Una web tiene 10 segundos para cargar. Si no lo ha hecho dentro de ese límite, hay un 123% más de probabilidades de que el usuario abandone la página. TikTok, el gigante que cuenta con 1218 millones de usuarios activos al mes, según Statista, en su origen permitía colgar vídeos de tan solo 15 segundos. No les faltaba razón: para alcanzar la viralidad, el promedio indica que lo más adecuado es publicar contenido que vaya entre los 7 y los 15 segundos, como explicita un informe de We Are Social.
“La abundancia de la información da lugar a la pobreza de la atención”, teorizó en los setenta el premio nobel Herbert Simon. La economía de la atención es un concepto que, en clave económica, analiza la atención como recurso escaso y valioso. En el siglo XXI, con la aceleración social de la era digital, las cuestiones alrededor de la atención ―y la paciencia― toman especial relevancia, y más aún, para la generación de nativos digitales.
Entre la multipantalla y el multitasking
El Instituto de la Juventud (Injuve), indica que “los periodos de atención de los Z son más cortos, ocho segundos es el tiempo medio que los jóvenes prestan atención plena a algo en concreto”. Un exceso de estímulos en el mundo del scroll infinito, mezclado con la infoxicación ―sobrecarga informativa―, hace que los centennials vivan sometidos a un colapso de inputs, y que ello haya modificado ciertos patrones neurológicos: “Sus cerebros han evolucionado para procesar información a velocidades más rápidas y son cognitivamente más ágiles para manejar desafíos mentales”, añade el estudio de Injuve.
Multipantalla y multitasking, la gen z es la de las acrobacias mentales: tiende a tener abiertos diversos dispositivos a la vez y estar en actividades distintas ―por ejemplo, ver una película en el ordenador mientras chatea con el smartphone, lo que hace tener la atención dispersa en varios elementos―. Al mismo tiempo, han tenido que desarrollar un filtro capaz de discernir a simple vista entre el aluvión de información, lo que les interesa y lo que no. “El cerebro sólo puede producir uno o dos pensamientos”, explica en The Guardian Earl Miller, neurocientífico del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Puntualiza que, sin embargo, los adolescentes creen poder manejar seis al mismo tiempo, lo que es en realidad “poner al cerebro a hacer malabarismos”.
Speedwatching: síntoma, causa y consecuencia al mismo tiempo
La rueda de la aceleración se retroalimenta, y en la sociedad de las prisas, cualquier cosa se convierte en susceptible de ser devorada cuanto antes. Una ansiedad social generalizada, una sensación permanente de estar perdiéndose algo, sus consecuentes atracones de información. En el 2010, YouTube, plataforma en la que proliferó el fenómeno youtuber ―precursor de los actuales influencers y creadores de contenido― introdujo la opción de acelerar el visionado de sus vídeos. Es decir, puedes ver en 5 minutos algo que dura 10. Posteriormente, otros como Netflix o Amazon Prime incorporaron esta función, pero esto no se limita solo al consumo de contenido, va también a la vida personal: incluso WhatsApp se ha unido a la tendencia y puedes escuchar de modo acelerado los audios que recibes.
El speedwatching es, además de consecuencia de una atención divagante colectiva y la obsesión por la productividad del tiempo, el fruto más visible del FOMO (fear of missing out). “El fenómeno FOMO por sus siglas en inglés, se entiende como el miedo a estar ausente”, menciona el centro de tratamiento de adicciones Orbium. Sobre ello, explican que “actúa de tal forma en la persona, que empiezan a usar excesivamente las plataformas digitales impulsados por el miedo a ser excluido y perderse experiencias”.
El circuito de recompensa a ritmo de Fórmula 1
Ver el contenido acelerado permite ver más contenido en menos tiempo, pero que entre un torrente de información no quiere decir que se retenga. Si bien sería lógico pensar que consumir algo en velocidad acelerada requiere más atención, lo que sucede es que el cerebro se vuelve más vago. Para alterar el ritmo narrativo de lo que se consume se requiere práctica, al mismo tiempo, estar sometido al speedwatching hace girar la rueda cada vez más rápido: “la búsqueda constante de nuevos estímulos activa el neurotransmisor llamado dopamina, creando circuitos de recompensa y generando un círculo vicioso”, cita un artículo de InCom UAB.
La cultura de la inmediatez afecta a toda la sociedad, y tanto adultos como jóvenes pueden verse tentados de ver un vídeo acelerado, o de salir de una página web si no ha cargado en diez segundos. Ahora bien, el énfasis de esta dinámica en jóvenes ―y adolescentes, especialmente― radica también en su etapa de aprendizaje. Retener en la memoria la característica de un estímulo durante un lapso de varios segundos, con el fin de luego contrastarla con la de otro estímulo, constituye una labor cognitiva que demanda esfuerzo. La dopamina tiene un papel esencial en este proceso, señala un estudio de la UAM. Por lo tanto, “hackear” el proceso a través de una gratificación acelerada, instantánea y que requiere una recompensa cada vez mayor, tiene relación directa con la retención (y, en consecuencia, con la atención).
*Fuente: https://catalunyaplural.cat/es/la-generacion-de-los-ocho-segundos/