Más de 300 trabajadores sanitarios del Hospital Germans Trias i Pujol, conocido popularmente como Can Ruti, se concentraron este lunes en el vestíbulo del centro para denunciar la «presión asistencial excesiva», la «falta de personal» y una «gestión nefasta» por parte de la dirección. La protesta, convocada por la junta de personal –que actúa como comité de empresa en el sector público–, se enmarca en un malestar acumulado durante los últimos dos años, agravado por la contención presupuestaria que impide reforzar la plantilla pese a la apertura de nuevos servicios. Los sindicatos, que ya alertaron en verano sobre las dificultades para atender a los pacientes, amenazan ahora con escalar las movilizaciones si no se atienden sus demandas.
El Hospital Germans Trias i Pujol, ubicado en Badalona y uno de los centros de referencia en el Área Metropolitana de Barcelona, atiende a una población amplia y actúa como soporte para pacientes derivados de otros hospitales, como el del Mar, desde 2015. Incluye servicios especializados como el Centro de Salud Mental para Adultos (CSMA) de Santa Coloma de Gramenet. Sin embargo, según los manifestantes, la expansión de servicios no ha ido acompañada de un aumento proporcional en recursos humanos, lo que ha generado una sobrecarga crónica en todas las categorías profesionales.
La concentración, que comenzó alrededor de las 8:15 horas bajo el lema «Solució o dimissió», reunió a enfermeras, técnicos en cuidados auxiliares de enfermería (TCAE), médicos y otros profesionales sanitarios. Los participantes portaban pancartas y coreaban consignas exigiendo más contrataciones y una mejor organización del trabajo. José Manuel Domínguez, secretario del sector sanitario de la UGT en Cataluña, resumió los principales problemas: «Hay tres escollos a salvar: excesiva presión asistencial, falta de personal y ‘mala gestión'». Domínguez enfatizó que la situación ha llegado a un punto límite, con denegaciones sistemáticas de días de fiesta, permisos y compensaciones, lo que afecta la conciliación familiar y el bienestar de los trabajadores.
Anna López, responsable de UGT en el centro, detalló la magnitud del problema: «Hay una falta enorme de personal, ya no solo de enfermeras, sino de TCAE, y la contratación es a cuentagotas». López describió el verano pasado como «apoteósico» debido al alto volumen de urgencias, aunque reconoció la calidad de los profesionales disponibles: «Hay profesionales como la copa de un pino». Sin embargo, criticó que se abran nuevos servicios con presupuestos limitados, lo que multiplica la sobrecarga. «No se garantizan ratios mínimos y, con todas las horas extras que han hecho, podrían estar sin venir hasta enero», añadió, refiriéndose a los contratos de 28 horas que se extienden y las peticiones constantes de horas adicionales para cubrir la demanda.
Magda Moyan, delegada de SATSE en el hospital, alertó sobre el impacto en la atención al paciente: «Cualquier imprevisto aumenta la ratio enfermera/paciente, provocando que los profesionales vivan habitualmente jornadas laborales angustiosas y desgastantes». Moyan tachó de «inadmisible» la denegación de días festivos y permisos, y subrayó la falta de conciliación como un factor que agrava el agotamiento del personal. Según los sindicatos, esta situación no es aislada: se asemeja a lo ocurrido en el Hospital Joan XXIII de Tarragona, donde los trabajadores acumulan días pendientes desde 2024 sin poder disfrutarlos debido al ritmo frenético.
Los orígenes de esta crisis se remontan al menos al verano de 2025, cuando los sindicatos ya advirtieron sobre las dificultades para cubrir turnos, especialmente en fines de semana. El sindicato SATSE, en particular, demandó refuerzos «urgentes» para enfermeras, fisioterapeutas y matronas, argumentando que los turnos se enfrentaban «con ansiedad» ante la imposibilidad de garantizar un cuidado óptimo. Estas alertas no fueron atendidas adecuadamente, según los representantes sindicales, lo que ha llevado a la actual escalada de protestas. En junio de 2024, por ejemplo, se reportaron recortes en sustituciones de verano en los Centros de Atención Primaria (CAP) por falta de presupuesto, un patrón que se repite en el sistema público catalán y que ha exacerbado la presión en hospitales como Can Ruti.
La junta de personal ha convocado una nueva concentración para el miércoles 12 de noviembre, a la misma hora, donde se exigirá la «dimisión» completa de la dirección, encabezada por el gerente Josep Maria Mòdol Deltell. Si la respuesta de la gerencia sigue siendo inamovible, los sindicatos evaluarán acciones adicionales, incluyendo posibles huelgas o paros parciales. El viernes siguiente, la junta informará a los trabajadores sobre su hoja de ruta, en un intento por mantener la movilización unida y sostenida.
