Lo que comenzó como un anuncio provocador de una charla no autorizada por parte del agitador de extrema derecha Vito Quiles escaló rápidamente en altercados, con intervenciones policiales y cargas de los Mossos d’Esquadra para separar a partidarios y detractores. Quiles, quien no apareció en el lugar esperado —la plaza Cívica—, optó por un breve discurso con megáfono desde un aparcamiento, antes de ser escoltado fuera del campus. Este incidente no solo resalta las divisiones políticas en el ámbito universitario catalán, sino que también plantea interrogantes sobre los límites de la libertad de expresión en espacios públicos educativos.
Vito Quiles, un autodenominado «periodista» de 32 años, ha emergido en los últimos años como una figura controvertida en el panorama de la ultraderecha española. Antiguo colaborador en medios como EDATV, Quiles formó parte de las listas de la formación xenófoba Se Acabó La Fiesta, liderada por Alvise Pérez, en las elecciones europeas de 2024. Su trayectoria incluye participación en protestas violentas, como las acaecidas en Ferraz en 2023, donde resultaron heridos una treintena de policías. Denunciado en múltiples ocasiones por injurias y calumnias, Quiles se inspira en activistas internacionales como el estadounidense Charlie Kirk —asesinado en septiembre de 2025— para promover un «tour» por universidades españolas bajo el lema «España Combativa». El objetivo declarado: fomentar el debate en entornos académicos, aunque sus críticos lo ven como una estrategia de provocación deliberada para generar visibilidad mediática.
La UAB, conocida por su diversidad ideológica y un historial de protestas —desde escraches a figuras como Cayetana Álvarez de Toledo en 2019 hasta manifestaciones propalestinas recientes—, fue elegida como punto de partida de esta gira. Sin embargo, ni Quiles ni la asociación juvenil S’ha Acabat! —de orientación españolista y constitucionalista— solicitaron permiso oficial para el evento, programado para las 12:00 horas. El rectorado de la universidad emitió un comunicado el miércoles advirtiendo de la falta de autorización y intentando contactar sin éxito con Quiles para disuadirlo. «No venimos a sabotear ni a acabar con las libertades de nadie, venimos a ejercerla. Y es incomprensible como en una universidad pública, que debe ser el foro del debate, la discusión y del diálogo, lo que se está permitiendo hoy es la censura, la cancelación del que piensa distinto, así como los ataques unilaterales», declaró Quiles en respuesta a las críticas.
A pesar de las advertencias, Quiles llegó al campus alrededor de las 11:15 horas, accediendo al aparcamiento del rectorado acompañado por su propio equipo de seguridad, todos vestidos de negro. Allí, miembros del equipo de gobierno de la UAB le recordaron la ausencia de permiso y le instaron a marcharse. Ante su negativa, se requirió la intervención de los Mossos d’Esquadra, quienes, tras una «larga e intensa negociación», le convencieron de abandonar el recinto para evitar problemas de orden público. Poco antes de las 12:00, Quiles utilizó un megáfono desde la acera adyacente a la Facultad de Veterinaria para pronunciar un breve discurso reivindicando su derecho a «ejercer su libertad en una universidad pública». Finalmente, subió a un vehículo y dejó el campus poco antes de las 13:00 horas.
🔴 UAB l Milers d’estudiants hem plantat cara al provocador d’extrema dreta, Vito Quiles.
Els Mossos del PSC han carregant contra els manifestant per defensar l’acte no autoritzat de la dreta.
Els mateixos «progressistes» que diuen frenar l’ultradreta li obren camí. pic.twitter.com/zs6FS3tYg2
— Contracorrent Catalunya #OrganitzarLaRàbia (@Contrac_Cat) October 16, 2025
Mientras tanto, en la plaza Cívica —el corazón del campus—, la tensión ya había estallado. Dos grupos se formaron: uno minoritario de partidarios de Quiles, ondeando banderas españolas y coreando insultos contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; y otro mayoritario de detractores, compuesto por estudiantes antifascistas, independentistas y colectivos de izquierda, con esteladas, banderas palestinas, republicanas y símbolos contra el fascismo. Los gritos de «¡Fuera fascistas de la universidad!» resonaron mientras se lanzaban huevos, tomates y otros objetos entre ambos bandos. Un incidente destacado involucró a un grupo de independentistas que intentó arrebatar por la fuerza una bandera española a una estudiante, causándole lesiones en una mano.
