Ismaíl Kadare (Gjirokastra, Albania, 1936) es uno de los más conocidos y prestigiosos escritores albaneses. Premio Booker en 2005 y Premio Príncipe de Asturias de Las Letras de 2009, su nombre siempre suena como eterno candidato para el Premio Nobel de Literatura. Llegó a Barcelona el pasado 4 de octubre para presentar su última novela: Réquiem por Linda B (Alianza Editorial). En la Biblioteca Pública Jaume Fuster, Kadaré conversó con Bashkim Shehu (Tirana, 1955), escritor albanés que reside en Cataluña desde 1997.

EL ESCRITOR EN SU LABERINTO

Esta es la tercera visita de Ismaíl Kadaré* a Barcelona. En 1993 hizo una visita relámpago para asistir al Festival de Poesía, y en 2004 dio una conferencia titulada “La cólera de Aquiles”, dentro de los actos del Festival Internacional de Literatura Kosmopolis celebrado en el Centro de Cultura Contemporánea.

Es cierto que la concesión del Príncipe de Asturias y la colección que Alianza Editorial le ha dedicado al autor, con el presente título ya son 19 novelas publicadas, han hecho que Kadaré ya sea conocido entre un gran número de lectores españoles (en Francia, donde residió durante décadas, tiene un gran prestigio), pero aún es un gran desconocido para el gran público e incluso para gran parte de la crítica y otros escritores españoles. Un régimen autárquico, como lo fue la Albania de Enver Hoxha, que gobernó el país entre 1944 al 1985, no era el clima más propicio para que un escritor fuera conocido fuera de unas fronteras cerradas. Recuerdo que los primeros relatos de Kadaré traducidos al castellano los leí en la prensa militante como Albania Nueva o Drita Albania, ésta última que publicaba la Asociación de Amistad España/Albania, organización creada por el PCE (m-l) y durante años la única forma de viajar a una misteriosa Albania que aparecía en nuestros pasaportes con la leyenda: “Este pasaporte es válido para todos los países del mundo excepto: la URSS; Albania…” La primera novela que leí de Ismaíl Kadaré fue Los tambores de la lluvia (El cerco, en algunas ediciones), que narra el asedio a una ciudadela medieval, metáfora de la Albania de la guerra fría cercada por los países capitalistas, pero también por sus antiguos “camaradas” del bloque del Este, en un aislamiento que provocó no pocas paranoias internas. En España la publicó Destino en 1974, claro que estaba traducida del francés; y en Cuba, por ejemplo, El general del ejército muerto se publicaba traducida del italiano. Sí ya pierde una novela traducida a otro idioma, imagínense cuando ese filtro es doble. Y es aquí cuando debo agradecer el trabajo de los traductores españoles que nos han posibilitado acceder a las novelas de Kadaré en traducción directa del albanés. Les confieso que con cierto rubor, ya que son amigos y en un caso hasta familia. El primero es un homenaje porque ya no está con nosotros, me refiero al traductor oficial de Kadaré en España, y a él le debemos la mayoría de las traducciones literarias del autor albanés: Ramón Sánchez Lizarralde, amigo personal del autor; quien sigue con su tarea, la compañera de Ramón, María Roces González y Jesús Hernández Carrascosa, mi cuñado, que tradujo una de las ediciones de El gran invierno (VOSA, 1991) y El puente de tres arcos (Ediciones Libertarias, 1989). A pregunta de éste redactor, Kadaré me confesó que está orgulloso de sus traducciones al francés, al alemán, pero sobre todo, al castellano, y se le quebró la voz al recordar a Ramón.

Si hubo un momento de inflexión en la carrera literaria de Kadaré, ese fue cuando publicó la citada novela El general del ejército muerto (1963). El escritor llegaba a la narrativa desde la poesía, una poesía metafórica muy rara en la tradición literaria albanesa, según nos contó Bashkim. En la novela se relatan las peripecias de un general y un cura italianos que, años después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, viajan a Albania con la curiosa misión de repatriar los restos mortales de sus compatriotas, un ejército invasor vencido, una milicia de sombras. Fue llevada al cine por el director Luciano Tovoli con el título: L’armata ritorna. Marcello Mastroianni encarnaba al personaje del general y Michel Piccoli al cura. La primera traducción directa del albanés al castellano de esta novela fue de Ramón Sánchez (VOSA, 1987), aunque existía otra anterior traducida del francés (Plaza & Janés, 1973). La novela pronto fue traducida a más de cuarenta idiomas y esto cambió el estatus del escritor en su país, que se movió hábilmente entre un difícil equilibrio paradójico que iba de ser admirado y hasta protegido por el propio Enver Hoxha, y por otro, como escritor comprometido con su arte, ser un personaje sospecho y vigilado, pero… ¿quién no estaba vigilado en Albania? La fama internacional le hizo ser objeto de ciertos privilegios –lo que produjo no pocas envidias-, como el de viajar al extranjero o tener una vida cómoda en Francia, por ejemplo. Kadaré fue diputado y formó parte de las instituciones del PTA, pero esto no era óbice para que se le tachara como agente de la burguesía en algunas ocasiones o se le acusara falsamente de formar parte del complot que supuestamente capitaneaba el Primer Ministro Mehmet Shehu y que termino con el extraño suicido de éste en 1981, Mehmet era el padre de Bashkim, por cierto. Kadaré trata este episodio en su novela El sucesor (2007) y, en ese mismo año de 1981, publicó El palacio de los sueños, una alegoría contra los totalitarismos que fue retirada de las librerías. En Barcelona afirmó que cuando a uno le acusan de ser un conspirador, el que te insulten por una novela no tiene importancia. También relató un episodio sucedido en una reunión de la Liga de Escritores. Ramiz Alia, que sucedió a Enver Hoxha a la muerte de éste en 1985, le dijo: “Nosotros podemos llevarte al Olimpo o arrastrarte por el barro”.

