altObrero metalúrgico, cantautor y cineasta, Luis Vil pone música a los poemas de Leopoldo María Panero.

 

 

 

altLos clásicos de la teoría marxista aspiraban a la creación de una sociedad donde no existiera la distinción entre trabajadores manuales e intelectuales, a fin de que cada individuo desarrollara un mayor número de potencialidades productivas y creativas; solo así, pensaban, desaparecerían las diferencias de estatus entre unas actividades y otras, y la cultura se difundiría por igual entre todos los miembros del colectivo social. Ya inmersos en el siglo XXI, esa utopía parece aún muy lejana, tal vez inalcanzable, pero ejemplos hay de que el trabajo fabril y la creatividad pueden convivir –seguramente con sus conflictos– en el seno del mismo individuo. Es el caso de Luis Vil, obrero metalúrgico en una acería de Laudio (Álava), además de cantautor, cineasta, fotógrafo y escritor (como guionista y letrista). El próximo sábado, 11 de octubre, Luis Vil y su banda, La Mala Crianza, homenajean a Leopoldo María Panero en el teatro Campos Elíseos de Bilbao.

 

Nacido en Barakaldo en 1970, Luis Vil tiene su residencia y guarida creativa en Izoria, pequeña localidad del valle de Aiala (Araba), cerca de la factoría donde vende su fuerza de trabajo.

 

Pregunta: Cultivas la música, el cine, la fotografía. También escribes, en tanto que letrista y guionista. Y trabajas en turnos, en una fundición metalúrgica, lo cual desconcierta los ritmos vitales. Vamos, que no te detienes ni para comer.

 

Luis Vil: Es que mi ritmo vital creo que radica en todas esas cosas. Vital en el sentido de que toda mi expresión artística parte de una necesidad, como ese comer del que hablas. Supongo que mientras el cuerpo aguante y la mente se encuentre con el suficiente juicio para seguir creando, continuaré con ese “ritmo vital”.

 

Tus orígenes están en el rock. Pero no te veo muy emparentado con ese estilo radical que bebía tanto del punk como del ska, e incluso del heavy metal, que se impuso en Euskadi en la década de 1980. Me pareces un rockero mucho más clásico.

 

¿Clásico? Es un término donde no me encajo, lo clásico parte de un punto de vista demasiado ortodoxo, tanto en las formas como en el fondo. Utilizo técnicas de grabación nada convencionales, alejadas de lo que se hace en los estudios (la falta de medios económicos quizá me haya llevado a la versatilidad en el uso de los medios y la técnica). Dicho de otra manera, creo con lo que tengo al alcance. Toda esa falta de recursos técnicos de los que hacen uso en los estudios profesionales de grabación, me lleva a crear un sonido único y especial agudizando el ingenio más que la inversión económica en medios, y eso me diferencia del clasicismo y la ortodoxia musical; no digo que a mejor, pero marca diferencias. En torno al estilo, que crecí con todos esos sonidos de los que hablas (el rock radical vasco), pero nunca me sentí identificado con ellos. Siempre me han atraído más los sonidos de los años 60 y 70. Con el tiempo fui retrocediendo en gustos, alejándome de lo contemporáneo. Apenas encuentro ningún interés en la música actual.

 

El cine también tiene su cadencia, sus crescendos, sus adagios. ¿Es una forma visual de la música?

 

Si, por supuesto. Alguien por ahí ha dicho alguna vez que mi cine es muy musical y, por extensión, mi música muy visual. Creo que son dos artes, o al menos así lo veo, que van unidos al ritmo. Muchas de mis canciones vienen a desarrollarse con una narrativa muy similar a la del cine, con sus tres actos y una búsqueda del clímax final.

 

Tus proyectos en cine cuentan con la participación de amigos y compañeros de trabajo. Todo un star-system alternativo, con los problemas que conlleva la condición del intérprete amateur pero también con la frescura de la gente de la calle.

