En las idílicas playas de Ibiza, donde el sol mediterráneo brilla con intensidad y el turismo de lujo genera millones, una realidad menos glamurosa está emergiendo. Cada vez más jubilados, aquellos que han pasado décadas contribuyendo a la economía isleña, se ven obligados a vender sus propiedades y abandonar la isla ante la imparable carestía de la vida. Este fenómeno no es aislado: pensionistas y residentes de otras edades optan por trasladarse a pueblos tranquilos de Valencia o Alicante, donde sus pensiones rinden más y la calidad de vida parece más accesible. Según expertos y testimonios recopilados, el alto costo de la vivienda, la cesta de la compra y los desplazamientos están expulsando a una generación que soñaba con envejecer en el paraíso balear.

Ibiza, conocida mundialmente por sus fiestas y paisajes, enfrenta una crisis silenciosa. El boom turístico ha disparado los precios, convirtiendo la isla en un destino prohibitivo para muchos locales. Jubilados que trabajaron en hostelería, construcción o servicios ahora luchan por llegar a fin de mes con pensiones modestas. «La carestía de la vida tiene muchas derivadas», explica José Antonio Verdugo, codelegado en Ibiza del Colegio Oficial de Administradores de Fincas de Baleares. Él ha detectado un aumento en las ventas de viviendas por parte de pensionistas que se marchan a la península. Esta tendencia se acelera en 2025, con datos que muestran un saldo migratorio negativo entre Baleares y varias comunidades autónomas españolas.

Turismo masivo y precios por las nubes

El alto costo de la vida en Ibiza no es un secreto. En 2024, Baleares recibió 18,7 millones de turistas, un récord que ha saturado la isla y elevado los precios de todo: desde el alquiler hasta el pan diario. La vivienda es el epicentro de la crisis. El precio medio por metro cuadrado supera los 3.670 euros, superando los máximos de la burbuja inmobiliaria de 2007. Para los jubilados, que a menudo dependen de pensiones calculadas sobre salarios bajos y contratos fijos discontinuos típicos del sector turístico, esto es insostenible. En Baleares, la pensión media de jubilación es una de las más bajas de España, solo por encima de regiones como Andalucía o Extremadura, rondando los 1.300 euros mensuales en muchos casos.

El sindicato UGT ha denunciado repetidamente esta situación. Pedro Berruezo, secretario general de la Unión de Jubilados y Pensionistas de UGT en Baleares, explica que «muchos jubilados vinieron a trabajar y ahora regresan a sus lugares de origen, donde pueden llevar una vida mucho más desahogada». No solo afecta a inmigrantes de antaño; isleños nativos también se marchan. La cesta de la compra en las islas es una de las más caras del país, y los desplazamientos dependen del avión, con precios elevados y sin descuentos efectivos para residentes que viajen con vehículo. Además, la masificación ha deteriorado servicios como la sanidad, con esperas de hasta dos semanas para una cita médica, y colapsos en el tráfico diario.

Otro factor clave es la proliferación de infraviviendas. En Ibiza, muchos residentes, incluyendo jubilados, recurren a caravanas o chabolas ante la imposibilidad de pagar alquileres que se disparan en nuevos contratos. Esto genera riesgos, como incendios en poblados improvisados, y tensiones con comunidades vecinas. Verdugo lamenta: «Es complicado encontrar una solución porque los precios están por las nubes». La Fundación Deixalles, que ofrece programas de orientación laboral, registró en 2023 un aumento del 15% en personas de 60 a 68 años buscando empleo, con un 50% de mujeres en este grupo. Raquel Martínez, coordinadora de Deixalles en Ibiza, confirma que la carestía obliga a muchos pensionistas a trabajar para complementar sus ingresos.