Como declaró Bashkim en una comunicación telefónica que se incluyó en una entrevista a Kadaré que publicó el diario El País en octubre de 2009  y que firmaba Lola Galán: “No era ni un disidente ni un portavoz del régimen. Ninguno de esos dos términos es adecuado para desentrañar el fenómeno literario de Kadaré”. Dijo Kadaré que las novelas, como la literatura en general, “eran un alimento carcelario”, y supo que estaba salvado como autor cuando sus novelas tuvieron buena acogida en el extranjero, cuando lectores que no sabían, ni tenían porqué saber, las circunstancias políticas de Albania, valoraban y leían sus novelas. No, Kadaré no entra en el perfil del escritor disidente que tanto gusta en Occidente -él dice que en la Albania de Hoxha o de su viuda no era posible la disidencia abierta, aunque tomó partido para criticar lo que se estaba haciendo mal en el proceso de transición o en el conflicto de Kosovo levantando la voz contra la masacre Serbia sobre los kosovares- y que en algunos casos la aureola heroica del escritor disidente suple o enmascara una falta de calidad literaria, pero en su obra hay un claro compromiso con la libertad interior del ser humano y, sobre todo, con la defensa de la creación artística. El arte literario es una forma de combate, y eso lo sabe muy bien Kadaré, que aunque no piensa que con la escritura se pueda cambiar el mundo, si se puede revolucionar las mentes de los que lo tienen que cambiar.

LITIGIO CON LA VIUDA DEL DICTADOR

Bashkim Shehu preguntó a Kadaré sobre unos de los asuntos que en estos días más se están comentando en los medios periodísticos y literarios de Albania, el contencioso con Nexhmije Hoxha, de 90 años, y viuda de Enver Hoxha, a la que el escritor acusa de apropiarse indebidamente del original manuscrito de su novela El gran invierno, allá por el año 1972. Desde hace 15 años, y mediante abundante correspondencia, el autor ha pedido a la viuda de Hoxha que le fuera devuelto el original de la novela cuyo primer título fue El invierno de gran soledad. Nexhmije era presidenta del Frente Democrático de Albania, y Kadaré fue vicepresidente de dicha institución del antiguo régimen del PTA. Según cuenta Kadaré, su antigua jefa le visitó en su casa y, con engaños, se hizo con el original de la novela para depositarla en el Instituto de Estudios Marxistas-Leninistas, de la que ella era directora. A la caída del régimen, en 1991, el escritor buscó infructuosamente el texto en los archivos del Comité Central del PTA, entonces supo que la novela estaba en manos de la viuda de Hoxha, que ahora vive con su hijo mayor en una granja a las afueras de Tirana. En ese mismo año de 1991, Hexhmije fue detenida por la policía albanesa bajo la sospecha de que había colaborado en el asesinato de los opositores políticos que abandonaban el país, aunque nunca se pudieron probar esas sospechas. Lejos quedaba su militancia antifascista durante la Segunda Guerra Mundial y su papel como la mujer más poderosa del gobierno del partido que había colaborado a fundar con su marido. En 1993 sí que prosperaron las acusaciones de corrupción política. Los tribunales albaneses la acusaron de utilizar su poder político para amasar una gran fortuna. Condenada a nueve años, sólo cumplió dos saliendo de prisión en 1995.

En julio de 2012, Kadaré presentó una demanda ante el Tribunal de Tirana para recuperar su novela. El pasado septiembre las partes presentaron sus alegaciones de una historia que dura ya cuarenta años. Los abogados de la demandada sostienen que el manuscrito fue un regalo, y para ello aportan algunas cartas. En la primera fechada en 1971, Kadaré agradece a la esposa del dictador su ayuda para escribir la novela. En una segunda misiva, y tras la publicación de la novela, es escritor pide a la “señora” (así se refirió Kadaré a Hexhmije Hoxha en el acto de Barcelona) que ejerciera su influencia ya que la novela estaba siendo duramente atacada, y en otra carta fechada el 26 de julio de 1973, el autor le pide directamente que le ayude para encontrar refugio. En medios albaneses como el portal Balkan Web y el diario Panoramë siguen el juicio e incluso hablan de que podía salir a la luz una desconocida relación del escritor y la familia Hoxha. Pero en ninguna de las cartas se habla directamente del manuscrito ni se infiere de ellas que este fuera regalado a la viuda. Finalmente, con fecha 3 de octubre, el tribunal ha hecho prevalecer los derechos de autor y el texto será devuelto a Kadaré.

