altLa Universidad de Barcelona homenajea a los miembros de la Unión Militar Democrática

 

 

El régimen dictatorial del general Franco tuvo en las Fuerzas Armadas su principal respaldo corporativo. Sin embargo, uno de los episodios menos recordados de finales del franquismo y la Transición atañe a la creación y actividad de la Unión Militar Democrática (UMD), una organización opositora surgida en el propio seno de la institución castrense e integrada por jóvenes oficiales que hallaron su inspiración en la portuguesa Revolución de los Claveles. La Universitat de Barcelona acogió los días 2 y 3 de noviembre unas jornadas sobre ese grupo de militares que hace cuarenta años se sumaron a la lucha por las libertades democráticas, y que fueron reprimidos con penas de cárcel y la expulsión de la milicia.

 

 

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Uno de los ponentes de las jornadas barcelonesas ha sido José Ignacio Domínguez Martín-Sánchez (Madrid, 1945), quien era capitán del arma de aviación y piloto de combate en septiembre de 1974, cuando participó en la fundación de la UMD. Expulsado del Ejército junto con sus compañeros de aventura, ha sido piloto de Iberia y en la actualidad ejerce la abogacía, dedicado a casos de corrupción urbanística (entre otros, el del Hotel El Algarrobico de Almería). También es secretario del Foro Milicia y Democracia.

 

Aprovechando tanto su experiencia personal como su doble condición de militar y jurista, preguntamos a José Ignacio Domínguez sobre varias cuestiones relacionadas con el pasado y el presente de las Fuerzas Armadas españolas.  

 

 

Pregunta: Debido a su edad, usted no vivió la Guerra Civil. Sin embargo, seguro que oyó hablar de ella largo y tendido en su casa. ¿Tuvieron sus familiares participación directa en el conflicto? ¿Qué idea albergaba usted sobre aquella etapa de la historia de España en 1974?

 

José Ignacio Domínguez: Mi familia perteneció en bloque al bando de los vencedores, eran monárquicos. Mi tío, Fernando Martín-Sánchez Juliá, era el presidente de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas y fue Consejero de Franco en Burgos; ahora lo están canonizando.

 

Con el paso del tiempo casi todos mis hermanos, éramos diez, se fueron pasando al bando de los vencidos.

 

En 1974 tenía clarísimo lo que había pasado en aquella etapa de la historia de España. En los años setenta yo daba clases de vuelo a los pilotos procedentes de la guerra y pude constatar su bajísimo nivel técnico, salvo excepciones. Parecía imposible que aquellos señores hubiesen podido ganar la guerra. Nos preguntábamos ¿si estos incompetentes ganaron la guerra, qué nivel tendrían los vencidos? La respuesta era clara: la guerra no la ganaron ellos, la ganó la logística alemana y el bloqueo al gobierno de la República por parte de las democracias europeas, con Churchill a la cabeza.

 

Las consecuencias de aquella tragedia todavía las estamos sufriendo en la actualidad.

 

¿Qué sintió la primera vez que escuchó Grândola, vila morena? ¿Y cuándo vio a los soldados portugueses con claveles en la boca de sus fusiles?

 

Cuando Grândola por primera vez, sentí una gran emoción y me sirvió para compensar la amargura sufrida tras el golpe de Estado de Pinochet del año anterior.  Cuando vi a los soldados con los claveles me di cuenta de la enorme diferencia entre ambos ejércitos peninsulares, diferencia que todavía se mantiene.

 

Que en 1974 las mentalidades de ambos ejércitos eran diferentes es obvio, no solo eran diferentes, más bien eran antagónicas. Los militares portugueses acabaron con la dictadura por sus ideas democráticas, los españoles la mantenían por sus ideas franquistas, pues eran en su inmensa mayoría fieles a Franco.

 

Ese respeto a la memoria de Franco sigue perdurando hoy. A efectos de disciplina, los militares españoles por lo general no distinguen entre dictadura y democracia. Opinan mayoritariamente que el ejército debe obedecer al gobierno, ya sea este dictatorial o democrático, cosa que no sucede ni en el ejército portugués ni en ningún otro ejército europeo. El no diferenciar entre que el gobierno haya sido elegido por el pueblo o que sea una dictadura, les lleva a condenar mayoritariamente a la UMD por haber desobedecido a Franco.

 

Todo es consecuencia de cómo se hizo la Transición, sin ruptura con el franquismo. Los militares portugueses tienen una mentalidad mucho más moderna  que la de los españoles, que sigue siendo muy conservadora, excesivamente conservadora, aunque hay diferencias entre las distintas generaciones y procedencias. No todos son iguales.

 

En Portugal hubo capitanes de abril, ustedes fueron los capitanes –también había comandantes– de septiembre de 1974, mes en que se constituyó la UMD. ¿Corrían vientos de renovación en el seno de las Fuerzas Armadas o eran ustedes rara avis, la excepción que confirmaba la regla de la obediencia franquista del Ejército?