Desde la dirección del hospital, se ha respondido reconociendo la sensibilidad ante las quejas. En un comunicado oficial, el Germans Trias i Pujol afirma ser «sensible» a las demandas expresadas por los trabajadores. Reconocen específicamente la escasez de personal en enfermería, un colectivo donde «es difícil cubrir las bajas que van surgiendo, tanto en nuestro hospital como en el resto del sistema sanitario de Cataluña». Atribuyen este problema a que la bolsa de trabajo del Instituto Català de la Salut (ICS) «se ha agotado» en la categoría de enfermeras, aunque insisten en que en otras categorías las ausencias se cubren generalmente. «No es un problema de no querer contratar», enfatizan, y aseguran que esta situación «no compromete en ningún caso la seguridad asistencial de los pacientes». Planean continuar con reuniones periódicas con los agentes sociales para plantear acciones y mantener la «atención de calidad» que merecen los usuarios.
Esta explicación de la dirección choca con la realidad denunciada por los sindicatos. La bolsa de trabajo del ICS, que gestiona las contrataciones temporales en el sistema público catalán, ha sido objeto de críticas recurrentes. En junio de 2024, parte del personal eventual se quedó sin contrato por cuestiones económicas, a pesar de la escasez crónica de profesionales. Fuentes del ICS indican que la bolsa se actualiza periódicamente, pero la demanda supera la oferta disponible, especialmente en enfermería. Oposiciones recientes, como la convocatoria de más de 6.000 plazas en 2025, buscan paliar esta brecha, pero los efectos tardarán en notarse.
El contexto más amplio revela que los problemas en Can Ruti no son aislados. El sistema sanitario catalán enfrenta desafíos estructurales, como el envejecimiento de la población, el aumento de la demanda pospandemia y restricciones presupuestarias heredadas de años anteriores. En 2015, por ejemplo, se cerraron casi un millar de camas en agosto por reducción de actividad, aunque Salud aseguró que se reabrirían si la presión lo requería. Protestas similares han ocurrido en el pasado: en 2020, trabajadores externalizados se manifestaron por pagas pendientes, y en 2012, profesionales de Can Ruti protestaron en Badalona contra recortes que amenazaban cierres de plantas y despidos.
Expertos en salud pública, como los del Colegio de Médicos de Barcelona, advierten que la falta de personal no solo afecta al bienestar de los trabajadores, sino que pone en riesgo la calidad asistencial. Ratios inadecuados de enfermera por paciente aumentan los errores médicos y el burnout, un síndrome de agotamiento que ha disparado las bajas laborales en el sector. En Cataluña, donde el ICS gestiona la mayoría de hospitales públicos, la inversión en sanidad ha crecido, pero no al ritmo necesario para absorber el incremento demográfico y las nuevas tecnologías, como los seis quirófanos de última generación inaugurados recientemente en Can Ruti, que contrastan con el cierre de cuatro antiguos, alargando listas de espera.
Pacientes y familiares también han expresado preocupación. Asociaciones como la Federación de Asociaciones de Vecinos de Badalona han apoyado las demandas de los trabajadores, argumentando que la sobrecarga repercute directamente en la atención recibida. «Cuando un profesional está exhausto, el riesgo para el paciente aumenta», comenta un representante anónimo de una asociación local. En redes sociales y foros locales, como el Facebook de Tot Badalona, se han compartido testimonios de esperas prolongadas y servicios saturados, aunque sin detalles específicos de la protesta reciente.
La gerencia, que se asomó al hall durante la concentración, pidió «paciencia» a los manifestantes, según testigos. Sin embargo, esta respuesta ha sido calificada de insuficiente por los sindicatos, que exigen medidas concretas como la contratación inmediata de al menos 100 profesionales en categorías deficitarias y una auditoría externa de la gestión. «No podemos esperar más; la salud de pacientes y trabajadores está en juego», concluye Domínguez.
Esta protesta en Can Ruti se suma a una ola de descontento en el sector sanitario catalán. En septiembre de 2025, se amplió la red de urgencias psiquiátricas, pero sin refuerzos adecuados, lo que podría agravar problemas similares en otros centros. El Govern de la Generalitat, a través del Departamento de Salud, ha prometido dialogar, pero los sindicatos reclaman acciones urgentes antes de que la situación derive en un conflicto mayor.
En un momento en que Cataluña prepara oposiciones masivas para estabilizar plazas –con 1.713 para enfermería en el ICS–, la resolución de esta crisis podría marcar un precedente. Mientras tanto, los trabajadores de Can Ruti mantienen la presión, recordando que su lucha no es solo por derechos laborales, sino por un sistema sanitario público sostenible y de calidad para todos los ciudadanos.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.





