El barrio de Sant Antoni, ubicado en el corazón del distrito del Eixample en Barcelona, ha sido históricamente un enclave de convivencia, comercio y vida cultural. Con su icónico mercado, sus calles peatonales y su ambiente acogedor, este barrio ha atraído tanto a residentes como a visitantes durante décadas. Sin embargo, en los últimos años, comerciantes y vecinos han elevado un clamor unánime ante lo que describen como una «degradación constante» del entorno. Problemas como el incivismo, la venta ilegal, el consumo de drogas en la vía pública y la falta de recursos sociales han llevado a la comunidad a organizarse para exigir soluciones urgentes y coordinadas al Ayuntamiento de Barcelona.
La Realidad Cotidiana
Sant Antoni, conocido por su mercado modernista y su vibrante escena comercial, está enfrentando una crisis que afecta tanto a la calidad de vida de los residentes como al tejido económico local. Según diversas asociaciones, el barrio ha experimentado un aumento significativo de problemáticas sociales que han transformado su paisaje urbano. La ronda de Sant Antoni y las calles adyacentes, como Aldana, Marquès de Campo Sagrado y Comte Borrell, son ahora epicentros de incivismo, suciedad y actividades ilegales.
Estas fotos están tomadas en 500m en el barrio de Sant Antoni, al lado del centro de Barcelona. Es inadmisible que el @bcn_ajuntament no le dé una solución a estas personas y que los vecinos tengamos así las calles con el dineral que pagamos en impuestos. pic.twitter.com/7jjgfCq68r
— Sonia Sierra (@SoniaSierra02) July 10, 2025
Uno de los problemas más visibles es la proliferación de la venta ilegal, conocida localmente como el «mercado de la miseria». Cada semana, los martes se venden pescados y los miércoles frutas y verduras directamente en las aceras de la ronda de Sant Antoni, sin ningún control sanitario, lo que representa un riesgo para la salud pública. A diario, en la ronda de Sant Pau, se instala un mercado improvisado de objetos usados, algunos provenientes de la basura, lo que contribuye a la percepción de abandono. Carme Salvador, presidenta de los Encants de Sant Antoni, lamenta: “Los visitantes nos preguntan qué está pasando en este barrio. La situación va a peor”.
El consumo de drogas en la vía pública es otra preocupación central. Vecinos y comerciantes reportan escenas de personas inyectándose heroína o consumiendo crack y fentanilo en plena luz del día, incluso cerca de centros escolares como la Escola Aldana. Jeringuillas abandonadas en bancos y jardineras se han convertido en una imagen recurrente, generando alarma entre los residentes. “Es un popurrí de cosas que nos da mucha inseguridad”, afirma una vecina anónima, quien describe cómo el consumo de drogas se ha normalizado en ciertas zonas del barrio. La presencia de servicios clandestinos, como peluquerías improvisadas en la calle durante la noche, añade una capa más de caos a la situación.
El incivismo también se manifiesta en la suciedad persistente, con restos de comida, botellas, orines y excrementos esparcidos por las calles. A pesar de los esfuerzos de limpieza del Ayuntamiento, los vecinos denuncian que estas medidas son insuficientes frente a la magnitud del problema. “No se limpia lo suficiente, y el mobiliario urbano, como las traviesas de tren o las mesas de pícnic, se ha convertido en refugio para actividades incívicas”, señala un representante de la oposición municipal.
La Voz de las Entidades
Las asociaciones del barrio, como Sant Antoni Comerç (SAC), SOM Sant Antoni, Encants de Sant Antoni, Mercat de Sant Antoni y la ONG De Veí a Veí, han tomado un rol protagonista en la denuncia de esta situación. En un comunicado conjunto, estas entidades han expresado su “profunda desazón e indignación” ante el deterioro de la convivencia, atribuyéndolo a problemas estructurales de pobreza y falta de intervención coordinada. Jordi Arias, presidente de SAC, ha sido claro en su mensaje: “Es imprescindible actuar con medidas efectivas y sostenidas para garantizar un entorno seguro y digno para todos”.
La ONG De Veí a Veí, que entrega diariamente medio centenar de comidas y cenas a familias vulnerables y personas sin hogar, destaca la necesidad de más recursos sociales. Su presidente, Rafa Martínez, subraya que no se trata únicamente de un problema de orden público, sino de atender a personas en situación de exclusión social y con adicciones. “Necesitamos más recursos, pero también una mejor gestión de los actuales”, afirma Martínez, quien alerta sobre el rápido aumento de adicciones al crack en el barrio.