 

Nosotros éramos una excepción, la inmensa mayoría de los militares seguía siendo fiel al Dictador, pero los tiempos estaban cambiando, los estudiantes, los obreros e incluso los curas se oponían a la Dictadura. Los cambios sociales empezaban a influir también entre los militares. Si Franco hubiese durado más, la UMD habría crecido de forma insoportable para el Régimen.   

 

Apenas fundada la UMD tuvo lugar la Marcha Verde sobre el Sahara Occidental. De haber estallado un conflicto bélico con Marruecos, ustedes, como militares, ¿hubieran participado sin más en la guerra o hubieran intentado alguna acción contra ella, cuando menos de concienciación?

 

El tema del Sáhara no nos lo plateamos, pero entre los miembros de la UMD había muchos simpatizantes del pueblo saharaui y sin lugar a dudas habrían defendido el territorio frente a Marruecos, en defensa de los acuerdos de la ONU que obligaban a España a celebrar un referéndum de autodeterminación en el Sáhara. España sigue estando obligada por ese mandato de la ONU a celebrar un referéndum en el Sáhara, pero mira para otro lado, o más bien hacia Marruecos.

 

Marruecos es una potencia invasora que administra provisionalmente el territorio pero España sigue siendo la potencia colonizadora.

 

El abandono del Sáhara y de los saharauis fue uno de los episodios más vergonzosos de la historia de España.

 

¿Cuántos miembros activos llegó a sumar la UMD? ¿Y cuántos simpatizantes?

 

Los miembros están perfectamente contabilizados y sus nombres aparecen en distintos libros. No recuerdo la cifra exacta pero éramos algo más de cien. Pertenecíamos a los tres ejércitos, Guardia Civil y Policía Armada.

 

En cuanto a los simpatizantes es difícil de saber. Yo en la rueda de prensa que di en París el 13 de octubre de 1975 exageré las cifras, como es lógico.

 

El proceso contra los miembros de la UMD tuvo lugar en marzo de 1976, cuatro meses después de la muerte de Franco. Trece meses después fue legalizado el PCE. ¿La UMD pagó el pato de la Transición? ¿Quizá porque el Ejército los consideró traidores?

 

La UMD no fue la única que pagó el pato en la Transición, lo pagamos todos los españoles, aunque nosotros con más intensidad.

 

Lo que sucedió fue lo siguiente: los líderes de los partidos de oposición a la Dictadura hicieron muchas concesiones a los franquistas para que se mantuvieran tranquilos durante la Transición. Una de las concesiones fue el no darnos la amnistía, ni a nosotros ni a los militares de la República, algo que desde el punto de vista ético es absolutamente reprobable.

 

Pero esta concesión es una menudencia comparada con el resto de concesiones que a día de hoy siguen vigentes, como por ejemplo que la Iglesia Católica se siga financiando con dinero público, que se sigan apropiando de fincas de titularidad pública, que los muertos republicanos sigan en las cunetas, que los niños robados no aparezcan, que el artículo 15 de la Constitución autorice la pena de muerte, que no se celebrase un referéndum sobre la estructura y la forma del Estado, las listas cerradas, la desmemoria histórica, la validez de los consejos de guerra sumarísimos, y un larguísimo etcétera.

 

¿Cree usted que fue beneficiosa para el país la entrada en la OTAN? ¿Debe seguir España en el seno de la organización?

 

La UMD no se manifestó al respecto pero le voy a repetir lo que le dije en 1975 a Fingerhut, secreatario de Estado de Defensa del gobierno alemán, cuando me lo presentó Veronika Isenberg, la enviada de Billy Brand, que por cierto participa en las jornadas que se celebran en la Universidad de Barcelona para conmemorar el 40 aniversario de la UMD.

 

En esos momentos, con Arias Navarro en el poder, si entraba España en la OTAN sería un apoyo a los franquistas, similar al que los americanos dieron a Franco en 1953.

 

Sin embargo, con un gobierno democráticamente elegido no habría ningún problema para entrar en la OTAN, si así lo querían los ciudadanos. El ingreso de España en la OTAN serviría para terminar con el tradicional aislamiento internacional de España y sacaría a nuestros obsoletos militares del ostracismo y de la autarquía. El contacto con militares extranjeros sería altamente beneficioso para abrir su mentalidad a un mundo moderno y mejorar su nivel técnico.

 

Eso le dije a Fingerhut.

 

Con el antiguo servicio militar, muchos soldados eran empleados como mano de obra servil –por no decir esclava– en diferentes ocupaciones que nada tenían que ver con la milicia; también de contabilidades de cuartel más que opacas y confusas (la legendaria figura del furriel…). ¿Aquel Ejército era un buen negocio privado para muchos militares?