 

, trabajar en un ámbito profesional conlleva el colgarse muchas cadenas pesadas. Toda la parte del arte que concierne al negocio es algo que me supera, y desde mi punto de vista todo ese proceso se aleja del arte en mismo. Habría que dedicar un esfuerzo demasiado prosaico para acceder al star-system, así que, en base a la disponibilidad antes citada, el amateurismo es el terreno por donde mejor me muevo. Claro que todo esto conlleva cierta condena al ostracismo, en cuanto a no ser un artista mediático, pero una vez desprendido de todos esos anhelos, que en cierto modo solo aspiran a lo efímero, uno consigue el equilibrio para trabajar y crear a gusto. Y hay algo muy interesante en trabajar con gente no profesional, o no excesivamente profesional (depende de lo que se entienda por profesionalidad, pues lo importante es hacer bien el trabajo), y es que nadie tiene un vínculo económico con lo que hace, y esto permite que la ilusión y la pasión sean el método de trabajo. Desde mi punto de vista, esta forma de proceder, el trabajo colectivo y coral, es la que mejores resultados me da, sobre todo en lo humano.

 

Me gustó el ambiente conspirativo de El secretista; el aire gamberro de Paranoicos y el desarrollo narrativo de La llave. Pero tu mejor cinta tal vez sea Flores del papel.   

 

Flores de papelha sido el rodaje más complejo que he llevado hasta la fecha, no ya por su duración (48 minutos), con categoría de mediometraje, sino por lo complejo de estar rodando con personas con enfermedad mental. Todo el relato está tratado con sumo cuidado y procurando hacer mucho equilibrio con lo que se muestra, para no caer en el morbo y el amarillismo; es una historia de intención desestigmatizadora. Por su duración, no he podido presentarla ni como cortometraje ni como largometraje en cualquiera de los certámenes para este tipo de filmes (la categoría de mediometraje no tiene cabida en ningún certamen, al menos que yo conozca). No obstante, ha sido un trabajo con mucho recorrido en centros y hospitales de salud mental, con numerosas proyecciones, charlas, coloquios, etc.  Digamos que a largo plazo, y a pesar de no haber tenido ningún premio en concursos, Flores de papel me ha dado muchas satisfacciones gracias al recorrido que ha tenido.

 

Has tenido premios con varios de tus cortos.

 

El secretistafue Premio del Público en el certamen Begibistan de Amurrio (Araba). Paranoicos y La llave, en el Festival Internacional de Toluca (México); Paranoicos también fue Premio del Público en el Festival de Valladolid. Un dulce, en el de Navalcarnero (Madrid). Y alguno más.

 

¿Tus historias tienen alguna fuente especial de inspiración? ¿Nacen de lo que vives, ves u oyes por ahí, o es un puro vuelo de la imaginación?

 

En todas las películas hay parte de una realidad vivida o conocida, al menos como inspiración, para luego poder jugar con la ficción. Muchas veces son pequeños detalles que como incidente detonador van hilando el relato y construyendo la trama cinematográfica, hasta dar con un guión en tres actos. Nuestras vidas están cargadas de conflictos, muchas veces no manifestados de forma visible pero condicionantes de nuestra existencia. Todos esos conflictos son una gran fuente de inspiración para escribir un guión, sugeridos más que mostrados en el relato fílmico a través del subtexto.

 

Format fue un salto cualitativo: una historia más compleja, con una carga dramática intensa, centrada en la extraña reunión de personas que quieren morir, pero no se atreven a darse muerte y recurren a los demás para ello.

 

El de Format es el único guión que no he escrito yo; digamos que tanto el guión como la dirección son trabajos conjuntos con José Blázquez. Este filme, más que ningún otro de los que he realizado, lleva la sugerencia al extremo, pues nada se muestra en torno a la vida de los personajes; el protagonismo de la historia recae en la muerte-suicidio como espectáculo. Nada se explica, ni un porqué, toda la acción depende de la percepción del espectador sobre lo que ocurre dentro de la casa. El fin de nuestras vidas en todo tipo de culturas es ritualizado como un espectáculo, buen ejemplo ofrecen las misas fúnebres donde la gente se viste para la ocasión, con cánticos y música, y en las que el finado es exhibido a modo de despedida, todo ello en un irse de la vida por la puerta delantera. Los protagonistas de Format, sin entrar a valorar el porqué (eso solo lo saben ellos), deciden irse; pero no por la puerta de atrás, quieren un ritual digno para su despedida en un final no asimilado moralmente. Son ellos mismos los que ritualizan su propio espectáculo. Posiblemente Format no sea un cortometraje donde el espectador se sienta cómodo, asunto este asumido desde que se escribió el guión, ya que deja demasiadas preguntas en el aire. Lógicamente, hay ciertas cuestiones para las que no hay respuestas, a veces el cine es así.

 

¿Qué puedes contar de tu primer largometrajeEscisión?