Además, la Iniciativa Vecinal Ciudadana ha organizado acciones reivindicativas, como una recogida de firmas en la “superilla” de Borrell y Parlament, para exigir al Ayuntamiento soluciones que prioricen la seguridad, la limpieza y la convivencia. Los vecinos insisten en que no buscan criminalizar a las personas vulnerables, sino reclamar políticas sociales efectivas que aborden las causas estructurales de la degradación.
La Respuesta del Ayuntamiento: ¿Suficiente o Tardía?
El Ayuntamiento de Barcelona, liderado por el alcalde Jaume Collboni, ha reconocido la gravedad de la situación en Sant Antoni, pero las medidas implementadas hasta ahora han sido calificadas como insuficientes por las entidades locales. Según fuentes municipales, se han reforzado las patrullas de la Guardia Urbana y los Mossos d’Esquadra, con un enfoque en el patrullaje a pie, y se ha intensificado la labor de los educadores sociales y los equipos de la Agencia de Salud Pública (ASPB) para atender a personas sin hogar y consumidoras de drogas. También se han implementado dispositivos conjuntos de limpieza, con equipos de agua y barrido manual, así como la reubicación de mobiliario urbano en las zonas más conflictivas.
Sin embargo, los vecinos y comerciantes critican la falta de coordinación y la demora en las respuestas. Albert Batlle, teniente de seguridad del Ayuntamiento, ha programado una reunión con las entidades para septiembre, una fecha que muchos consideran demasiado lejana ante la urgencia del problema. Sonia Devesa, consejera del Partido Popular en el distrito del Eixample, ha reclamado un incremento en la presencia policial, sanciones administrativas para el consumo de sustancias en la vía pública y una mayor inversión en servicios sociales. “El problema es que los servicios sociales en el distrito solo cuentan con dos personas en la calle, lo que es claramente insuficiente”, asegura Devesa.
El Impacto en el Tejido Comercial y la Vida Vecinal
La degradación de Sant Antoni no solo afecta la convivencia, sino también la economía local. Los comerciantes reportan una disminución en el flujo de clientes, atribuida al clima de inseguridad y suciedad. Lidia Núñez, presidenta de SOM Sant Antoni, explica: “Cada vez cuesta más que la gente entre en los comercios”. La presencia de actividades ilegales, como la venta de alimentos en la calle, supone una competencia desleal para los negocios establecidos y un riesgo para la salud pública, un punto que las asociaciones han denunciado incluso ante la Generalitat.
La superilla de Sant Antoni, un proyecto de urbanismo táctico impulsado por la exalcaldesa Ada Colau para reducir el tráfico y priorizar al peatón, ha sido objeto de críticas. Aunque ha disminuido la circulación de vehículos, los vecinos argumentan que el espacio liberado ha sido ocupado por actividades incívicas y asentamientos improvisados, lo que ha exacerbado la percepción de inseguridad. “La superilla ha propiciado más inseguridad al dar más espacio a estas actividades”, señala una vecina.
Propuestas para un Futuro Mejor
Las entidades de Sant Antoni no solo denuncian, sino que también proponen soluciones integrales. Entre las medidas sugeridas se encuentran:
- Incremento de Recursos Sociales: Aumentar la dotación de personal en servicios sociales y programas de atención a personas sin hogar y con adicciones, con un enfoque en la prevención y la rehabilitación.
- Mayor Presencia Policial: Implementar patrullas a pie más frecuentes y sanciones administrativas para el consumo de drogas y el incivismo en la vía pública.
- Mejoras en la Limpieza: Intensificar los operativos de limpieza y reconsiderar el diseño del mobiliario urbano, como las traviesas de tren, que facilitan actividades incívicas.
- Coordinación Institucional: Establecer un plan urgente que combine seguridad, limpieza y políticas sociales, con una gestión más eficiente de los recursos existentes.
- Apoyo al Comercio Local: Implementar medidas para proteger a los comerciantes de la competencia desleal y promover el barrio como un destino seguro y atractivo.
Un Barrio en Busca de Redención
Sant Antoni enfrenta un momento crítico. Lo que alguna vez fue un barrio vibrante y acogedor se encuentra ahora en una encrucijada, con vecinos y comerciantes luchando por recuperar su esencia. La degradación, marcada por el incivismo, la venta ilegal y el consumo de drogas, no es solo un problema de orden público, sino un reflejo de desafíos sociales más profundos que requieren soluciones integrales. Las entidades locales han dado un paso al frente, exigiendo al Ayuntamiento una acción coordinada y urgente. Mientras tanto, la comunidad espera que las promesas de las autoridades se traduzcan en medidas concretas que devuelvan a Sant Antoni su lugar como un espacio de convivencia, comercio y orgullo barcelonés.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.





