Lawrence Ferlinghetti, el último poeta de la generación beat, quien fundó la célebre librería y editorial City Lights, desde la que publicó uno de los íconos de este movimiento, Aullido de Allen Ginsberg, murió a los 101 años a causa de una enfermedad pulmonar intersticial, según informó su hijo al diario estadunidense The Washintong Post. Murió “en su propia habitación” sosteniendo la mano de su hijo y de la novia de su hijo “mientras daba su último respiro”.

Aunque nunca se consideró a sí mismo como uno de los Beats, era un mecenas y alma gemela y, para muchos, un símbolo perdurable: predicaba un sueño americano más noble y extático.

“Soy la consciencia de una generación o simplemente un viejo quejándose y tratando de escapar a la consciencia materialista y avariciosa dominante de Estados Unidos?”, se preguntó en “Little Boy”, una novela escrita siguiendo su flujo de consciencia, publicada cerca de su 100 cumpleaños.

En 1956 publicó Howl and Other Poems (Aullido y otros poemas) de Allen Ginsberg en City Light Books, que en ese entonces —según Ferlinghetti— era a la vez una librería y una editorial de poesía de poca monta, en un solo cuarto en San Francisco.

El libro de Ginsberg provocó un juicio por obscenidad que se volvió un hito literario cuando la Corte Superior del estado de California falló en favor del editor y sentenció que Howl “sí conlleva una importancia social”. Esta decisión allanó el camino de Ferlinghetti para volverse una referencia singular en la edición de libros.

En 2001, casi 50 años después de abrir sus puertas (se inauguró en 1953), la City Lights fue designada sitio histórico oficial por la Oficina de Supervisores de San Francisco. En marzo de 2020, la editorial Doubleday publicó Little Boy, tercera novela de Ferlinghetti, influida por los beats, con motivo del cumpleaños número 100 del escritor.

Aunque el “muchachito” del título está basado en Ferlinghetti, y su historia tiene un indiscutible parecido con la del escritor: un padre muerto prematuramente, la madre ausente, el servicio militar en la Segunda Guerra Mundial, estudios en la Sorbona, Ferlinghetti aclara de inmediato que el muchacho “es un yo imaginario”.

Lawrence Ferlinghetti y Allen Ginsberg.

También retó a la historia. Las ventas por internet, las cadenas de librerías y los altos costos de las rentas cerraron numerosas librerías en la zona de la Bahía de San Francisco, pero City Lights se mantuvo como un centro cultural y político en ebullición, donde una sección estaba dedicada libros de “competencia revolucionaria”, y donde los empleados se podían tomar el día libre para ir a una manifestación contra la guerra.

“Generalmente, la gente se vuelve más conservadora a medida que envejece, pero en mi caso parezco haberme vuelto más radical”, dijo Ferlinghetti a la revista Interview en 2013. “La poesía debe ser capaz de responder el reto de los tiempos apocalípticos, incluso si esto significa sonar apocalíptico”.

La librería resistió incluso durante la actual pandemia, cuando se vio obligada a cerrar y requirió 300.000 dólares para mantenerse a flote. Una campaña de GoFundMe rápidamente recaudó 400.000 dólares.

Alto, con barba y ojos azules penetrantes, Ferlinghetti era introvertido y reticente a situaciones poco familiares. Pero era el más público de los poetas y su obra no estaba pensada para una contemplación en solitario. Era para ser recitada o gritada, en cafeterías, librerías o campus universitarios.

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