En este enero se cumplen 45 años de una semana trágica, posiblemente la más trágica en el Madrid del posfranquismo, en esa “mal alabada” transición. Con motivo del 45 aniversario de los hechos se va a realizar una ofrenda floral el domingo 23 de enero en la plaza donde fue asesinado Arturo Ruiz (Plaza de Soledad Torres Acosta) y un acto en el Teatro del Barrio el día 25 de enero.

La semana negra de Madrid

Asociación Memoria Histórica Distrito Latina. En un ambiente de represión generalizada e impunidad de la policía y de los pistoleros que la acompañaban, el 23 de enero de 1977 era asesinado Arturo Ruiz García a tiros de un fascista apoyado por la policía en la manifestación por la amnistía en Madrid. Arturo era estudiante de BUP. Tenía 19 años. Fue asesinado por bandas fascistas actuando impunemente entre la policía. Ocurrió en el entorno de la Plaza del Callao, en Madrid. Un disparo por la espalda al corazón acabó con su vida.

El Gobierno Civil publicó esta vergonzosa nota falsificando los hechos ocurridos: “A partir de las doce de la mañana de hoy distintos grupos intentaron concentrarse en torno a la plaza de España para acudir a una manifestación que había sido prohibida por el Gobierno Civil de Madrid sobre cuyas circunstancias violentas se había advertido a través de los medios de comunicación. Ante la agresividad de muchos de tales grupos, que atacaron a las fuerzas de orden público con cócteles molotov, piedras y otros medios, la fuerza pública hubo de dar diversas cargas, utilizando los dispositivos antidisturbios y dispersando a los manifestantes por las calles inmediatas al lugar de la concentración”. Horas más tarde y ante los abrumadores testimonios de los testigos, el Gobierno Civil publicó una segunda nota reconociendo el asesinato de Arturo por personas que actuaban junto a la policía y a las que esta no detuvo tras el asesinato.

Gran cantidad de personas se concentraron en el lugar de la muerte y empezaron a colocar flores y pañuelos rojos. La policía cargó con brutalidad hiriendo de gravedad a varias personas. Al día siguiente se convocó una manifestación de protesta contra el asesinato de Arturo. En esta manifestación, María Luz Nájera Julián moría a manos de la policía, que le disparó un bote de humo contra el cráneo a quemarropa. Mariluz era alumna de tercer curso de la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.

La manifestación en la que murió Mariluz fue una de las muchas que se formaron aquella mañana del 24 de enero en Madrid en protesta por el asesinato el día anterior de Arturo. La manifestación se inició con el desalojo violento, por la fuerza pública, de algunas facultades de la Universidad Complutense. Según indicaba El País al día siguiente, “Durante el día de ayer, el paro en las universidades madrileñas fue prácticamente total. Se podría calcular en unos 100.000 el número de estudiantes que ha parado, y en más de 30.000 el de personas que han participado en asambleas y concentraciones, mientras otros 115.000 habrían tomado parte en las manifestaciones que se desarrollaron a lo largo de toda la mañana” (El País 25/1/1977).

Además de la muerte de Mariluz, se produjeron numerosos heridos. La nota de prensa del Gobierno Civil citada por los periódicos al día siguiente indicaba: “Francisco Galera, de veintiún años, con traumatismo craneal, conmoción cerebral y fractura del temporal izquierdo. Pronóstico grave. Con lesiones leves resultaron: Juan Domingo Sánchez, de dieciocho años; Pedro Lastra, de diecinueve; Angel Izarra, de diecisiete; Laureano Fernández, de 48; María Ester Moreno, de diecinueve, Víctor Huezzman, de veinte; Luz García García, de diecinueve. Todos ellos fueron asistidos en la casa de socorro de Centro. En el centro sanitario de San Bernardo internaron a Manuel Miguel Avilés, de veintitrés años, y a Jordi Bárquez, también de veintitrés años. El pronóstico de ambos es leve”. El rectorado de la Universidad Complutense suspendió las clases en la Universidad como protesta de lo sucedido.

Ese mismo día, 24 de enero de 1977, a las 22,30 h de la noche, los abogados Francisco Javier Sauquillo Pérez del Arco, Luis Javier Benavides Orgaz, Serafín Holgado de Antonio, Enrique Valdelvira Ibáñez, Ángel Rodríguez Leal eran asesinados a tiros por pistoleros en su despacho de abogados de CCOO/PCE de Atocha en Madrid. “Toma este boli, le dijo. “Te va a hacer falta”. Fue un gesto corriente en el tercer piso del número 55 de la calle Atocha, …, en 1977. Alejandro, joven abogado laboralista, comunista, alto y barbudo, se lo agradeció y metió el bolígrafo de su compañero Ángel en el pequeño bolsillo de su camisa escocesa. Cuando los dos asesinos cruzaron la puerta, el Inoxcrom metalizado cumplió una labor insospechada. En la segunda oleada de disparos, la bala rebotada que iba a matar a Alejandro no le dio en el esternón, sino que impactó lateralmente en el boli. Y, así, por casualidad, se salvó”. (El Mundo 7/12/2018) Así relató Alejandro Ruiz-Huerta Carbonell, el último superviviente del despacho (con cuatro balas en el cuerpo), para El Mundo lo ocurrido:

“A las diez y media de la noche había en el despacho nueve personas. Y llamaron a la puerta. Se levanta el mejor amigo de Alejandro y abre. Entran dos tipos y le hacen retroceder. Van armados con pistolas. Uno lleva un anorak azul y la cabeza tapada con una capucha; el otro va a cara descubierta. Un tercer hombre espera fuera.  -Esas manitas, bien arriba -dice el segundo.  “Nos agrupa a Luisja, Enrique, Lola, Francisco Javier, Luis, Miguel y a mí en la esquina del vestíbulo”, continúa. “El otro va registrando los despachos y arrancando los teléfonos. Parece que se le escapa un disparo. Trae al vestíbulo a Ángel, que se había ido 15 minutos antes, pero que subió de nuevo al darse cuenta de que se había olvidado un Mundo Obrero en la oficina, y a Serafín [estudiante en prácticas], que estaba acabando un trabajo en su mesa”. El de la cara descubierta pregunta por “el de las pecas, el andaluz”.

Buscan a Joaquín Navarro, el líder sindical que acaba de salir victorioso de una huelga del transporte liderada por CCOO. Luis Javier les dice que no saben nada. Ellos insisten: “Dónde está ese Navarro. Es mejor para vosotros que nos lo digáis”. No piensan los mártires que la cosa va a acabar mal. Suponen que sólo quieren asustarles. “Pero empiezan a disparar salvajemente sobre nosotros. La primera oleada de disparos nos tira a todos al suelo o a los bancos. Y, cuando ya estamos tirados, nos vuelven a rematar. Uno a uno”. «A mí me entra un balazo en el boli que llevo en la camisa y me hace caerme al suelo. Mi compañero Enrique cae sobre mí. Su cuerpo fue mi último refugio frente a la muerte».

Combatimos contra el franquismo en su última etapa; nuestra lucha pasada es una parte de la memoria olvidada, nuestra lucha actual debe ser recuperar esa historia colectiva.

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