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La muestra de fotografías Detritus, de Llorenç Melgosa, que se inaugura el 19 de diciembre, a las 19:30, en la Sala Montsuar de l´Institut d’Estudis Ilerdencs, de Lleida, tiene dos discursos expositivos: por un lado, una selección de 45 fotografías de gran formato y, en un segundo espacio, un mosaico de 36 imágenes (algunas ya expuestas en las de gran formato) al que me he permitido darle la palabra a través de textos de autor y míos propios.

Detritus es una de las creaciones más interesantes de  Melgosa y tan apasionada como el resto de su obra.  En este caso ha fotografiado lugares que cayeron en el olvido, lugares que fueron útiles, que cobijaron amores, desamores, ritos colectivos, trabajos y obras. Fotos de lugares con los que estamos en deuda. Lugares que han sido bellos, han dado amparo o donde las personas se han congregado para orar, recibir instrucción o trabajar.

Esta serie está representada por nueve ámbitos expositivos:

Los pueblos deshabitados o semihabitados de Àrreu en el Alt Àneu (Pallars Sobirà), Estall a los pies del  Montsec d’Aragó (Ribagorça) y Claramunt (Pallars Jussà). Las instalaciones del ejército abandonadas del polvorín de Raïmat (Segrià). Casas y caseríos vacíos como el Pla de la Vilanoveta, viviendas ferroviarias de Lleida (Segrià) y Casa Cemeli, una  segunda residencia en Lleida. Y las fábricas  abandonadas,  de la cementera de Xerallo (Pallars Jussà),  la textil La Blava de Roda De Ter (Osona) y el Molí De Sall, minicentral hidráulica y molino  harinero de Altron (Pallars Sobirà).

El porqué de esta selección tan particular solo lo conoce Llorenç Melgosa. Por qué ha querido retratar restos arqueológicos rurales y urbanos lo explica él mismo en el catálogo:

El primer mot que em ve al cap no és altre que reconeixement i el segon, documentació. D’entrada em nego a que, després del servei que han donat, ja sigui en forma d’espai per al treball o d’aixopluc, desapareguin sense que ningú els hi doni el tracte que es mereixen; aquesta seria la raó racional, però, egoistament parlant, hi ha unes raons més íntimes. Una té a veure amb el gaudi, aquesta és la paraula que representa millor les sensacions que sento quan els recorro capturant en solitari, o m’aturo estones, més o menys llargues, només a mirar el caos i escoltar el silenci, o senzillament la frisança d’algun soroll inesperat; una altra és una espècie de calma harmònica acompanyada d’una gratitud infinita per haver arribat a temps abans que la natura se’ls faci seus, i l’última ve en forma de repte i està vinculada al fet de posar a prova la meva capacitat tècnica i artística, que em llança de manera imparable a intentar extraure bellesa de llocs on el més sensible dels mortals només respiraria decrepitud i malastrugança.   (Llorenç Melgosa Alonso)

¿Por qué me ha elegido a mí para ponerle palabras a sus obras? Aún no lo sé, y seguirá siendo un misterio.

Mi trabajo ha sido instintivo. No sabía qué, ni dónde, ni en qué contexto estaba hecha la foto que elegía, solo me guió la emoción que me producía, los remotos inconscientes que me rememoraba y le ponía mi  literatura, mi música o mi cine.

En síntesis:

Unir la fotografia amb la literatura ha suposat encabir dins d´un mateix context dos mons que semblen diferents, però que en realitat poden intercanviar-se: les fotos poden contar històries i la literatura, en una descripció, pot fotografiar una realitat. Les fotografies d´en Llorenç són el punt de connexió entre la meva imaginació, les meves evocacions i les seves manipulacions. (Patricia Rocha Antonelli)

Esta muestra es el resultado de un cadavre exquis de dos, un juego que parecía surrealista y acabó siendo un gozar de la creatividad en libertad y un agradecido documento a la Lleida que está desapareciendo.

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Redactora en Revista Rambla | Web

Licenciada en Geografía e Historia (UdL) y Antropología (URV).

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