La regidora de la CUP en el Ayuntamiento de Barcelona, Maria Rovira, nos habla de los conflictos más representativos del primer año de mandato en el consistorio de Barcelona en Comú. Como paradigma, el caso del Banco Expropiado del barrio de Gracia: una antigua sucursal bancaria ocupada desde 2011 – en la cual, se llevaban a cabo diversas actividades sociales con los vecinos – y cuyo desalojo generó varios días de manifestaciones y disturbios con los cuerpos de seguridad.

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Maria Rovira regidora del Ayuntamiento de Barcelona Foto: Francesc Sans

Gracia:  una antigua sucursal bancaria ocupada desde 2011 -en la cual, se llevaban a cabo diversas actividades sociales con los vecinos- y cuyo desalojo generó varios días de manifestaciones y disturbios con los cuerpos de seguridad.

El caso del Banco Expropiado ha acaparado los medios de comunicación las últimas semanas… Una vez pasada la tormenta mediática, ¿cómo lo valoráis?

Como CUP Capgirem Barcelona -teniendo en cuenta que muchos de los miembros de esta candidatura provenimos de la izquierda independentista y otros movimientos similares- siempre hemos defendido los espacios liberados como una medida reivindicativa para llevar a cabo iniciativas fuera del patriarcado o del sistema capitalista generando espacios autogestionados. En este caso, nosotros no formábamos parte (ni directa ni indirectamente) del Banco Expropiado, pero se trataba de seguir una coherencia: tal como defendimos el espacio del Fort Pienc en l’Eixample o Can Vies en Sants era necesario hacerlo en Gracia. Y es que la violencia del Banco Expropiado empieza con el propio desalojo por parte de los Mossos d’Esquadra en colaboración con la Guardia Urbana.

– Existe un debate latente sobre el modelo de seguridad y el tipo de cuerpos policiales que hay hoy en día. ¿Cómo ejercer un control real sobre ellos y detener la violencia a la que se refiere?

Además de realizar tests psicotécnicos; se deberían acercar sus funciones al acompañamiento de los problemas desde una perspectiva social y no represora; apostar por un modelo de policía de proximidad. Cuando llegas al Gobierno, debes hacer cambios de raíz o -de lo contrario- el problema se enquista y es mucho más difícil resolverlo: des del principio, se deberían haber disuelto los antidisturbios (no crear otro cuerpo que al final asumirá sus roles, formado por la misma gente). Dicen que empezarán a hacer tests psicotécnicos… ¿Hasta ahora no los hacían?

Ahora mismo, existe un descontrol absoluto de los diferentes cuerpos policiales por parte de los entes públicos y deben haber medidas estrictas, contundentes, para detener la complicidad entre ambos.


-En este sentido, Amnistía Internacional ha denunciado la escasa rendición de cuentas por parte de los agentes que han cometido algún tipo de irregularidad.

Se les está protegiendo constantemente. Sé que desde la CUP-Crida Constituent se está intentando abordar la actuación policial por parte de los Mossos d’Esquadra en las diferentes movilizaciones, pero en mi caso yo puedo hablar de la Guardia Urbana: la impunidad con la que los agentes -no todos- se mueven en la calle (o incluso con la que hablan a los cargos públicos) es brutal. Es un modelo que se ha gestado durante mucho años, muy jerarquizado pero lleno de impunidad, y el 4F o el caso de Esther Quintana son un ejemplo claro.

Esta legislatura, el gobierno ha querido reforzar la unidad de asuntos internos de la Guardia Urbana…

En ningún caso debería ser sólo un órgano que cuelgue del propio cuerpo: debería haber un control público real tanto desde los políticos como desde las asociaciones expertas, conjuntamente con la Guardia Urbana. Aún así, los problemas pueden solucionarse de distinta manera en función de las coyunturas concretas en diferentes lugares; aunque sí puedas hacer cuatro líneas del modelo al que quieras llegar (que, a corto plazo, parece utópico teniendo en cuenta su trayectoria).

– ¿Qué propuestas ponéis sobre la mesa?  

Es importante hacer formación en derechos humanos, sociales, interculturalidad, feminismo… No puedes partir del mismo paradigma cuando tratas con una persona occidental, heterosexual y blanca, que cuando hablas con una mujer marroquí que tiene otra realidad o con las trabajadoras sexuales (que, en Ciutat Vella, tienen totalmente masacradas). La gente formada puede ejercer de mediadora y servir de puente.

-Y respecto al Banco Expropiado, ¿cuál es la solución?

La solución deben decidirla las personas que forman parte del Banco Expropiado. Queremos mantener la autonomía de su manera de tomar decisiones, conjuntamente con el vecindario que forma parte directamente del movimiento. Pero lo que sí tenemos muy claro es que el Banco Expropiado -como su propio nombre indica- es una reivindicación política, pues la banca simboliza el aplastamiento y estrangulamiento diario de las clases populares. En este sentido, en el momento en que se conoce que Convergencia había estado pagando dinero para que no hubiera una conflictividad social real hacia la persona que había comprado este local, se hace necesario abordar el problema.

