La noción de la «agenda posmoderna» ha sido objeto de intensos debates en la teoría social, la filosofía y los estudios culturales, especialmente desde finales del siglo XX. Este término, a menudo impreciso, se asocia con un conjunto de ideas, prácticas y movimientos culturales que desafían las nociones tradicionales de verdad, universalidad y progreso, promoviendo en cambio la fragmentación, la relatividad y la pluralidad de perspectivas. Sin embargo, para comprender críticamente esta agenda, es esencial anclarla en un análisis materialista que conecte las ideas posmodernas con las condiciones socioeconómicas que las sustentan. Ellen Meiksins Wood, una destacada historiadora y teórica marxista, ofrece una perspectiva incisiva sobre el posmodernismo, interpretándolo no como una ruptura radical con la modernidad, sino como una expresión ideológica del capitalismo tardío.
La agenda posmoderna: Definición y características
El posmodernismo, como corriente intelectual y cultural, se caracteriza por su rechazo a los grandes relatos o metanarrativas —como el progreso, la emancipación universal o la razón científica— que definieron la modernidad. Jean-François Lyotard, en su obra La condición posmoderna (1979), describe esta incredulidad hacia las metanarrativas como un rasgo central del posmodernismo, acompañado por una preferencia por lo local, lo fragmentado y lo contingente. En el arte, la literatura y la arquitectura, el posmodernismo abraza la eclecticismo, la ironía y la mezcla de estilos, mientras que en la filosofía y la teoría social, cuestiona las nociones de verdad objetiva y universalidad, promoviendo el relativismo y la multiplicidad de identidades.
La «agenda posmoderna» puede entenderse como el conjunto de prácticas y discursos que buscan institucionalizar estas ideas, a menudo en oposición a las estructuras de poder tradicionales. Esto incluye el énfasis en la diferencia, la deconstrucción de jerarquías y la celebración de la subjetividad. Sin embargo, Ellen Meiksins Wood, en obras como The Retreat from Class (1986) y The Origin of Capitalism (1999), argumenta que esta agenda no es un fenómeno aislado, sino una respuesta ideológica a las transformaciones del capitalismo global en la era postindustrial. Para Wood, el posmodernismo refleja las condiciones materiales del capitalismo tardío, caracterizado por la globalización, la desindustrialización y la hegemonía del mercado.
El análisis de Ellen Meiksins Wood
Ellen Meiksins Wood, como marxista histórica, sostiene que las ideas no existen en un vacío, sino que están profundamente vinculadas a las relaciones sociales de producción. En su crítica al posmodernismo, Wood argumenta que la agenda posmoderna surge como una respuesta ideológica a las contradicciones del capitalismo en su fase neoliberal, que comenzó a consolidarse en las décadas de 1970 y 1980. Este período, marcado por la desregulación, la financiarización y el declive de los movimientos obreros, creó un entorno en el que las nociones tradicionales de lucha de clases y emancipación colectiva fueron reemplazadas por discursos centrados en la identidad, la cultura y la diferencia.
1. La disolución de la clase y la fragmentación de la política
En The Retreat from Class, Wood critica lo que ella llama la «nueva izquierda» posmoderna por abandonar el análisis de clase en favor de un enfoque en las identidades particulares (étnicas, de género, sexuales, etc.). Según Wood, el posmodernismo, al enfatizar la fragmentación y la pluralidad, desvía la atención de las estructuras materiales de opresión, como la explotación capitalista, hacia luchas culturales que, aunque importantes, no desafían directamente el sistema económico subyacente. Esta fragmentación, sostiene Wood, es funcional al capitalismo, ya que debilita la capacidad de los movimientos sociales para organizarse en torno a intereses de clase compartidos.
Wood argumenta que el posmodernismo no es una ruptura con la modernidad, sino una extensión de sus lógicas capitalistas. Mientras que la modernidad prometía emancipación universal a través de la razón y el progreso, el posmodernismo abandona esta promesa, aceptando la fragmentación como un fin en sí mismo. Sin embargo, esta aceptación no es neutral: para Wood, refleja la hegemonía del mercado, donde las identidades se convierten en mercancías y la lucha política se reduce a una competencia por reconocimiento dentro del sistema existente.
2. Capitalismo tardío y la ideología posmoderna
En The Origin of Capitalism y otros ensayos, Wood explora cómo el capitalismo, como sistema histórico, depende de la separación de los productores de los medios de producción, creando una dependencia del mercado que moldea las relaciones sociales. En el capitalismo tardío, esta lógica se intensifica con la globalización y la financiarización, que descomponen las comunidades tradicionales y fomentan una cultura de consumo individualista. El posmodernismo, según Wood, es la superestructura ideológica que legitima estas transformaciones al celebrar la fragmentación y el relativismo.
Por ejemplo, la estética posmoderna, con su mezcla de estilos y su rechazo a la autenticidad, refleja la lógica del mercado, donde todo —desde el arte hasta las identidades— se convierte en un producto intercambiable. Wood señala que el énfasis posmoderno en la diferencia y la subjetividad no desafía al capitalismo, sino que lo refuerza al canalizar las energías políticas hacia luchas culturales que no cuestionan las relaciones de producción. En este sentido, la agenda posmoderna es menos una revolución que una adaptación ideológica a las demandas del mercado global.
