El pasado 2 de octubre, el Ayuntamiento de Barcelona con su alcaldesa Ada Colau a la cabeza, declararon a la ciudad libre del TTIP, claro que fue meramente una declaración simbólica, en oposición a las negociaciones comerciales secretas entre Washington y Bruselas, pero no existen espacios libres o inmunes al TTIP.

Foto: Francesc Sans.

Los tratados de libre comercio son varios y de muy distinto signo; unos están en periodo de negociación, otros están en vigor y unos pocos fueron abandonados tras la oposición social. Pero todos comparten una premisa, el secretismo y el oscurantismo, y para ello se camuflan en una serie de tecnicismos y en una sopa de siglas para provocar el desinterés de la ciudadanía y que no sepamos lo que realmente está en juego. Se conocen como TTIP, TAFTA, TISA, ACS, ATCI, GMT, CETA…, y todos ellos, de una u otra manera, lo que buscan es saltarse las normas y leyes de control de los diversos países. Claro que a esto le llaman “armonizar normas”para que no sean “restrictivas al comercio o la inversión”. Aunque para ello deban suprimirse derechos sociales y laborales, ignorando la protección del medio ambiente o pasando por encima de los derechos de protección del consumidor. ¿El objetivo? Que las grandes fortunas mundiales lo sean más y más, y que los gobiernos y políticos les sirvan en ese propósito. No es descabellado decir que por encima de los presidentes de gobiernos que elija la ciudadanía con su voto estará, por ejemplo, el TTIP. ¿Un gobierno en la sombra?, pues , pero no lo decimos nosotros, sino el propio David Rockefeller. En un ataque de sinceridad durante una cena de embajadores de la ONU, en 1994, manifestó: “Algo debe reemplazar a los gobiernos y el poder privado me parece lo adecuado”,(revista Newsweek, febrero de 1999). Entre los instrumentos que se utilizan en los Tratados para garantizar que sus objetivos se cumplan, y de paso escapar del control democrático de los mercados, están los Tribunales de Arbitraje privados, tribunales que están haciendo ricos a unos pocos abogados. Uno de estos árbitros, el español Juan Fernández-Armesto, declaró: “Cuando me despierto por la noche no deja de sorprenderme que Estados soberanos hayan aceptado el arbitraje de inversiones para todo. A tres individuos privados se les confía el poder de revisar, sin restricción ni apelación, todas las acciones del Gobierno, decisiones de los tribunales, leyes del Parlamento”; (testimonio publicado originalmente en la Global Arbitration Review, citado por Susan Georges en su libro: Los usurpadores. Cómo las empresas transnacionales toman el poder. Icaria Editorial, Barcelona, 2014, pág. 111).

Juan Garcíaes economista, miembro fundador en 1999 de ATTAC Catalunya (Asociación por la Tasación de las Transacciones financieras y por la Acción Ciudadana), asociación que presidió en 2003. Activista social, participó en los movimientos estudiantiles de los últimos años de la dictadura franquista. Estuvo en el sindicato anarquista CNT, y hoy colabora con la CGT. Como experto en el TTIP, da conferencias y charlas.

¿Qué es el TTIP y a quién beneficia?

Pues el TTIP quiere ser uno de esos tratados internacionales de libre comercio e inversiones, todo en uno. Y al mismo tiempo, una organización internacional de estados, que agrupe a una suma de ellos, los que ya están agrupados en la Unión Europea, y un Estado Federal, que es el de Estados Unidos. Y lo de estado federal tiene alguna importancia, y si acaso lo comentamos luego. Esto sería formalmente, pero ¿qué es en el fondo? ¿A qué aspira? Sobre todo, se trata de poner el cierre, el broche de oro a una estrategia que se desarrolló cuando la Organización Mundial del Comercio (OMC) fracasó en sus repetidos intentos de imponer una forma de comercio y de protección de las inversiones. Lo que supone es un traspaso de soberanía desde los estados, es decir, desde unas organizaciones alejadas de los ciudadanos, hacía unas organizaciones internacionales mucho más alejadas todavía de la ciudadanía. Y la parte más interesante, es que esto está bajo la influencia directa de los grandes grupos de presión y estrategia de los dirigentes máximos de las grandes concentraciones económicas de poder transnacionales…

