Cuando uno lleva poco tiempo siendo periodista y se le ofrece la opción de cubrir uno de los Festivales de género más importantes del mundo (sino que el que más) y, además, es un freak consumado de todo lo que huela a cinematografía, la primera reacción es de una alegría desbordante y una codicia experiencial desmesurada.

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A medida que se acerca la fecha del festival, la alegría se va tornando en miedo y, muy acorde con la temática del festival, se torna terror incontrolable a medida qe vas cerrando entrevistas con personalidades que, o bien admiras, o bien te imponen, o bien ambas y ninguna.

La odisea comienza, oficialmente un día antes del inicio. Nadie te informa de manera veraz, y , que eres novato y, por tanto, coqueteas con el coeficiente intelectual negativo, vas perdido nivel choni en filmoteca. Desconoces que tu acreditación tiene pases abiertos a prensa y te cabreas como una mona cuando te quedas sin invitaciones a través de la web, tan sólo cinco minutos después de que se abra el periodo de reserva (el día antes de las proyecciones, a las 7h).

Por tanto, tienes dos opciones: o madrugas y te presentas en Sitges a primera hora para ver el ambiente… o te pasas después de comer e improvisas.

Llegué a Sitges a las 14h. Madrugar es terrible para la salud, digan lo que digan.

Recoges tu acreditación (a la tercera, que por algo eres novato) y, con gran alegría, descubres que tienes acceso libre a más de sesenta películas. La voluntaria que te da tu acreditación se descojona con tu cara y con tus idas y venidas para preguntarle obviedades. «Es que es mi primera vez, lo siento«. Su belleza me da ganas de ofrecerle un café, una charla, un piso o una vida en común. Pero está prometida. Que se joda, se quedó sin café.

Por fin coges sitio en una de las mesas de prensa (en pleno vestíbulo de la sala Garbi, que el cuarto de los ordenadores «guapos» está ocupado por los redactores A, que ocupan mesas de 6 entre tres. Incluso en prensa hay clases) y la primera persona con la que hablas es el ínclito Carlos Pumares. Genio y figura, con su acreditación de La Razón y su cordial mala baba, nos asesora a una novata y a sobre ciertos entresijos de la vida en el Festival. Básicamente, los pases de prensa son muy tempranos, hace frío y los organizadores no permiten entrar a salas desde dentro del hotel. Son unos energúmenos que no valoran el trabajo de la prensa. Y nos deja a Aura y a para buscar «al esclavo al que le paga cinco euros la hora para que le tenga preparados los papeles«.

En media hora comienza el pase de prensa de «Mr. Right», la nueva película de Paco Cabezas, con Sam Rockwell y Anna Kendrick, en la Sala Tramuntana, a apenas cinco minutos de la sala de prensa y decidimos ir a cumplir con uno de los requisitos imprescindibles del Sitges Film Festival: las colas. Enormes, constantes, desesperantes acumulaciones de gente y prensa (en ocasiones incluso de ambos) que permiten socializar y, alguna que otra vez, intercambiar favores con otr@s compañer@s de profesión.

Los mayores especímenes del festival se encuentran siempre en una cola. Ya puede ser una camarera de los cincuenta con infección zombie que intenta vender ciertos programarios del festival y la ciudad, ya puede ser la cincuentona fanática que viene con su hijo mayor, que concibió en el festival veinte años antes, ya pueden ser la cohorte de blogueros, periodistas online de otras comunidades que aprovechan que están en el paro para viajar, ya puede ser cualquier cosa que se te ocurralas conversaciones fluyen automáticamente y se forjan tenues amistades con el cine y el previsible cansancio de los próximos días como nexo de unión.

A las 17:15h entramos a la reformada sala. Las otrora sillas de hierro de la cafetería-jardín «Casa Paco y Loli» que poblaban este microespacio han sido sustituidas por incómodas y mal inclinadas butacas de cine. Estrechas y horrendas en su uso, que no a la vista, permiten comprobar que las dimensiones de la pantalla no han cambiado. «Villa Tramuntana» abordará su fase 2 en 2016.

Paco Cabezas presenta la película. No hace lo mismo con los productores de la misma que le acompañan. Se muestra nervioso y espídico al volver «a casa«, donde siempre se han proyectado sus cortos y películas. Es simpático, pero queremos ver la película y, dado que es consciente, corta y cierra, se apagan las luces y…

«Mr. Right» es un excelente entretenimiento, tejido en torno a una atípica comedia romántica donde la acción se desenvuelve entre la locuradentro de la locura. Sustentada en sus dos protagonistas principales, en detrimento del resto del reparto (Tim Roth incluido), en el que sólo alcanza cierto nivel, sorprendentemente, el rapero RZA, estamos ante una película ágil y muy, muy divertida, que cimienta un mundo propio en el que sus habitantes reniegan conscientemente del sentido común– Sam Rockwell derrocha carisma y talento, masacrando a sus compañeros cada vez que aparece en escena. Quizá el guión no debereía haber intentado dotar de motivos su comportamiento. Anna Kendrick, por su parte, casi está a la altura, aunque su excesivo histrionismo, en busca de la risa fácil, resulta inadecuado en algunos momentos. Con reminiscencias a Bonnie & Clyde, a Gene Kelly e, incluso, a los Gable y Colbert de «Sucedió una noche«, «Mr. Right» nos deja una sonrisa en los labios y una pizca de remordimiento tras tanta carcajada ´negra.