Por otro lado, entendemos el caso como un hecho paradigmático de lo que está pasando en el barrio de Gracia, donde se está expulsando a las vecinas que intentan generar espacios para procurar vidas más dignas con el objetivo de beneficiar un modelo turístico determinado.

-En Gràcia existen iniciativas similares al Banco Expropiado dentro de espacios no ocupados…

El ateneu popular de l’Eixample era un espacio ocupado del que se nos desalojó hace cuatro años y -a día de hoy- está totalmente destruido esperando un plan urbanístico para construir un hotel.

Una de las cosas que también nos sorprendió es ver gente de diferentes partidos asegurando que se trataba de un conflicto entre privados: es un conflicto entre un bien privado y uno colectivo y siempre hay que defender lo colectivo.

-¿Os ha sorprendido la actuación del gobierno municipal respecto a este caso?

Hace un año, su defensa por este espacio hubiese sido mucho más firme. Ha habido un cambio en su manera de entender la conflictividad social y me sorprende que Ada Colau diga en La Vanguardia que se alegra de que hayan terminado las protestas: que esto lo diga alguien que viene de la movilización en la calle y sabe -o debería saber- su importancia para cambiar modelos que no benefician a las vecinas, hace entrever que ha asumido el discurso que quería combatir. Es una derrota de Barcelona en Comú y -des de que entramos al Ayuntamiento- estamos viendo unas dinámicas que no cuadran con el programa que defendían en campaña.

-Hace poco que han cumplido un año de mandato, ¿cómo lo valoráis?

Se han acabado convirtiendo en lo que venían a combatir, promoviendo la entrada del PSC al gobierno -esa mafia y modelo de ciudad que antepone los intereses del capital y los lobbies empresariales a los de la persona- para que gestionen áreas tan importantes como departamentos de economía o cultura (que marca cómo se vende la ciudad y cuáles son sus prioridades). Ahora hay que gestionar la frustración de todas aquellas vecinas que se habían ilusionado con el cambio.

cup-04– ¿No han sido, pues, fieles a su programa?

Hay una frase muy significativa que concejales y caras públicas de Barcelona en Comú han dicho des del principio de la legislatura (Jaume Asens me lo dijo la primera semana): ahora gobernamos para todos, no sólo para los que nos han votado. Ellos venían con un mensaje de cambio realmente ambicioso y -al ganar las elecciones- tenían el aval para hacerlo (de hecho, los resultados de ‘En comú Podem’ en las elecciones españolas también avalan lo que se hace en Barcelona).

Però, en cambio, hemos visto huelgas por la precariedad que genera el Ayuntamiento externalizando servicios a grandes empresas que no cumplen los convenios ni licitaciones que se emiten desde el consistorio. Se trata de un problema generalizado, pero como partido que venía a defender unos intereses determinados deberían encontrar la manera de acabar con él. Y es que la municipalización es la única manera de tener un control real y directo de los diferentes servicios públicos -hacerlos universales y equitativos- y sus condiciones laborales. Los informes de juristas en ayuntamientos de la CUP en que se están municipalizando servicios nos dicen que es más rentable y haces que los trabajadores puedan participar en la toma de decisiones.

-No se han encontrado un consistorio fácil…

No digo que sea fácil; pero lo que nosotros ya teníamos claro antes de la campaña es la distinción entre la institución, la calle y los límites que se presentan. De hecho, cuando hablamos de la posibilidad de ir conjuntamente a las elecciones (aunque ellos se decidieron por Iniciativa, la muleta de casi todos los gobiernos de la ciudad) ya sabíamos qué acción política permite llevar a cabo la institución que tenemos actualmente.

Existe una gran cantidad de organismos diferentes que los dificultan y primero tienes que crear una estructura en la que sea fácil ejercer un control real y aplicar políticas que vayan a la raíz del problema. Si lo tienes claro puedes hacerlo, pero debes haber hecho antes un análisis profundo y no tengo claro que Barcelona en Comú quiera tener una gestión mucho más directa de todos los instrumentos disponibles.

– A vosotros os propusieron entrar a formar parte del gobierno. ¿Por qué no lo hicísteis?

Una de las conclusiones que surgen de los encuentros populares municipalistas cuando decidimos presentarnos a las elecciones es el hecho de que no entraríamos a un gobierno en minoría. ¿Por qué? En primer lugar, entendíamos que éramos la única fuerza nítidamente de izquierdas y con un modelo de ciudad diferente del que hemos tenido hasta ahora (queríamos hacer una política que fuera a la raíz de las cosas mediante los diferentes movimientos populares) y entrar supondría llevar un área concretísima.