Por lo que supongo, ni pequeñas, ni medianas empresas se benefician del tratado…

No, el beneficio iría para los grandes accionistas y ejecutivos de las grandes corporaciones, pero no las grandes empresas, sino las ¡muy grandes! La finalidad es que el concepto de soberanía no se interponga en la capacidad de ganar dinero, de hacer negocio y beneficio de esas grandes concentraciones de poder, que incluyen por una parte a esas transnacionales, y por otra parte eso que llaman mercados financieros, los grandes bancos, aseguradoras…, pero también las grandes fortunas, los fondos de inversión, muchos de ellos instrumentos de esas grandes fortunas y sus mariachis.

¿Mariachis? ¿Se refiere a unos comparsas?

. Los mariachis son los inversores que permiten convertir una fortuna individual en una institución de inversión colectiva y, por consiguiente, con los requisitos y privilegios que ello supone, por ejemplo una fiscalidad pequeña. Muchas veces son los propios bancos los que les crean, a las grandes fortunas, estas instituciones de inversión colectiva. Por ejemplo, se necesitan cien millones de euros y mínimo cien personas, pues las noventa personas restantes son los que acompañan al que pone los 99, 99 millones de euros.

¿Y lo que comentaba de la particularidad del Estado Federal de USA?

Hay una cosa muy divertida, es que los EE.UU. hacen virguerías con los tratados, los convenios y las organizaciones internacionales en las que participa, para eso es la única hiperpontencia. Por ejemplo, hay un acuerdo que es el Tratado de Libre comercio de América del Norte, que incluye a México, Canadá y los propios EE.UU., entonces al firmar el acuerdo dicen: “los Estados Unidos se comprometen…”, pero cuando llegan ahí dicen, sí, los EE.UU. la federación, pero los estados federados, esos ya van por libre, contratan como les da la gana y hacen lo que quieren. Pero, por ejemplo, la Unión Europea se compromete, a pesar de no ser un Estado sino una asociación de estados, a que se cumplan estos tratados en todos los países que la forman, hasta en el último ayuntamiento y el último gobierno autónomo. En definitiva, el interés no es el de EE.UU., siendo este muy importante, desde luego no es el de los estados de la UE, es de los que en una parte y otra, tienen la sartén por el mango, como decimos en Catalunya, els que tallen el bacallà (los que cortan el bacalao).

¿Se está negociando en secreto?

Se está negociando totalmente en secreto. Todos estos tratados bilaterales no son más que un atajo para evitar el fracaso de la OMC. Uno de los problemas que tiene la OMC es el de la transparencia, están obligados a que sus negociaciones, acuerdos y tratos preliminares sean públicos; pero en los tratados bilaterales no es necesariamente así. Los padrinos de la OMC, que estaban movilizando los intereses de esos grupos financieros de los que hemos hablado, pues ahora lo hacen en estas nuevas organizaciones y tratados. Hay una cosa divertida, la actual Comisaria de Comercio en la Comisión Europea, una tal Anna Cecilia Malmström, cuando tomó posesión del cargo, hizo una promesa determinada a los parlamentarios europeos, en torno a la bondad y transparencia de los tratados…, pero al día siguiente tuvo que rectificar, algo así como: “donde dije transparencia quería decir que a lo mejor podía enterarse alguien, pero no mucho…”

¿Si es tan bueno por qué se negocia en secreto?

