El Tercer Hombre (1949), dirigida por Carol Reed y escrita por Graham Greene, es una obra maestra del cine negro que trasciende su género para convertirse en un estudio profundo sobre la moralidad, la lealtad y la desilusión en un mundo devastado por la guerra. Ambientada en la Viena de posguerra, dividida en zonas de ocupación aliada, la película combina una narrativa absorbente con una estética visual innovadora y una banda sonora icónica que la han consolidado como un clásico perdurable.

Contexto Histórico y Narrativa

Lanzada en 1949, El Tercer Hombre surge en un momento de reconstrucción europea tras la Segunda Guerra Mundial. La Viena que retrata la película es un microcosmos de las tensiones de la Guerra Fría incipiente: una ciudad fragmentada, tanto física como ideológicamente, donde las potencias aliadas (Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la Unión Soviética) coexisten en un equilibrio precario. Este telón de fondo no solo proporciona un escenario visualmente evocador, sino que también impregna la narrativa de una atmósfera de desconfianza y ambigüedad moral.

La historia sigue a Holly Martins (Joseph Cotten), un escritor estadounidense de novelas baratas que llega a Viena para reunirse con su amigo Harry Lime (Orson Welles), solo para descubrir que ha muerto en circunstancias misteriosas. A medida que Martins investiga, se encuentra atrapado en un entramado de engaños, contrabando y traiciones que desafían su visión idealizada de su amigo. La narrativa, basada en una novela corta de Graham Greene, es un ejercicio de suspense que combina giros inesperados con una exploración de los grises morales. Greene, conocido por sus historias que entrelazan intriga y dilemas éticos, dota al guion de un tono cínico que resuena con la desilusión de la posguerra.

El guion es notable por su economía y precisión. Cada diálogo está cargado de significado, desde las ingeniosas réplicas de Martins hasta los monólogos de Lime, que destilan una mezcla de carisma y nihilismo. La famosa escena en la noria, donde Lime justifica sus acciones con una analogía sobre los «pequeños puntos» que observa desde lo alto, es un punto culminante que encapsula el tema central de la película: la deshumanización que surge cuando los individuos priorizan el beneficio personal sobre la ética.

Actuaciones y Personajes

El reparto de El Tercer Hombre es uno de sus mayores activos. Joseph Cotten ofrece una interpretación matizada como Holly Martins, un hombre corriente atrapado en un mundo que no comprende del todo. Su personaje es un antihéroe clásico del cine negro: bienintencionado pero ingenuo, impulsivo y, en última instancia, trágicamente leal. Cotten dota a Martins de una vulnerabilidad que contrasta con la sofisticación de los personajes que lo rodean, haciendo que el público se identifique con su confusión y desamparo.

Orson Welles, aunque aparece en pantalla durante menos de un tercio de la película, roba cada escena como Harry Lime. Su entrada, revelada en un icónico plano iluminado por una ventana en un callejón oscuro, es uno de los momentos más memorables del cine. Welles imbuye a Lime de un encanto magnético que hace que sus acciones moralmente reprobables sean, de alguna manera, seductoras. Su interpretación es un recordatorio de por qué Welles es considerado uno de los grandes genios del cine: con solo unos minutos de pantalla, crea un personaje que se convierte en el eje emocional y temático de la película.

Alida Valli, como Anna Schmidt, aporta una profundidad emocional que enriquece la narrativa. Anna es un personaje trágico, atrapada entre su amor por Lime y la realidad de sus crímenes. Valli transmite una mezcla de estoicismo y dolor que culmina en la devastadora escena final, donde su decisión de ignorar a Martins mientras camina por una avenida cubierta de hojas caídas resume la desolación de la película.

Dirección y Estilo Visual

La dirección de Carol Reed es un triunfo de control artístico. Reed utiliza la Viena de posguerra como un personaje más, capturando su decadencia y su belleza rota a través de una cinematografía expresionista. El director de fotografía, Robert Krasker, emplea un estilo visual influenciado por el expresionismo alemán, con ángulos de cámara inclinados, sombras duras y contrastes marcados que refuerzan la sensación de inestabilidad y paranoia. Los planos holandeses (ángulos inclinados) son especialmente efectivos para transmitir el desequilibrio moral y emocional de los personajes.

