La polémica está servida: la prostitución regresa de nuevo a los titulares, aunque pocos fijan su mirada en los problemas que sufren las mujeres que hacen la calle. ¿Qué es lo que les condujo a practicar el oficio más antiguo del mundo? ¿En qué condiciones viven? ¿Trabajan bajo la coacción de las mafias o de los chulos? Estas y otras preguntas se responden en el estudio Itineraris i factors d’exclusió social, una iniciativa de la Síndica de Greuges de Barcelona que cobra ahora más actualidad que nunca.
Hace años que desde el ámbito social se tiene la percepción que hay colectivos y familias dónde se reproduce sistemáticamente la exclusión y la marginación y que, pese a los esfuerzos, las tareas de prevención todavía no cuentan con el apoyo necesario. El estudio, impulsado por la Síndica junto a la Obra Social de la Fundació La Caixa y la Universitat Pompeu Fabra, investiga cuáles son los factores de riesgo y de protección ante esta exclusión social y la incidencia que estos tienen a lo largo de la vida de determinados colectivos, entre ellos las personas que ejercen la prostitución.
Una tarea nada fácil, dada la delicada situación en que viven estas mujeres. Los autores del estudio, el doctor Sebastià Sarasa y el profesor Albert Sales, destacan la dificultad de realizar “una cuantificación fiable de la prostitución” puesto que la “clandestinidad del fenómeno y sus múltiples caras dificultan la obtención de datos”. Además, remarcan que, tras las últimas modificaciones de las ordenanzas municipales y las consiguientes actuaciones policiales, las organizaciones sociales han perdido la relación con un buen número de mujeres que trabajaban en la calle. Según la información facilitada por las entidades, la mayor parte de las mujeres con quienes se han roto estos lazos son extranjeras, y de estas la mayoría provienen de Rumanía.
En el trabajo de campo se han entrevistado 42 mujeres (29 autóctonas y 13 extranjeras) que ejercían actualmente la prostitución en la calle o se han dedicado a esta actividad en algún momento de su vida. Del total de la muestra, 17 mujeres eran prostitutas en el momento de la entrevista.
Se inician muy jóvenes
Las mujeres que manifiestan haber ejercido la prostitución indican edades de inicio muy jóvenes. Nueve de las 29 mujeres de nacionalidad española encuestadas empezaron a prostituirse antes de los 18 años y la mitad antes de los 21. “Esto no quiere decir que sea una actividad realizada sólo por mujeres jóvenes”, subraya el estudio, “más bien hace falta destacar que muy poca gente se inicia pasada la juventud y, por lo tanto, las prostitutas de edades más adelantadas hace muchos años que están involucradas, con las consecuencias que esto puede comportar para la salud física y psicológica”.
Conflictos en casa
La relación conflictiva con los padres, añadida al fracaso escolar, es un factor de riesgo importante. Sarasa y Sales identifican una asociación significativa entre haber sufrido una mala relación con alguno de los adultos del hogar y haber realizado trabajo sexual. A la vez, y sin que se trate de fenómenos excluyentes, haber crecido sin madre también constituye un factor de riesgo para las prostitutas autóctonas.
Obligadas por la pareja
El fracaso en las relaciones sentimentales también incide en el fenómeno y por partida doble. Se constata entre las mujeres encuestadas que haber sufrido una ruptura de pareja aumenta el riesgo de ser prostituta. Lo que no significa que vivir en pareja sea un factor de protección, sino más bien lo contrario. El estudio revela que muchas mujeres entran en el mundo de la calle a través de dos vías: la resultante de la necesidad económica derivada de una ruptura sentimental y la que acontece por la presión ejercida por la propia pareja.
Según las profesionales que prestan asistencia a las prostitutas, esta pareja que induce a la prostitución es, en la mayoría de casos, el que más tarde se convierte en su proxeneta. Una situación paradójica que padecen sobre todo las mujeres nacidas en España.
En las garras de las mafias
Existe otra parte de la prostitución forzada que está fuertemente vinculada a procesos migratorios irregulares y que caen en las garras de las mafias a través de engaños y contracción de deudas. La mayoría de las mujeres que sufren esta situación y con las cuales han contactado las entidades de Ciutat Vella son rumanas y proceden de la misma zona geográfica. Un colectivo de difícil acceso: no solo mantienen una relación esporádica con las entidades, sino que además la persecución policial dificulta la continuidad en su atención. Sin embargo, las profesionales de estas entidades afirman que habitualmente hay alguien del entorno más próximo vinculado a las mafias y al proceso de engaño. De nuevo, todo queda en familia.
Las mujeres que son obligadas a hacer la calle son, lógicamente, las más débiles. No sólo padecen el desprecio de la sociedad, sino que además se sumergen en un círculo vicioso del que es muy difícil escapar. “La prostitución forzada, además de ser una actividad delictiva, constituye una situación de exclusión y desprotección extrema para las personas explotadas por las mafias”, asegura el informe.
Heroína
Las drogas tienen un papel importante en el mundo de la prostitución, lo que aumenta todavía más la vulnerabilidad de estas mujeres. En la muestra se detectó que el consumo de heroína tiene una relación significativa y muy intensa. “La encuesta nos permitió”, remarcan los autores, “establecer que en nuestro grupo de estudio hay una correlación significativa y muy intensa entre el consumo de heroína y el trabajo sexual, de forma que el acontecimiento haber sufrido dependencia de la heroína es previo al ejercicio de la prostitución. Por el contrario, no es significativo el efecto del consumo de cocaína”.
Auge de la prostitución extranjera
El estudio de la Síndica de Greuges de Barcelona constata que el trabajo sexual ha sufrido cambios radicales desde la década de los noventa con la entrada de mujeres extranjeras. Las últimas cuantificaciones del fenómeno de la prostitución sitúan la proporción de mujeres extranjeras en el 60%. Un colectivo con un itinerario vital que no tiene nada que ver con el autóctono. Y es que no quieren dedicarse al oficio de por vida: “Las mujeres extranjeras encuestadas que trabajan o han trabajado en la prostitución son mujeres más jóvenes que perciben el trabajo sexual como una fuente circunstancial de ingresos”, aclara el informe.
Muchas son víctimas de la explotación laboral que sufren los inmigrantes y ven en la prostitución un camino más fácil para obtener dinero. “Si bien el fenómeno de la prostitución forzada vinculada a mafias y grupos delictivos existe y tiene presencia a las calles, hay una parte de las prostitutas extranjeras que se dedicaron a otras actividades cuando llegaron al país, pero, debido a la extrema precariedad laboral y social en qué vivían, se vieron abocadas al trabajo sexual por tener ingresos suficientes por satisfacer los envíos de dinero cabe al país de origen”, destaca el estudio.
Como conclusión, el informe alerta de la extrema vulnerabilidad que sufren estas mujeres, forzadas o no a hacer la calle: “Pese a que la casuística es muy diversa, entre las mujeres entrevistadas se encuentran algunos puntos en común que también aparecen en otros estudios: la situación de desprotección que representa ejercer una actividad al margen de la legalidad, sin ninguna garantía de integridad física y con una fuerte relación de dependencia respecto de la figura del proxeneta”.
El estudio se puede consultar en la web de la Síndica de Greuges: http://www.bcn.cat/sindicadegreuges