El gran inviernoes una larga novela donde el protagonista es Enver Hoxha y se relata la ruptura de relaciones con la antigua Unión Soviética de Jrushechev, al que se le acusaba de revisionista y de ejercer como un socialimperialista con los países que formaban parte del Pacto de Varsovia, organización que Albania también abandonó tras la ruptura. El héroe de la novela es Hoxha, pero también el pueblo albanés, que una vez más daba muestra de la resistencia de este pequeño país balcánico ante una gran potencia, que ya había roto con la Yugoslavia de Tito en 1948, y lo haría más tarde, en 1978, con la poderosa China. El pueblo albanés, que se cree descendiente de los ilirios, tiene una larga historia de luchas por su independencia –que llegó en 1912-, contra la invasión del Imperio Otomano en el siglo XV y que lideró el héroe nacional Gjergj Kastrioti, bautizado por los propios turcos como Skanderbeg (Príncipe Alejandro); o cuando en 1939 fueron invadidos por la Italia fascista. En aquella época Albania era una monarquía regida por el autoproclamado rey Zog I de Albania, 1928-1939, que huyó del país. Kadaré nos contó en Barcelona que El gran invierno tuvo una segunda versión que fue la que se publicó, donde –dijo- se impusieron correcciones y se hizo “publicable” para el régimen y aceptable para los albaneses de la época.

RÉQUIEM POR LINDA B

Réquien por Linda B está dedicada a las jóvenes albaneses que nacieron, se criaron y se hicieron mujeres en la deportación por motivos políticos. Kadaré, en su época de periodista escribió sobre estas jóvenes. La deportación interior, a lejanas provincias, podía durar 5 años o prolongarse indefinidamente. Sin juicio, sólo por una decisión administrativa, el “acusado” era desterrado con toda su familia. Linda B es una joven nacida en el destierro por las relaciones de su familia con la antigua monarquía albanesa. Para la joven, que no puede viajar a Tirana,  la vieja capital política y cultural del país, se convierte en el destino soñado, en el símbolo de su libertad. Como lo son las lecturas de los libros que su amiga Migena le trae de Tirana. Es a través de esta amiga como Linda B vive una vida prestada y un amor platónico por el protagonista de la novela, el dramaturgo de éxito Rudian Stefa. Con éste comienza la novela, cuando es llamado al Comité del Partido. Su última obra de teatro está por estrenar y teme la censura, tiene una amante mientras su mujer está de viaje en el extranjero, la amante puede ser una confidente, todas estas dudas le asaltan cuando le llega la cita a declarar ante el Partido…

El mito de Eurídice está recreado por Kadaré en esta novela, donde el personaje del dramaturgo llega a obsesionarse con la muchacha a la cual, como un nuevo Orfeo, quiere salvar de su dramático destino, incluso más allá de la muerte, diría yo. Quizá el dramatismo que envuelve a los personajes quede patente en esta frase: “Yo no he vivido un solo día en libertad, decía Linda. ¿Eres capaz de imaginar siquiera lo que es eso? No tener un solo día… No tener esperanza de nada…”. La progresión literaria del autor es evidente, desde las narraciones lineales y cronológicas de sus primeras novelas, hasta las estructuras narrativas más complejas como la que nos ocupa. Toda la obra de Kadaré tiene un acusado sentido metafórico, mitológico y simbólico –lo que dificulta la traducción, por cierto- y esta novela no iba a ser menos. En ella se borran las fronteras entre la realidad (literaria), y lo onírico e incluso lo alucinatorio. Los personajes de la obra de teatro que está escribiendo el dramaturgo, también toman la palabra, como la toma un fantasma que pulula por la historia. El transcurso de la trama es lógico, lo que no quiere decir que sea necesariamente cronológico, pero lejos de ser de lectura difícil, la historia fluye con toques de suspense dramático y con descripciones sobre las experiencias psicológicas de los personajes. El final sorpresivo y, diría yo, mágico, culmina una obra muy interesante que puede ser una buena forma de entrar en el universo literario de Ismaíl Kadaré.

*En las novelas traducidas al castellano aparece el nombre del autor así: «Ismaíl Kadaré», pero las tildes proceden de la adaptación del nombre y apellido a la fonética francesa. En albanés no lleva tildes, pero según me comenta su traductora, en español se suele pronunciar con tildes, por lo que también en castellano se escribe así.

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