Manifestaba Tito Livio, gran historiador romano, en su Libro Historias de Roma (Historias, IV,9) (18) que las luchas entre los partidos son y serán siempre, para los pueblos, bastante más perjudiciales que las guerras, el hambre, la peste y cualquier otra ira divina.

Trasladándonos a nuestros días, existe un antiguo adagio referido al titular arriba entrecomillado, cuyo autor, Julio Anguita, el cual siempre ha merecido mis respetos por su coherencia, al no entender a la política como trampolín de privilegios.

Otros textos de similar contenido como: “Todo pasa por algo”, (Mira Kirshenbaun), se refiere a elementos perturbadores, inexplicables, incluso crueles que ocurren a nuestro alrededor.

En ambas referencias, a mi juicio encuentran acogida estos días un apogeo vergonzoso sostenido por el Gobierno hacia una mercantil, aprovechando esta ocasión para comentarles que deberíamos prepararnos, aún más, para todo tipo de acontecimientos económico-políticos que puedan estar por venir.

Si me permiten la licencia, me gustaría citarles que este tipo de situaciones varias, se reproducen inexorablemente en todos los ciclos políticos que tocan a su fin como consecuencia de la convocatoria de elecciones

¿Recuerdan Uds. los “espectáculos” organizados y finalizados en mayo-junio 2018, precisamente con uno de los actuales protagonistas y “tramoyistas”, término no peyorativo, y con respeto a esa profesión, sino en el sentido de conjunto que se ocupó de regir el voto de censura dirigido y hecho efectivo contra el anterior presidente?

En aquella ocasión, la sombra alargada del PNV, y la acumulación de retrasos, junto a la corrupción siempre existente, además de la lenta evolución del ferrocarril de la “Y VASCA”, formaron el decorado imprescindible.

En otro orden de cosas, informarles haber escrito algo sobre Ferrovial (agosto/septiembre 2019), cuando colaboraba con un Medio “Salmón” de la Comunitat Valenciana.

Se trataba sobre una rescisión contractual en un trabajo en el Aeropuerto de Denver (EE. UU.) algo habitual en el mundo habitual de la construcción.

Igualmente, columnas sobre otras empresas españolas que desarrollan sus actividades fuera de nuestras fronteras.

Ciertamente, el PIB de la Construcción no iba a ser una excepción y se ha ido deteriorando estos últimos años al compás de las crisis. Según STASTISTA, de un peso de un 10.4% en 2006, a moverse alrededor del 5.5.% en estos últimos años, a pesar de ciertos cuidados por parte del Estado, como las revisiones de precios por carestía de materiales.

A mi modo de ver, frente al Gobierno de Coalición, puede estar ocurriendo un cierto contagio del hartazgo que hace mella en la sociedad desde 2020, con el riesgo asumido para el sector empresarial, al tratarse de una empresa de mucho peso y tradición, lo cual evidentemente, no puede ser tolerado por el Gobierno.

La acusación por este último sobre los múltiples beneficios favorables a Ferrovial no parece de recibo ya que los mismos suelen ser recíprocos como cualquier otra relación profesional.

Estas grandes empresas tienen una sensibilidad de mercado especial, y cuando “olfatean” algo, suelen intentar poner lo más rápidamente sus negocios a salvo, bien a través de despidos en función de la cartera de trabajo o en formas más sofisticadas.

Me refiero a que se puedan estar percibiendo aromas de “incienso de réquiem” en forma de recelos y desconfianzas.

Una extensa experiencia del autor a lo largo de muchos años en puestos de cierta responsabilidad en uno de los Grupos Líderes del Sector de la Construcción en España y Europa, con estancias de corta, media y larga duración en 38 países, otorgan algunas nociones sobre las sensibilidades de estas Empresas.

Finalizo, manifestándoles que ante el aumento de tanta degeneración política a la que no observo límites, mis sentimientos de rechazo se acentúan y no acudiré a votar en las dos próximas elecciones del próximo mayo, en la esperanza de que una alta abstención, propicie un mensaje respecto a que los partidos políticos decidan regenerarse.

Doctor en Derecho por la U.C.M. (Cum Laude). Licenciado en Derecho. Licenciado en Ciencias Políticas. Caballero de Mérito de la Real Orden (Noruega).

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