 

Escisióntrata la historia de Dani, un hombre que arrastra un trauma desde su infancia, una vivencia negativa olvidada pero alojada en su subconsciente; es un yo escindido. Toda su existencia ha sido condicionada por ese trauma, y con el paso de los años más insoportable se le hace el día a día en la relación con su pareja, con su padre y con el entorno. A la postre, el protagonista acaba por descubrir el origen de su trauma. Este filme narra un conflicto que ahonda en el sentimiento de culpa, cuando realmente no existe un culpable.

 

Tu obra discográfica y cinematográfica está colgada en Internet, abierta a todo el público. ¿Cuáles son las razones que te han llevado a ello?

 

Muy sencillo: no pretendo vivir de nada relacionado con el arte, así que no tengo ningún inconveniente en que todos mis trabajos se puedan ver, oír o descargar de Internet. Soy un obrero asalariado en una fábrica, lo cual me permite llenar la despensa y no preocuparme por tener que vivir del arte. Entre otras cosas, porque no quisiera depender del arte para tener una nómina a final de mes. No entiendo la creatividad como algo productivo en términos económicos. Seria odioso para cobrar una nómina mensual escribiendo canciones o dirigiendo películas, la creatividad no es un producto a manufacturar. Necesito sentirme libre y no condicionar mi arte al negocio.

 

Con Escisión, ¿te mantendrás en tu postura reacia a la comercialización? ¿Seguirás con tu habitual práctica de colgarlo abiertamente en Internet?

 

, por supuesto. Le daré un recorrido promocional en prensa, revistas especializadas y en certámenes. Tengo claro que no obtendré beneficios con ello, y si los hay, hay mucho que invertir en equipo y deudas que pagar, cámaras, iluminación, accesorios de rodaje, etc. Pero que busco, al menos, un reconocimiento al trabajo. Entiendo que ese es el único motor que me mueve, sobre todo la necesidad de crear y, en un segundo plano, la necesidad de que mi trabajo sea reconocido. Cuando crea, ningún artista tiene la pretensión de hacerlo solo para él, sin mostrarlo al público. En mayor o menor medida, el artista busca el aval público a su trabajo

 

“Aún puedo prostituir mi muerte / y hacer de mi cadáver el último poema.” Son versos de Leopoldo María Panero. ¿Luis Vil tiene miedo de prostituir su creatividad artística con el vil –valga la redundancia– metal?

 

Mi vida de obrero me tiene anclado a ras del suelo, a la realidad del más común de los mortalesPosiblemente eso sea atípico en un artista, pero está claro que ayuda a no tener grandes complejos, de esos que hacen daño a la vista cuando uno observa a la endogámica elite de artistas. Si algún día me prostituyo será por decisión propia, sin pedir nada a cambio. Sería una especia de puta altruista ejerciendo por puro vicio

 

El sábado 11 de octubre cantas a Leopoldo María Panero en Bilbao. He oído una de las canciones, en acústico, y este tipo de interpretación le proporciona un eco cavernario, como si saliera no ya de la mente, sino de las mismas tripas. Porque los poemas de Panero son así de carnales y sanguíneos.

 

Porque Panero era un poeta auténtico, de los pocos poetas que han vivido para y por la poesía, como única forma de expresión donde todos sus demonios han sido purgados a través de la expresión más brutal, real y descarnada, como pocos han hecho.

 

Al rock le va el estilo de Panero: existencialista, venal, sincero hasta lo estridente, sin atisbo de autocensura…

 

No cabe duda. Su poesía  se puede vestir perfectamente de rock. Hay mucha conexión entre cierto rock de vertiente poética y la obra de Leopoldo María Panero. No me ha sido muy complicado adaptarlo musicalmente, su lenguaje es muy rítmico y musical. He disfrutado como nunca componiendo y cantado.

 

Te acompaña en el concierto La Mala Crianza, tu última banda…

 

. Son Igor Arzuaga, al piano y el acordeón; Víctor Gómez, bajo; Josean Valle, batería; Pablo Morillo, guitarra; a los coros, Juncal Altzugarai; y yo mismo, guitarra y voz.

 

PaneroEscisión ¿algo más en el horizonte?

 

Después de la presentación del Luis Vil vs Leopoldo Maria Panero, este sábado 11 de octubre en el teatro Campos Elíseos de Bilbao, me dedicaré de lleno al rodaje de Escisión y posiblemente retome el recital de Panero para el año que viene. Tengo también la intención de editar y recopilar estos temas en un álbum, que por supuesto colgaré libremente en mi web.

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