Claro. Incluso el que fue negociador por parte de EE.UU., en el inicio de TTIP, se hizo la misma pregunta. Mire, los parlamentarios de la UE, no todos, unos cuantos de la comisión específica, si quieren hacer el seguimiento del tratado, tienen que ir a una sala de lectura especial. Les dejan ver los documentos, pero no pueden llevar cámaras fotográficas, ni teléfono móvil, ni bolígrafo. Además de recordarles que están bajo secreto oficial. Los que negocian son los que negocian. En las consultas oficiales, luego están las extraoficiales, en un momento determinado tuvieron la obligación de decir a quién habían hecho esas consultas. De ciento treinta consultas, ciento dieciocho habían sido con grupos de interés del tipo que hemos citado.

Pero los que firman son los representantes políticos de los estados. ¿No saben lo qué firman?

Claro que lo saben. Pero la gran mayoría de los parlamentarios europeos no lo saben, ahora bien, determinadas ramas de los ejecutivos de los estados, y por supuesto, los principales dirigentes de los estados de la UE, no sólo están al tanto, sino que son los impulsores directos de este tratado. Hay una comisión que hace el seguimiento de las negociaciones y cada país miembro tiene un representante en ella. En un momento de la Constitución europea yo estaba en Estocolmo cuando se especulaba sobre si se aprobaba o no el Tratado. En ese momento no se aprobó, porque hubo un “revolucionario” europeo de mucho peso, un tal José María Aznar, que lo impidió. Es tan zote el tipo que lo impidió. Pues a éste muchacho, en ese momento, en las reuniones que se hicieron, el primer ministro sueco, queriéndole salvar la cara, dijo algo así como que había que volver al tratado porque: “Nos obliga la UE”. Yo dije: ¿Cómo la UE?, esto se acuerda por el Consejo Europeo… ¿y quiénes lo forman?, pues todos los primeros ministros, presidentes de gobierno y jefes de estado, se dice jefe de estado por el presidente de la República Francesa. Pues esos acuerdos están obligados a aprobarlos por unanimidad, y éste señor sí que estaba en ese momento, y si es por unanimidad, no se puede decir que es una obligación que te imponen otros.

¿Quiénes son los grandes impulsores de este tipo de tratados?

Por ejemplo, del TTIP, o del CETA, que es un acuerdo que se hace con Canadá y que tiene tanta trascendencia como el TTIP, porque si no nos la cuelan por uno, lo harán por el otro, pues los grandes negociadores es una cosa que se llama TransAtlantic Business Dialogue (TABD) –el poderoso lobby de las multinacionales que trabajan para hacer de EE.UU. y la UE un mercado único- y que lo forman los setenta grandes ejecutivos jefes de las mayores corporaciones. Treinta  y cinco de cada lado del Atlántico.

¿Y el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) qué tiene que decir? ¿En algún momento abogó por la transparencia?

, y los políticos de cuando en cuando hablan de ello. El TJUE durante muchísimo tiempo ha privilegiado eso que se llama el derecho al comercio, poniéndolo por encima de todos los demás derechos, por supuesto sobre los derechos laborales, para ellos no tienen ninguna transcendencia. En varias sentencias han remarcado esto, por encima de todo está el derecho a la competencia, y luego los otros derechos lo son de menor categoría. Para ellos sólo hay cuatro libertades esenciales: Libre circulación de capitales, de personas, de mercancías y de servicios. En una palabra, la libertad de que unos se hagan no ricos, sino más ricos todavía. A nivel teórico, se puede pensar que a lo mejor no está mal porque así hay una movilidad que favorece que haya nueva savia de gente enérgica de las clases medias acomodadas, pero sobre todo se trata de lo dicho, que se enriquezca aún más los integrantes de la plutocracia global.

Foto: Francesc Sans.

¿Podemos decir que estos tratados, en el fondo, quieren organizar la pobreza para que unos sean más ricos?

