cumpliendo la promesa de volver al despacho de Rudyard Kipling (Christopher Plummer) para acreditar que se cumplió la apuesta, Peachy deja un hatillo en cuyo interior está la calavera de Danny coronada, Danny si que fue rey de Kafiristán.

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Ficha:

  • The Man Who Would Be King (1975)
  • Dirección: John Huston
  • Guión: John Huston & Gladys Hill (Historia: Rudyard Kipling)
  • Música: Maurice Jarre
  • Fotografía: Oswald Morris
  • Reparto: Sean Connery, Michael Caine, Christopher Plummer, Saeed Jaffrey, Doghmi Larbi, Shakira Caine, Karroom Ben Bouih, Jack May, Mohammed Shamsi, Albert Moses, Paul Antrim, Graham Acres…

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