Cuando uno escucha por primera vez en Irán la expresión “sigueh”, es decir, “matrimonio temporal” su primera sensación es de sorpresa, de curiosidad. Después, cuando le explican qué significa y en qué consiste, esa sorpresa y esa curiosidad se van transformando poco a poco en estupefacción. El “matrimonio temporal” es la fórmula que utiliza el régimen de los ayatollahs para maquillar “legalmente” lo que a su juicio es una de las enfermedades de las sociedades decadentes: la prostitución. Y, sobre todo, es la forma que tienen los hombres –que no las mujeres- de satisfacer sus deseos y fantasías sexuales en una sociedad tan reprimida como la iraní en la que la sexualidad traspasa el ámbito meramente privado y se convierte en una cuestión de “Estado”.

En el “matrimonio temporal”  no hay ni felicitaciones ni celebraciones con amigos y familiares. Jurídicamente, se equipara a un contrato de alquiler. Cuando termina el plazo fijado de mutuo acuerdo por ambas partes, la mujer recibe la retribución económica que hayan pactado previamente. Yo a esto lo llamo prostitución, por mucho que el régimen iraní lo llame “sigueh”.

Su origen proviene de la “sharia” islámica que permite a un hombre musulmán tener más de una mujer. Irán justifica la supervivencia de esta práctica en la actualidad con argumentos tan variopintos como el desequilibrio entre sexos, ya que hay más hombres que mujeres o, incluso, apela a la crisis mundial. Así, el ministro del interior está promoviendo los “matrimonios temporales” sobre la base de que los jóvenes no pueden afrontar los costes de una boda. Pero, se mire por donde se mire, es una norma “legal” pensada para que los hombres puedan satisfacer sus apetitos sexuales o si me apuran para disfrute de las mujeres más desfavorecidas en una sociedad tan intransigente como la iraní: viudas y divorciadas.

Cuando le pregunto a mi interlocutor qué hace una mujer soltera que ha subscrito un “matrimonio temporal” para preservar su virginidad, condiciónsine qua non para formalizar en el futuro un “matrimonio de verdad”, me responde que hay otras formas de penetración. Es entonces cuando me sonrojo por lo ingenua que ha sido mi pregunta, me siento como si hubiese nacido ayer.

Por si todo esto fuera poco, los hijos fruto de un “matrimonio temporal” no están amparados por la ley. Dependen del reconocimiento paterno. De lo contrario, son ilegítimos.

Una escritora española escribió esta brillante frase en uno de sus libros: “en Irán está todo prohibido, menos lo que no está prohibido”. Cuando uno viaja a Irán, se da cuenta de lo cierta que es esta frase. Y lo es todavía más si cabe en el tema de la sexualidad.

la prostituciónEn el régimen de los ayatollahs están estrictamente prohibidas las relaciones pre-matrimoniales, el adulterio, la masturbación, la homosexualidad y la prostitución, prácticas sexuales que están castigadas severamente, incluso, con la pena de muerte como en el caso del adulterio, de la homosexualidad y de la prostitución. Pero, evidentemente, sí  se dan en el país todas estas conductas sexuales y, por su puesto, el oficio más viejo del mundo.

Como ejemplo, basta con decir que en octubre de 2009 una pareja abocada a la prostitución tras un largo periodo en paro fue declarada culpable de “adulterio estando casados” y condenada a la pena de muerte por lapidación. El hombre, finalmente fue ahorcado, mientras que la esposa esperaba a finales del año pasado a que se ejecutara la sentencia, situación en la que se encontraban también otras cinco mujeres, según denunciaba Amnistía Internacional.

Al igual que sucede con la prostitución, la homosexualidad está también duramente castigada en Irán. Varios grupos de derechos humanos denuncian que desde la revolución islámica hace ahora treinta años han sido ejecutados en Irán entre 3.000 y 4.000 personas por su condición

sexual, aunque según Amnistía Internacional es difícil probar estas cifras, ya que muchos son condenados como “violadores”. Eso sí, el presidente Mahmud Ahmadineyad se empecina en afirmar públicamente que en su país no hay gays o muy pocos. Vaya, que Irán es una excepción a la norma o, mejor dicho, a lo que es normal en cualquier sociedad libre.

Los datos de un estudio realizado recientemente por un sociólogo de la Universidad de Teherán son reveladores: el 16% de los hombres han tenido al menos una experiencia homosexual frente al 24% de las mujeres. De los encuestados, el 73% de los hombres reconoce, además, haberse masturbado. El estudio revela asimismo que el 75% de las personas que han sido educadas en un ambiente muy conservador y religioso ven pornografía y que el 86% ha tenido relaciones heterosexuales fuera del matrimonio.

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