En esencia es esto. Los Tratados Neoliberales son la miseria programada. Por ejemplo, en el Tratado de América del Norte al que antes hacíamos referencia, en el caso de México, la aplicación del tratado ha causado unas pérdidas masivas en el sector agrícola, pero también en EE.UU., ya que ha afectado a poblaciones vinculadas a sectores industriales de los propios EE.UU., que trasladaron a México, porque los costes laborales son más baratos. Si mira, bajo cualquier parámetro, la situación de México antes y después del tratado, verá que ha empeorado mucho.

¿Pero empobreciendo a las clases medias y bajas, tampoco habrá dinero para gastar, para comprar?

Sí, pero la cuestión es la siguiente. Desde los veinticinco o treinta años gloriosos, desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta los setenta estirándolo mucho, hasta la crisis del petróleo, y el desmontaje del sistema de los acuerdos de Bretton Woods, de las monedas con referencia al oro, etc., y el antiguo FMI…, bueno, durante ese tiempo la palabra fundamental era crear demanda. Si tú creas demanda, las cosas van, porque las empresas pueden contratar…

El sistema capitalista…

Yo no sé qué es el sistema, y mucho menos qué es capitalista, pero en fin, podemos decir un régimen de plutocracia, donde los ricos dominan a la sociedad, para entendernos…Si había demanda, las empresas emplean gente y pueden vender lo que producen. Pero desde los años setenta, y mucho más desde los ochenta, pues tenemos el proyecto neoliberal, que tiene algo más de sentido que lo del capitalismo. Pues sencillamente, llegan a la conclusión que lo mejor es evitar la maldita demanda, eliminarla como necesidad. Entonces lo que se hace es buscar mecanismos para meterse el dinero en el bolsillo, es decir, meterse el poder en el bolsillo. Cuando se tienen mil millones, se tienen todas las necesidades cubiertas y las de varias de tus generaciones, por lo tanto esa acumulación desmedida tiene un sentido de poder. Se han intentado diversas formar de eliminar la necesidad de estar sujeto a la demanda. Hay una relativamente sencilla que se puso en marcha desde la famosa crisis de 2007. Cogemos y emitimos una gran cantidad de moneda, y al mismo tiempo se hacen reformas estructurales. ¿Qué significan reformas estructurales? Pues que machacas a los trabajadores, pero al mismo tiempo machacas a las clases medias, a las pequeñas y medianas empresas, porque no tienen demanda. Lo que hacen es crear una situación en la que no tienen capacidad de negociación; al trabajador lo acogotas, porque no tiene capacidad de negociación, por lo tanto bajan su renta sí, o sí, o también, que son las tres únicas opciones que hay. Si bajas el nivel de renta, estás bajando la demanda. ¿Pero qué pasa con el resto del dinero que se emite en grandes cantidades? ¿A qué bolsillos van a parar?

Al trabajador, no, tampoco a los medianos y pequeños empresarios… Pero la ciudadanía alguna vez se cansará.

De entrada piensan que lo pueden controlar. Hay lo que se llama, en España, el Consejo de la Competencia, que reúne a los diecisiete primeros ejecutivos de las diecisiete primeras empresas. Sólo hay que ver lo que dicen. En las reuniones del G-20 del 2009, por ejemplo, se hablaba de reformar el capitalismo, de poner freno a la codicia, etc. En las reuniones de 2010, ya cambia la cosa, hay que ir a la consolidación fiscal, y hay que hacer reformas estructurales. ¿Y quién planteó eso? Pues The Business 20 (B-20), que son las grandes empresas y las patronales de los veinte estados que participan.

Hay algunos economistas liberales, como el televisivo Daniel Lacalle, que dicen que los efectos del TTIP serían positivos, porque la flexibilización de las normas nacionales, pueden atraer a inversores extranjeros.