 

El servicio militar obligatorio era una carga enorme para los jóvenes que perdían un año y medio de su vida en tareas inútiles y absurdas.

 

Recordemos la figura del ordenanza, que era un soldado que hacia la compra a las mujeres de los oficiales, llevaba los niños al colegio o pintaba la casa del coronel, todo gratis. Desgraciadamente, todavía hay restos de aquello en la actualidad, aunque en mucho menor grado.

 

Como anécdota le diré que en la Base Aérea de Morón, donde yo estaba destinado, había un comandante que en diciembre se llevaba la tropa a su finca para recolectar la aceituna y dejaba a la guarnición de la base reducida al mínimo.

 

En los últimos tiempos aflora por doquier la corrupción. A las Fuerzas Armadas les ha tocado en suerte el escándalo suscitado en torno al teniente Luis Gonzalo Segura, cuyas denuncias hacen pensar que esas contabilidades que acabo de mencionarle siguen en vigor dentro del ambiente críptico de los cuarteles y demás dependencias militares.

 

Conocí al Teniente Segura justo el día anterior a sufrir el último arresto y me pareció que estaba muy bien informado sobre lo que está pasando.

 

No obstante, lo que sucede ahora no tiene ni punto de comparación con lo que sucedía en tiempos de Franco.

 

No se debería perseguir al mensajero, en este caso el Teniente Segura, e investigar más sus denuncias.

 

La libertad de expresión en las Fuerzas Armadas está excesivamente restringida.

 

El Ministerio de Defensa tiene una deuda de 37.000 millones de euros, cifra casi equivalente al rescate bancario concedido por la UE a España. En tiempos de recortes sociales generalizados, las Fuerzas Armadas parecen tener vía libre para gastar, y todo camuflado bajo el paraguas del Real Decreto Ley, cuyas sumas no figuran en los presupuestos generales del Estado.

 

Efectivamente, el Ministerio que menos ha bajado su presupuesto es el de Defensa.

 

En el tema de la compra y venta de armas se dan dos circunstancias: se compra mucho material inservible, por compromisos ajenos a la defensa, y también se vende a quien no se debería.

 

Como ejemplo diré que Marruecos es la principal amenaza que tenemos y sin embargo le estamos vendiendo armas.

 

Hace pocas fechas, este mismo medio publicó un reportaje sobre el comercio de material militar en el que se denunciaba el oscurantismo de la información gubernamental. ¿Debe ser este asunto secreto de Estado? ¿La opinión y voluntad de los ciudadanos puede ser enajenada de un tema tan importante como la producción y el comercio armamentísticos de su país?

 

El negocio de las armas es inmoral y oscuro. Es inmoral porque, como le decía, se compran armas innecesarias sin tener en cuenta el interés público, sino el privado, y por otro lado se venden armas a quien no se debe y sin preguntar para qué las va a utilizar.

 

En Suiza, a partir de determinada inversión, la compra de armas se somete a referéndum. Son los ciudadanos los que deciden qué tipo de avión de combate compran.

 

¿Puede un comerciante de armas ser ministro de Defensa? Cuando menos, la sospecha resulta inevitable.

 

Es absolutamente incompatible. Nada más entrar Morenés en el Ministerio de Defensa, el gasto aumentó un 300 %.  El Grupo Segur, la empresa que él presidió, ha aumentado un 79 % las contrataciones con organismos públicos.

 

Morenés ha convertido las puertas giratorias en norias que no paran de girar. Ocupó cargos en Defensa e Interior con el primer gobierno de Aznar y de ahí se fue a la empresa privada, a vender bombas de racimo; después la puerta volvió a girar y ocupó la cartera de Defensa. Cuando salga del Ministerio es de suponer que las puertas volverán a seguir girando hasta que se gripen. El gripado se puede producir cuando entre Podemos en el Parlamento.

 

Si usted fuera ministro de Defensa, ¿qué reformas básicas y perentorias aplicaría a las Fuerzas Armadas?

 

Lo primero sería lo relativo al más estricto respeto por los derechos humanos. En consecuencia suprimiría la justicia militar en paz y en guerra; anularía el artículo 15 de la Constitución que autoriza la aplicación de la pena de muerte en tiempos de guerra; prohibiría los arrestos privativos de libertad, porque nadie, excepto un juez, puede privar de libertad a un ser humano y siempre con las debidas garantías judiciales, incluida la asistencia letrada; daría a los militares las mismas libertades que tienen los funcionarios de policía, libertad sindical y libertad de expresión.

 

Cancelaría el convenio con Estados Unidos, que no aporta absolutamente nada a la defensa nacional mientras sus tropas están en el territorio completamente gratis. Si tienen interés en mantener sus bases en España tendría que ser a través de la OTAN, no por un acuerdo bilateral, sin ventajas para España.