La película hace un uso magistral de la arquitectura de Viena, desde los edificios bombardeados hasta las alcantarillas subterráneas donde se desarrolla la persecución final. Estas localizaciones no solo añaden autenticidad, sino que también reflejan el estado fragmentado de la sociedad y los personajes. La escena de la persecución en las alcantarillas es un hito del cine, con su uso de iluminación dramática, ecos y encuadres que convierten el espacio claustrofóbico en un laberinto de suspense.

Reed también demuestra un talento excepcional para el ritmo narrativo. La película mantiene una tensión constante, alternando momentos de introspección con secuencias de acción trepidante. Su capacidad para equilibrar el suspense con la exploración psicológica de los personajes es una de las razones por las que El Tercer Hombre sigue siendo un modelo para los thrillers modernos.

Banda Sonora

La banda sonora de El Tercer Hombre, compuesta e interpretada por Anton Karas en la cítara, es uno de los elementos más distintivos de la película. En una época dominada por partituras orquestales, la decisión de utilizar un instrumento tan inusual como la cítara fue audaz y revolucionaria. La melodía principal, conocida como «The Harry Lime Theme», es a la vez inquietante y pegajosa, capturando la dualidad del personaje de Lime: encantador pero peligroso. La música de Karas no solo establece el tono de la película, sino que también refuerza su atmósfera de melancolía y ambigüedad. El éxito comercial del tema, que se convirtió en un hit internacional, demuestra su impacto cultural más allá de la pantalla.

Temas y Relevancia

El Tercer Hombre es mucho más que un thriller; es una meditación sobre la moralidad en un mundo donde las líneas entre el bien y el mal están borrosas. La película cuestiona la lealtad ciega, representada por la devoción de Martins hacia Lime, y explora cómo las circunstancias extremas pueden corromper incluso a los más carismáticos. La figura de Harry Lime, con su cinismo y su desprecio por las consecuencias de sus acciones, es un precursor de los antihéroes modernos, desde los personajes de Tarantino hasta los protagonistas de series como Breaking Bad.

La Viena dividida de la película también sirve como una metáfora de la fragmentación ideológica de la Guerra Fría. Aunque la película no es explícitamente política, su retrato de un mundo donde las alianzas son frágiles y la confianza es un lujo refleja las tensiones de la época. Esta relevancia trasciende su contexto histórico, ya que los temas de traición, corrupción y desilusión siguen resonando en un mundo contemporáneo marcado por la polarización y la desconfianza en las instituciones.

Impacto y Legado

El Tercer Hombre fue un éxito inmediato tras su estreno, ganando el Gran Premio en el Festival de Cannes de 1949 y el Oscar a la Mejor Cinematografía en 1951. Su influencia en el cine negro y el thriller es innegable, con directores como Martin Scorsese y Christopher Nolan citándola como una inspiración. La película también ha sido objeto de numerosos análisis académicos por su complejidad temática y su innovación técnica.

En el ámbito cultural, El Tercer Hombre ha dejado una huella imborrable. La imagen de Harry Lime emergiendo de las sombras, el tema de la cítara y la escena final en el cementerio son parte del imaginario colectivo del cine. Además, la película ha inspirado adaptaciones, homenajes y referencias en obras tan diversas como The Sopranos y Drive.

Conclusión

El Tercer Hombre es una obra maestra que combina una narrativa absorbente, actuaciones memorables, una dirección visionaria y una banda sonora inolvidable para crear una experiencia cinematográfica que sigue siendo tan poderosa hoy como lo fue en 1949. Carol Reed, con la colaboración de Graham Greene, Orson Welles y un equipo técnico excepcional, creó una película que no solo define el cine negro, sino que también ofrece una reflexión atemporal sobre la condición humana. Para los amantes del cine, El Tercer Hombre no es solo una película para ver, sino una para estudiar, disfrutar y revisitar, una obra que captura la magia del cine en su forma más pura.

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Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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