Acabada la proyección, una pequeña mesa redonda, rebautizada «post-screening», que estamos en un festival internacional, a la que acudimos cuatro gatos, tres perros, una ardilla y un orangután, me permite pasar unos minutos con Cabezas y hacerle unas cuantas preguntas. Despido a Aura y a Luis, compañeros de proyección con los que me cruzaré, sin duda, en los siguientes días.

La siguiente proyección comienza a las 20:45. Queda hora y media y, supuestamente, tengo concertada una entrevista con Santiago Segura a las 20h. Llamo por teléfono a Paco Fox, con quien he concertado entrevista a las 19h. Ambos llegamos tarde, pero solícitos y, dado que el espacio que íbamos a utilizar ha sido acordonado y okupado por los primeros Vips que acuden a la ceremonia de inauguración del Festival, no vaya a ser que tengan que cruzarse y mezclarse con la plebe, hemos de retirarnos a la sala de prensa. De camino, tenemos dudas al cruzarnos con el que, creemos, el maravilloso Kang-Ho Song, grandioso actor, protagonista de verdaderas maravillas como «The Host» o «Snowpiercer«. Como no estamos seguros, decidimos dejar las fotos para otra ocasión. No nos gusta molestar y menos si no estamos seguros de a quien estamos molestando.

Acabada la entrevista con Fox, toca pequeña sesión de fotos, que he de realizar yo mismo por un problema con las acreditaciones que me ha dejado sin fotógrafa acompañante. Afortunadamente, nos aborda una fan de Paco, periodista y fotógrafa, que me saca del apuro. Intercambiamos teléfonos, pues espero que me saque de más apuros durante los días que esté en el festival.

A las 20h acudo al auditorio, para el acto de presentación del cortometraje «Nivel 7«, producido por Endesa, patrocinador del festival, y dirigido por Santiago Segura, con quien he acordado entrevista. Pero mi pase de prensa no es aceptado. Tras comprobar la convocatoria, la pared más próxima se antoja irresistible para comprobar la dureza de mi cráneo. La convocatoria para prensa era a las 17h, la de público general para las 20h. He perdido una entrevista importante en mi primer día de festival, por equivocarme tres horas en el horario.

Por tanto, me acerco al pase de prensa de «Summer Camp» con mi complejo de gilipollas multiplicado por cien y vertiendo al ocho tumbado. Alberto Marini guionista de éxitos como «REC» o «Mientras duermes» presenta esta, su primera película como director, con producción de su amigo Jaume Balagueró. La cataloga de «terror gamberro«, se apagan las luces y…

«Summer Camp» es una gamberrada fílmica que no busca coherencia alguna y que tira de clichés de género, mientras les da una, dos, tres o las vueltas de tuerca que sean necesarias.

Sangre, comportamientos hijoputescos, personajes nobles que reciben por todos lados, más sangre, más comportamientos hijoputescos y, principalmente, giros argumentales, dentro de giros argumentales, dentro de giros argumentales… con referencias a multitud de películas clásicas¿Quién puede matar a un niño?» incluida) conforman este pastiche adrenalítico y absurdo, con la única intención de divertir y hacer el cafre, apuntando leves reflexiones sobre la naturaleza humana en momentos de tensión extrema.

El fin de mi primera jornada de Sitges empieza a toda hostia. El retraso de la proyección de «Summer Camp» hace que la sesión de Cinebasura programada a las 22:45h comience a as 23h, con conexión en directo con Movistar+ aún estando la sala a medio llenar. Mi amistad con Paco Fox, co-presentador del acto junto a Carlos Palencia y Paco Cabezas me ha permitido quedarme en la sala tras la anterior proyección y no perder detalle del caos que produce un retraso en una conexión en directo. Realmente interesante de ver.

Cinebasura consiste, básicamente, en la proyección de una película horrible, en todos los sentidos posibles e imaginables, mientras os presentadores hincan el diente a cada fallo, evidentemente o no, y disparan gracietas, chorradas, ingenios y chascarrillos a todo tren. La película elegida hoy resulta ser un bodrio infumable, protagonizado por LInda Blair y David Hasselhoff, titulado «Encuentro con la maldad«. Horrible, aburrida, atrozsus innumerables fallos de racord, que incluyen amaneceres súbitos en mitad de la madrugada, sus robóticas, cuando no psicopáticas, interpretaciones y su lento, muy lento, lentísimo, desesperante ritmo narrativo, con constantes escenas que cortan sin terminar, hacen de la experiencia una tortura antipática que no merece mayor explicación. Si tienen alguna vez ocasión de verlaHUYAN. Por lo que más quieran, HUYAN.

El primer día llega a su fin. Los maratones de madrugada son inhumanos, toda vez que he de volver temprano al día siguiente.

Autobús y manta.

Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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