3. La crítica al universalismo y sus consecuencias
Wood también aborda el rechazo posmoderno al universalismo, que considera problemático. Mientras que los posmodernistas, como Lyotard o Derrida, ven los grandes relatos como opresivos, Wood argumenta que el universalismo, en su forma emancipadora, es esencial para cualquier proyecto de transformación social. En el marxismo, el concepto de clase trabajadora como sujeto universal proporciona una base para la solidaridad y la lucha colectiva contra la opresión capitalista. Al desmantelar esta idea en favor de identidades fragmentadas, el posmodernismo, según Wood, socava la posibilidad de una resistencia unificada.
Esta crítica es particularmente relevante en el contexto de la política de identidad, que Wood ve como una consecuencia directa de la agenda posmoderna. Aunque reconoce la importancia de abordar las opresiones específicas basadas en raza, género u orientación sexual, Wood advierte que un enfoque exclusivo en estas identidades puede fragmentar los movimientos sociales, dificultando la construcción de coaliciones amplias capaces de desafiar el poder del capital.
Implicaciones de la agenda posmoderna
La agenda posmoderna, tal como la interpreta Wood, tiene profundas implicaciones para la política y la teoría social. Al priorizar la diferencia sobre la universalidad, el posmodernismo limita la capacidad de los movimientos sociales para articular un proyecto coherente de cambio estructural. Esto es particularmente evidente en la era neoliberal, donde las políticas de austeridad y la precarización del trabajo han exacerbado las desigualdades, pero los discursos posmodernos han tendido a centrarse en cuestiones culturales en lugar de económicas.
Además, la celebración posmoderna de la subjetividad y el relativismo puede llevar a una forma de nihilismo político, donde no hay criterios objetivos para evaluar las luchas sociales o las políticas públicas. Wood argumenta que, sin un marco universalista, las luchas por la justicia social se vuelven vulnerables a la cooptación por parte del mercado, como se ve en la comercialización de identidades y movimientos sociales a través de la publicidad y los medios.
Sin embargo, Wood no descarta por completo los aportes del posmodernismo. Su énfasis en la diversidad y la crítica a las jerarquías tradicionales ha enriquecido el análisis social, especialmente en lo que respecta a las experiencias de grupos marginados. El desafío, según Wood, es integrar estas perspectivas en un marco más amplio que reconozca las relaciones de clase como un eje central de opresión.
Contexto histórico y relevancia contemporánea
El análisis de Wood es particularmente pertinente en el contexto de los años 1980 y 1990, cuando el posmodernismo alcanzó su apogeo en la academia y la cultura. Sin embargo, sus ideas siguen siendo relevantes en 2025, en un mundo donde las redes sociales, la globalización y la polarización política han amplificado las dinámicas que Wood describió. Plataformas como X, por ejemplo, reflejan la lógica posmoderna al promover narrativas fragmentadas y subjetivas, donde la verdad es a menudo secundaria frente a la viralidad y la identidad.
Además, el auge de movimientos populistas y la crisis de las instituciones democráticas han puesto en evidencia las limitaciones de una política fragmentada. Wood sugeriría que la solución no radica en abandonar las luchas por la diversidad, sino en articularlas dentro de un proyecto colectivo que aborde las desigualdades materiales. En este sentido, su crítica al posmodernismo ofrece una guía para repensar la política en un mundo cada vez más dividido.
Limitaciones y críticas a la perspectiva de Wood
Aunque el análisis de Wood es poderoso, no está exento de críticas. Algunos argumentan que su enfoque marxista subestima la importancia de las opresiones no económicas, como el racismo o el patriarcado, que no siempre pueden reducirse a dinámicas de clase. Además, su rechazo al posmodernismo puede parecer excesivamente rígido, ignorando cómo sus herramientas analíticas, como la deconstrucción, han ayudado a desmantelar narrativas opresivas. No obstante, la fortaleza de Wood radica en su insistencia en conectar las ideas con las condiciones materiales, ofreciendo una crítica fundamentada que evita caer en abstracciones idealistas.
Conclusión
La agenda posmoderna, entendida a través de las teorías de Ellen Meiksins Wood, es una expresión ideológica del capitalismo tardío, caracterizada por la fragmentación, el relativismo y la priorización de la identidad sobre la clase. Wood argumenta que, lejos de ser una ruptura radical, el posmodernismo refleja las lógicas del mercado global, debilitando la capacidad de los movimientos sociales para desafiar el sistema capitalista. Sin embargo, su análisis no es un rechazo total del posmodernismo, sino una llamada a integrar sus aportes en un marco universalista que priorice la lucha colectiva contra la opresión material. En un mundo donde las desigualdades económicas y las divisiones culturales siguen creciendo, la perspectiva de Wood ofrece una herramienta crítica para comprender y resistir las fuerzas que moldean la agenda posmoderna, invitándonos a construir una política más unificada y transformadora.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.