A pesar de que tengas el gobierno del Ayuntamiento de Barcelona, no tienes el gobierno de la ciudad y existen muchos límites reales (marcados desde instrumentos como el Área metropolitana, la Diputación de Barcelona, consejos comarcales o la ley a nivel estatal y europeo) a la acción política que puedas hacer. Por tanto, es necesario contar con otra institucionalidad fuerte fuera del Ayuntamiento para poder tener realmente un gobierno y esto pasa por procesos lentos -nunca hemos querido engañar, por ejemplo, diciendo que si gobernábamos pararían los desahucios- de empoderamiento popular: la gente debe participar y ver un retorno de su participación, denunciar y hacer pedagogía de cuestiones que no nos gustan. Como oposición, hemos llegado a acuerdos con el gobierno en el àrea de feminismo, vivienda o la modificación presupuestaria…

-Respecto a los presupuestos, en Barcelona vivísteis una especie de recreación de lo que ha pasado en Cataluña.¿Por qué el resultado ha sido diferente?

La estrategia política de ERC y, sobretodo, de Convergencia -muy distinta respecto al proceso y su relación con la CUP- ha sido otra; han dicho directamente que no hacían unos nuevos presupuestos. A pesar de que nosotros planteamos un primer ‘no’, Barcelona En Comú decidió continuar negociando, cosa que podría haber hecho ‘Junts pel Sí’ (aunque ninguna se decidió a hacerlo hasta tener el no sobre la mesa).

Por otro lado, el hecho de que no se aprueben los presupuestos no hace que se pierda el dinero, en tanto que existen múltiples mecanismos legales para llevar a cabo las políticas que teóricamente debías hacer con este dinero.

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-Volviendo al gobierno municipal, ¿Deberíamos tener en cuenta su inexperiencia a la hora de valorar su actuación?

Lo pongo muy en duda. Son nuevas las cuatro caras públicas, pero no la retaguardia. El instituto de servicios sociales o el área de urbanismo -por ejemplo- están gestionados por Iniciativa y el PSC es lo más viejo que ha habido en el Ayuntamiento. Son partidos con ideales y una manera de hacer política que no entran en concordancia con los de Barcelona en Comú. Pensamos que el gobierno es Ada Colau, pero el 70% llega de Iniciativa, el 20% de Podemos y el resto de lo que era Guanyem… Però, ¿dónde está su base social? ¿Dónde han quedado aquellas asambleas multitudinarias? Mucha de esta gente está picando a la puerta de la CUP…

Por ejemplo, está el caso de las estatuas de la Rambla con las que han incumplido un acuerdo contrario a lo que decían hace un año o los músicos de la calle, que se reúnen cada lunes para autoorganizarse. La Guardia Urbana los está criminalizando, igual que a los manteros. De hecho, ahora queremos intentar llevar a cabo una campaña con manteros y trabajadoras sexuales sobre la ordenanza del civismo, el uso del espacio público, etc.

-La situación de los manteros en Barcelona también ha llenado páginas en los medios.

El drama de los manteros viene por todo lo que hay detrás: se les trata mal porque quedan mal en la foto. Una de las cosas que pedimos -por eso terminamos proponiendo la tarjeta ciudad- es solucionar el tema del padrón: aún no se ha tratado el hecho de poder empadronarse con facilidad a pesar de no tener un domicilio fijo o trabajo como ocurre en otras ciudades europeas. ¿Cómo puede ser que en un año todavía no hayas usado tus competencias para hacerlo?

Se ha generado un relato de criminalización de los manteros y animado a la Guardia Urbana a actuar de forma racista. Se trata de gente en una situación de vulnerabilidad absoluta, ampliada por los medios de comunicación. Es un tema que no preocupa a las vecinas de la manera que se refleja en los medios.

Una de las soluciones que planteamos es -como han hecho en otras ciudades- crear espacios propios donde pudieran realizar su actividad. Esto es prioritario, aunque paralelamente puedas ofrecer cursos de formación para los que quieran ejercer otro empleo.

-Barcelona se ha declarado ciudad refugio, pero ¿cómo trata a sus imigrantes?

Me parece perfecto hacer actos públicos en contra del TTIP o a favor de los refugiados, pero hay trabajo que hacer con las multinacionales que están aquí directamente, con los lobbys empresariales, los manteros, las personas sin acceso a sanidad o educación pública… Con esta gente se podría hacer una tarea real que no se está haciendo.

– Después de las elecciones del 26J, veis un cambio de actitud desde España hacia la situación catalana?

No veo un cambio posible, pero si lo hubiera sería bienvenido para empezar un diálogo. A nivel social, tenemos objetivos comunes; pero el proceso en Cataluña -que crece por la izquierda con una Convergencia debilitada, pendiente de como mantener su estatus- es totalmente irreversible. Este proceso de independencia servirá para cambiar el modelo social y de relaciones a nivel patriarcal y capitalista entre las personas. En este sentido, hacemos una apuesta clara por un Referéndum Unilateral de Independencia en que la Generalitat haga una pregunta con la que se pueda defender todas las posiciones y genere un debate público con consecuencias.

– Tras todos estos años, ¿puede llegar a cansarse el electorado independentista?

La gente debe aprender que los procesos de liberación nacional no se dan tras tres manifestaciones y ser consciente de que a veces son necesarias medidas directas. Pero si tuviésemos un gobierno que lo tuviese claro, ya se habría hecho un referéndum.

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Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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