De Ibiza a la península en busca de alivio

Las historias personales ilustran el drama. Esteban Hernández, un sevillano de 72 años que llegó a Mallorca en 1968 como conductor de autocar, se mudó a Aranjuez (Madrid) en 2015. Su pensión de 1.300 euros no le alcanzaba en Baleares. Vendió su casa de 74 m² en Mallorca y compró una de 120 m² en Aranjuez, con dinero sobrante. «Aquí la vida es más económica, el dinero se estira más», relata Hernández, destacando el menor costo de la cesta de la compra y el ocio.

José María, un cacereño de 63 años que vivió en Ibiza hasta 2021, se prejubiló en 2016 y se trasladó a Elche. Compró un piso en 2004, pero el alto costo de vida le impulsó a venderlo. En Elche, accede a cursos de formación y ocio asequible, algo escaso en Ibiza, enfocado al turismo. «Con la pensión de jubilado te puedes permitir más en la Península», resume. Rosa Redolat, una usuaria de X (anteriormente Twitter), confirma esta experiencia: «Puedo confirmar que lo que dice el artículo es real, aquí una que se ha venido a Valencia y de momento encantada con el cambio».

No solo jubilados: un treintañero ibicenco con lazos en Valencia se mudó recientemente a un pueblo cercano, donde consiguió una hipoteca viable, algo impensable en Ibiza. Berruezo de UGT describe un «goteo continuo» de migraciones, incluyendo a clases medias que no pueden acceder a viviendas dignas. En 2025, esta tendencia se agrava, con expertos como Ferrán Font de Pisos.com prediciendo subidas continuas en precios de alquiler y venta debido a la escasa oferta y alta demanda.

Destinos preferidos: Valencia y Alicante

Los destinos más comunes son pueblos de Valencia y Alicante, como Denia, Pego o Elche. Estas áreas ofrecen viviendas más baratas, con metros cuadrados a precios inferiores y un costo de vida menor. En Valencia, el precio medio es significativamente más bajo que en Baleares, permitiendo a los jubilados comprar propiedades más amplias y modernas. Alicante atrae por su clima similar y proximidad al mar, sin la masificación turística de Ibiza. Hernández y José María destacan el acceso a servicios, cursos y ocio cultural, inexistentes o caros en las islas.

Datos del Ibestat muestran un saldo migratorio negativo con once comunidades autónomas entre 2021-2023, reflejando esta «expulsión» hacia la España vaciada. UGT reclama un plus de compensación por insularidad para pensionistas, similar al de trabajadores activos, argumentando que 1.300 euros no rinden igual en Baleares que en Galicia o Extremadura.

Impactos en Ibiza y las comunidades de destino

En Ibiza, esta migración deja vacíos sociales y económicos. La pérdida de residentes locales agrava la dependencia del turismo estacional, y el aumento de infraviviendas genera tensiones. En las zonas de destino, como Valencia y Alicante, la llegada de jubilados baleares impulsa el mercado inmobiliario local, pero también presiona servicios si no se gestiona bien. Sin embargo, muchos ven beneficios: «Venden subiendo en Ibiza por un precio bastante elevado y con esa cantidad compran en la península algo mejor», señalan expertos.

La crisis habitacional se extiende a jóvenes, que abandonan el hogar parental a los 30 años en promedio, y a clases medias, incluyendo divorciados que comparten piso o vuelven con padres. Oxfam Intermon alerta de «pobreza invisible» en Baleares, donde salarios altos no compensan el costo de vida.

Carestía

La migración de jubilados de Ibiza por el alto costo de la vida es un síntoma de un modelo turístico insostenible. Mientras el lujo atrae visitantes, expulsa a quienes construyeron la isla. Soluciones como el «Alquiler Seguro» o promociones de vivienda asequible son insuficientes, según expertos. UGT y otros reclaman políticas urgentes: plus insularidad, control de precios y diversificación económica. Sin cambios, más pensionistas venderán sus casas y se marcharán, dejando Ibiza como un paraíso solo para turistas adinerados. En Valencia y Alicante, encuentran refugio, pero el debate sobre la sostenibilidad balear urge en 2025.

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Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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