Los Mossos d’Esquadra, con el apoyo del Área Regional de Recursos Operativos (ARRO), intervinieron rápidamente para evitar una escalada mayor. Formaron una línea divisoria entre los grupos y realizaron cargas policiales con porrazos para dispersar a los manifestantes más agresivos, muchos de ellos encapuchados. Un helicóptero policial sobrevoló la zona, monitoreando los movimientos. A diferencia de protestas recientes, como las propalestinas donde se usó gas pimienta, en esta ocasión no se reportó el empleo de tales medios. Los altercados se extendieron por el campus, con los antifascistas rodeados temporalmente en la Facultad de Comunicación, y continuaron en los accesos a la estación de ferrocarriles catalanes, donde se produjeron nuevos enfrentamientos.
La respuesta institucional no se hizo esperar. La UAB emitió un comunicado por la tarde denunciando la «instrumentalización» del campus por parte de Quiles y lamentando su «irresponsabilidad» al convocar a personas ajenas a la comunidad universitaria sin autorización. «Se le ha requerido la presencia de la policía que también, durante un largo e intenso proceso de negociación, le ha indicado reiteradamente que debía abandonar el campus para evitar que se generara un problema de orden público», detalló el comunicado. El rectorado enfatizó que se había comunicado por escrito a Quiles sobre la necesidad de permiso, pero no obtuvieron respuesta.
Desde el ámbito político, las reacciones fueron polarizadas. Alejandro Fernández, presidente del PP catalán, mostró su apoyo a Quiles en redes sociales: «Tiene todo el derecho del mundo a explicar sus ideas libremente en cualquier rincón de España, Cataluña incluida». Su portavoz en el Parlament, Juan Fernández, fue más contundente: «La libertad de expresión está bajo ataque en Cataluña y callarse es ser cómplice. Basta ya de energúmenos totalitarios disfrazados de demócratas». Ignacio Garriga, de Vox, calificó el boicot como «terrorismo callejero». Por el contrario, colectivos como Arran y sindicatos estudiantiles celebraron la «movilización masiva» que «humilló» a Quiles, viéndolo como una victoria antifascista.
Este episodio se inscribe en un contexto más amplio de tensiones en las universidades catalanas, donde el independentismo y el antifascismo han protagonizado boicots previos. La UAB, en particular, ha sido escenario de violencia en el pasado, con impunidad para los agresores según denuncian voces constitucionalistas. El incidente con Quiles ilustra el delicado equilibrio entre libertad de expresión y prevención de discursos de odio. Mientras Quiles logra su objetivo de generar agitación —ampliando su visibilidad en redes sociales—, los estudiantes detractores reclaman el campus como espacio libre de fascismo. No se reportaron heridos graves, pero la jornada dejó un saldo de tensión que podría replicarse en otras paradas del tour, como la Complutense de Madrid o la Universidad de Valencia.
En última instancia, este enfrentamiento subraya las fracturas ideológicas en Cataluña, donde el debate universitario se ve eclipsado por la polarización. Como apuntó un portavoz de la UAB, el campus debe ser un foro de diálogo, no de confrontación violenta. Sin embargo, con figuras como Quiles buscando deliberadamente el conflicto, el desafío para las instituciones educativas radica en salvaguardar tanto la libertad como la convivencia. La pregunta persiste: ¿dónde termina la provocación y comienza la censura? El tour de Quiles promete más capítulos, pero el de la UAB ya ha marcado un precedente de resistencia estudiantil.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.