 

Hay que recordar y tener muy presente que tanto el Vaticano como Estados Unidos dieron un balón de oxígeno a Franco en los años cincuenta, cuando la Dictadura estaba totalmente aislada del concierto internacional. Con la firma del convenio, Estados Unidos consolidó la dictadura de Franco.

 

La actuación de lanchas de la Armada contra activistas de Greenpeace ha recordado a una parte de la ciudadanía los tiempos en que el Ejército tenía mayor poder disuasorio dentro del Estado que fuera de él.

 

Es de suponer que Repsol esté pagando al Ministerio de Defensa los gastos que está ocasionando su protección, de lo contrario se podría estar cometiendo un presunto delito de malversación de caudales públicos. La Armada no está para esos menesteres, en todo caso que llamen a la Guardia Civil, o al Grupo Segur.

 

Morenés ha dejado a la Armada a la altura del betún a nivel nacional e internacional. Nadie ha entendido esa agresividad embistiendo a unas lanchas Zodiac indefensas.

 

Dados los tiempos que corren me veo forzado a preguntarle sobre el proceso soberanista catalán. Con respecto a la actitud rebelde de la Generalitat en la consulta del 9-N, usted ha escrito en la página web de FMD que es un error “considerar que hay derechos por encima de las leyes y de la Constitución”. Sin embargo, la soberanía reside en el pueblo, según la propia Carta Magna, no en las leyes, y por tanto estas pueden y deben cambiarse mediante acuerdos, si existe un profundo debate político en el seno de la sociedad. 

 

Como letrado le diré que el “derecho a decidir” no existe como tal en las normas nacionales o internacionales. Si el gobierno de la Generalitat piensa que tiene ese derecho, debería acudir a los tribunales internacionales, como hacemos frecuentemente el resto de los ciudadanos cuando creemos que se vulnera un derecho fundamental. Es una pena que el derecho a decidir no sea un derecho  porque en ese caso sería un tribunal internacional el que decidiría y nos quitaríamos de encima tantas tensiones.

 

El derecho a decidir no es un derecho fundamental porque de acuerdo con las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el derecho de autodeterminación está reservado a las colonias y a los pueblos oprimidos. El derecho a decidir no está incluido en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. No obstante, en Derecho dos y dos no son cuatro y si alguien piensa que se está vulnerando un derecho fundamental, debería de acudir a los tribunales. Todo menos tomarse la justicia por su mano.

 

Es más propio hablar del “deseo de decidir” y como tal deseo debería de ser atendido por los gobernantes, modificando las leyes. Dentro de un año, tras las próximas elecciones generales es muy posible que se puedan modificar las leyes y se recoja en el ordenamiento jurídico el derecho a decidir con todas las garantías legales. Lo que no puede hacer nadie, y menos un gobernante, es actuar al margen de la ley. El derecho internacional sólo ampara ese tipo de comportamientos ilegales en las dictaduras.  

 

La soberanía efectivamente reside en el pueblo. Cuando se aprobó el Estatuto de Autonomía, se hizo con el respaldo de un referéndum legalmente convocado. Nadie está capacitado para anularlo. No solo sería un error político sino un atropello democrático.

 

Está demostrado que las constituciones que perduran en el tiempo son las que son fáciles de acomodar a los cambios sociales. Las constituciones rígidas tienen fecha de caducidad, pero mientras no se cambien hay que cumplirlas.

 

Para concluir. Algunos militares –es cierto que pocos en público– son partidarios de interpretar al pie de la letra el mandato constitucional que los señala como garantes de la unidad de España. Por su parte, la cúpula militar no cree que una solución castrense sea idónea, pero afirma que las Fuerzas Armadas están preparadas para todo. ¿Qué opina al respecto? ¿El gobierno puede o debe recurrir en última instancia a los militares para detener un movimiento civil y pacífico?

 

Las Fuerzas Armadas harán lo que diga el gobierno, siempre que las órdenes sean conformes a la legalidad. De todas formas, el gobierno no necesita utilizar al Ejército para hacer cumplir las leyes, le basta con las fuerzas del  orden que son tan numerosas como el Ejército y están más capacitadas para este tipo de situaciones.

 

Mi opinión es que Mas debería aflojar la presión y esperar a que cambie la correlación de fuerzas en el Congreso de Diputados.

 

Dentro de un año, el nuevo Gobierno español que surja de las urnas será más proclive a una solución legal, factible para todos. Mantener la presión independentista, con una mayoría absoluta del PP próxima a concluir, sólo se justifica por el interés de Mas en mantener permanentemente entretenida a la opinión pública catalana. Recuerde que Mas hace muy poco tenía que entrar en el parlamento en helicóptero y ahora lo hace en olor de multitudes, sin haber resuelto ni uno solo de los problemas que causaron la indignación de los catalanes.

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