Decir economista, es por decir algo…Eso lo dicen aquí, y lo dicen en la China, por lo cual, si las normas se flexibilizan en todas partes…, vamos a ver, lo que se está haciendo es hacer competir a las instituciones, a los ordenamientos jurídicos, incluso. Se está haciendo competir estado contra estado. Por ejemplo, en la Constitución europea, hay un artículo, que es el 172, que decía la siguiente barbaridad: “Para crear el mercado interior, será necesario armonizar las normas y las instituciones”, cosa muy lógica, porque si no haces eso vas a crear verdaderos huracanes. Pero con algunas excepciones, que no son “casi nada”: Los derechos sociales, los derechos de los trabajadores por cuenta ajena –lo dice así- y la fiscalidad.

Seguro que no recordará a un tal Hans Tietmeyer que fue presidente del Bundesbank (durante 1993-1999), antes de que abandonaran el marco alemán, por el euro. Pues cuando estaba ya saliendo por la puerta, y siguiendo el viejo adagio: “Para lo que me queda en el convento…”, va y declara al International Herald Tribune, y cito de memoria: “La gente todavía no se ha dado cuenta, pero esto del euro va a significar que es necesario, para poder competir, una devaluación interior”. Ahora sabemos lo qué es, reducir los salarios, el poder adquisitivo…, pero antes no teníamos ni idea de qué era aquello. Pero era esto lo que buscaban las gentes que estaban poniendo en marcha el nuevo esquema. Hacen competir entre ellos a los estados, para tirar hacia abajo y que fluya hacia arriba la riqueza de unos pocos. Ahora hay unos estudios, sobre las grandes empresas de las principales potencias, que indican que hay un incremento desmesurado de los beneficios, pero, un mantenimiento a la baja de lo que los marxistas llaman la acumulación de capital. El viejo teorema de Smith, que dice que los beneficios de hoy, serán la inversiones de mañana y los empleos de pasado mañana. Pues los beneficios de hoy no son las inversiones de mañana, y ahora lo podrá ver en unos gráficos que le he traído, y por supuesto tampoco son empleos de pasado mañana.

Otra tontuna es hablar del incremento de la productividad para solucionarlo todo. Si vemos las estadísticas globales, notamos que por primera vez en la historia, hay una pérdida de productividad.

Foto: Francesc Sans.

¿Por qué?

Muy sencillo, porque se está trasladando la producción de zonas de alta productividad, con una alta relación entre las instalaciones, máquinas, empleos, a lugares de baja productividad. Y esto se compensa sobradamente con la baja de los salarios. Se trata de cambiar la política de demanda, por la política de oferta, de poner el dinero en el bolsillo de la gente que tiene mucho dinero, porque se supone que eso supondrá inversiones, incentivos, creación de empleo, pero no hay demanda, entonces: ¿dónde van a hacer las inversiones?

¿Y esto no perjudica también a las grandes corporaciones?

¿En qué sentido? Mire, lo voy a decir con un poco de ironía. ¿Cuál es la empresa más sólida del mundo?, pues U.S Stell, aceros de Estados Unidos. Hace unos años se cambiaron el nombre por U.S X. Cuando le preguntaron al ejecutivo jefe qué significaba la X, dijo: “Cualquier cosa que pueda dar dinero”.

Pero ¿qué podemos hacer los ciudadanos?

Pues muchísimo, de hecho hay ejemplos de ello. Esto que se quiere hacer ahora, es porque la OMC no puede dar un paso sólido adelante, y hay reuniones cada dos años. La obligación de transparencia, la participación de la ciudadanía y la oposición de los países empobrecidos, ha hecho que eso no pueda seguir adelante.

Gracias por su tiempo y paciencia, y seguro que nos veremos en más ocasiones.

A su disposición.

La idea romántica de la Europa de los Pueblos, que pensaron Pierre-Joseph Proudhou, o antes de que se “cayera del caballo”, Aristide Briand, parece que se ha prostituido, pero es posible revertir este proceso. Para los detractores del TTIP, los supuestos beneficios del tratado sólo los disfrutarían un 1% de la población, mientras que la calidad de vida del 99 % restante disminuiría. La ciudadanía consciente e informada puede parar esto, y la movilización de una sociedad convencida, se hace necesaria.

Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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