En un mundo donde la diversidad debería ser celebrada como nuestra mayor riqueza, aún nos encontramos luchando contra las sombras del racismo, una fuerza destructiva que se ha arraigado en nuestras sociedades y continúa privando a millones de personas de sus derechos y dignidad. El reciente Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial nos recordó la urgente necesidad de confrontar este mal arraigado en nuestro tejido social.

El tema de este año, enlazado al Decenio Internacional para los Afrodescendientes, nos obliga a mirar de frente la realidad de aquellos que han sido históricamente marginados y oprimidos. Garantizar los derechos humanos de las personas afrodescendientes es un primer paso crucial hacia una sociedad más equitativa y justa.

El racismo no surge en el vacío; es alimentado por siglos de colonialismo, esclavitud y teorías pseudocientíficas que han buscado justificar la supremacía de ciertos grupos raciales sobre otros. Aunque hemos avanzado, las secuelas de estas injusticias históricas continúan pervirtiendo nuestras estructuras sociales, económicas y políticas.

En Barcelona, una ciudad vibrante y diversa, no podemos ignorar la realidad del racismo que persiste en nuestras calles, nuestras instituciones y nuestras mentes. Desde políticas discriminatorias hasta actitudes arraigadas, el racismo sigue socavando la igualdad y la justicia en nuestra comunidad. Continúa afectando a las vidas de las personas no blancas.

Es hora de actuar. No podemos permitir que la injusticia estructural, la violación de los derechos humanos y el impacto en la salud y el bienestar continúen afectando a las personas racializadas. Todos y cada uno de nosotros debemos asumir la responsabilidad colectiva de desafiar el racismo en todas sus formas y trabajar incansablemente para construir una Barcelona sin racismo. Con decir que no eres  racista no es suficiente. Hay que ser antirracista.

Las personas racializadas exigimos un cambio real y tangible. Pedimos la eliminación de las barreras institucionales que perpetúan la discriminación racial y la creación de políticas que promuevan la igualdad y la inclusión. Exigimos derogar la ley racista de extranjería que impide que las personas migradas puedan obtener un permiso de trabajo. Exigimos eliminar la obligatoriedad del requisito de tener la nacionalidad española para trabajar en la administración pública, hecho que contribuye a la segregación laboral. Por eso no se ven agentes educativos racializados en los centros educativos. También demandamos un cese inmediato de la violación de los derechos humanos fundamentales y una mayor atención a las disparidades en salud y bienestar que resultan del racismo sistémico.

Pero más allá de las demandas, necesitamos un compromiso genuino y duradero de toda la sociedad y de sus políticos. Debemos enfrentar nuestras propias actitudes y prejuicios, educarnos sobre la historia del racismo y abogar por el cambio en todos los ámbitos de la vida. Solo entonces podremos construir una Barcelona donde cada persona sea valorada por igual, independientemente de su origen étnico, religión o color de piel.

Reivindicar el Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial es levantar nuestras voces contra el racismo y trabajar por construir un futuro más justo y equitativo para todos. Así lo hizo la concejal Jess González (BComú) en el Plenario del Ayuntamiento de Barcelona, el pasado febrero, donde expuso una Declaración Institucional que instaba al alcalde Jaume Collboni a ponerse a trabajar para garantizar los derechos de las personas racializadas y eliminar el racismo de nuestra ciudad. Esta iniciativa es un primer gran avance para  construir una Barcelona Antiracista.


*Fuente: https://catalunyaplural.cat/es/una-llamada-urgente-por-una-barcelona-antirracista/

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