El efecto Satisfyer no solo ha conseguido que se hable de manera más desinhibida de la sexualidad femenina, sino que también ha propiciado un avance espectacular para el placer de la mujer. En una sociedad patriarcal donde el placer sexual femenino ha sido anulado o tergiversado a través del porno, este juguete ha roto con todos los estereotipos.

Así, el sector del sexshop también se ha visto potenciado a raíz de la aparición de este succionador de clítoris y las compras online se han disparado. Si a este fenómeno se le une la pandemia con su contribución a la digitalización de los hábitos de consumo, el resultado es que los juguetes sexuales como este han roto récords de ventas. De hecho, los succionadores de clítoris, son en la actualidad el producto sexual más demandado. Sus ventas han aumentado un 400%. Y es que muchas mujeres han empezado a conocer su cuerpo, su sexualidad y empoderarse, consiguiendo un orgasmo inigualable con este artículo tan famoso.

A qué se debe su éxito

El éxito del Satisfyer se basa principalmente en que quien lo utiliza consigue llegar al orgasmo rápidamente y sin esfuerzo, esto implica un tiempo medio de dos minutos. Además, lo más importante es que algunas mujeres reconocen alcanzar por primera vez en su vida el orgasmo de esta forma. Tan solo por este hecho, es normal entender que este succionador de clítoris haya causado tantísimo revuelo. Por difícil de creer que pueda resultar, especialmente a algunos hombres, hay muchísimas mujeres que fingen sus orgasmos, o que nunca podían alcanzarlos durante sus relaciones sexuales.

Aparte de falta de comunicación con la pareja sexual u otros problemas físicos o emocionales que pudieran intervenir en esta dificultad para el placer, el caso es que millones de mujeres han descubierto una puerta hacia su sexualidad que ya no va a cerrarse, y que supone una auténtica liberación personal.

Lo que ha demostrado el Satisfyer

Lo que más ha quedado demostrado con este juguete sexual es que el cuerpo femenino tiene una capacidad para el placer que no todo el mundo conocía. Hasta ahora la sexualidad había estado exclusivamente centrada en la penetración, lo mismo ocurría con los juguetes eróticos. Pero, con la llegada de este aparato centrado en el clítoris, se ha dado un vuelco a la sexualidad arrastrando con ello a toda la industria del sexo.

La mayoría de sexólogas y expertas afirman que el cuerpo de la mujer tiene tres veces más capacidad para el placer que el del hombre. Esto es algo que hasta ahora había permanecido escondido o silenciado, pero que con la llegada del Satisfyer, ha cambiado por completo. Para empezar, se ha conseguido que se hable de masturbación femenina. Si bien la masturbación masculina siempre ha sido algo de lo que se hablaba con total naturalidad, en el caso de las mujeres este tema solo se tocaba de forma escondida, entre amigas o en espacios muy concretos. Ahora, gracias a este aparatito, la masturbación femenina está en el centro del diálogo y ya nada podrá relegarla de nuevo al olvido o el ostracismo.

Los hombres tienen mucho que aprender de este juguete sexual, puesto que su concepto del placer femenino ha estado marcado por una visión androcentrista del sexo. La industria del porno y la falta de educación sexual han hecho creer a los hombres y a las propias mujeres, que la vagina era el lugar a través del cual se producía el placer. Sin duda alguna, el cuerpo humano tiene muchas más zonas erógenas más allá de la vagina o el clítoris, pero empezar por ampliar la visión de la sexualidad introduciendo esta parte de los genitales femeninos sin que intervenga el pene ya es un gran adelanto para la humanidad.

El Satisfyer ha traído una manera de vivir la sexualidad de forma individual, se han perdido los tabúes, ahora las mujeres deciden cómo vivir su sexualidad. Y lo mejor de todo, muchas mujeres que pensaban que eran anorgásmicas, han descubierto que no lo son, que lo que ocurría es que sus parejas sexuales no sabían tocarlas adecuadamente.

Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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