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Igual que en su día los indignados españoles encontraron apoyo en movimientos ciudadanos de todo el mundo, las protestas turcas se extienden estos días hasta la Península Ibérica. En la capital catalanadecenas de personas se concentraron ayer frente al Ayuntamiento para expresar su solidaridad con las demandas de los acampados en el centro de Estambul y, desde hace semanas, acuden cada día al Consulado turco para hacer oír su voz. Una voz acallada durante largo tiempo, según declara la Comunidad turca de Barcelona, convocante de las concentraciones. “La adhesión de tantas personas a las protestas del Parque Gezi ha sido la explosión de un hartazgo acumulado por años” explica Can Seven, ciudadano turco que vive en la Ciudad condal y milita en el Partido Comunista de su país. “La construcción de un centro comercial en medio del parque es el colmo de una política agresivamente neoliberaladvierte Can Seven- demostrada también en el profundo cambio de la demografía sufrido por Estambul. La especulación urbanística, con la excusa de renovar la ciudad, está arrasando los barrios más pobres”.

Las pancartas que ayer por  la tarde se desplegaron en la Plaza Sant Jaume reclamaban la dimisión del Primer MinistroRecep Tayyip Erdoğan, todos los idiomas, para que ningún turista pudiera despistarse. “No es la primavera turca, es la resistencia contra el dictador” se leía en muchos carteles. Un manifestante explicaba que, si bien el actual mandatario ha salido vencedor en tres elecciones consecutivas, el sistema de voto en Turquía no es justo ni transparente. “No es cierto que el 50 % de la población lo elija. El partido mayoritario absorbe los votos de los partidos que obtienen menos del 5 % de la representación en las urnas. Lo que tenemos no es una democracia” concluye este hombre turco radicado en Barcelona.

Junto al dibujo de la máscara anti gas que se está volviendo todo un símbolo de la protesta del Bósforo rezaba, entre otros, el lema “contra el fundamentalismo”. Miembros del Frente Obrero Turco, presentes también en la concentración, acusan al gobierno de Erdogan de imponer el islamismo en una sociedad que es preeminentemente laica“Obligan a las mujeres a tener un mínimo de tres hijos, presionan a los bares para no vender más alcohol y construyen mezquitas por todas partes” denuncian.

La indignación, sin embargo, no es compartida por todos los sectores de la población turca. Mientras cientos de miles personas ocupan desde hace dos semanas el centro de las principales ciudades del país para expresar su malestar contra el Gobierno, otros cientos de miles siguen defendiendo al Primer Ministro a capa y espada. Alí, por ejemplo, considera a Erdogan como “un ídolo” de la democracia y el progreso económico. “Cuando llegó al poder, en 2002, el país estaba fatal. Ahora hay trabajo y un crecimiento que no se detiene” explica este Licenciado en Política Internacional que vive hace diez años en Barcelona. Los miembros del Frente Obrero Turco advierten, en cambio, que el auge económico ha sido fruto de “una privatización excesiva de las empresas públicas en favor de unos pocos que ha dejado sin recursos a la industria y la agricultura nacional”.

La protesta turca en el corazón de Barcelona se expresó también en griego. Los representantes de su país vecino en esta ciudad se unieron a la concentración en apoyo de “los indignados” del Bósforo. No sólo se solidarizan con las demandas de Taksim sino que declaran también su descontento por lo que consideran “un trato humillante hacia Grecia por parte de Erdogan”. Un manifestante explicaba ayer en la Plaza Sant Jaume que “el Primer Ministro hace continuas alusiones en sus discursos a lo mal que han hecho las cosas los griegos y, en cambio, lo bien que las están haciendo los turcos”.

En Barcelona, la concentración se disolvió a las 8 de la tarde de forma pacífica pero en Estambul las movilizaciones antigubernamentales no se detienen, pese a estar viviendo sus peores horas de violencia. Durante toda la noche de ayer se produjeron duros enfrentamientos entre manifestantes y policía en más de diez ciudades de Turquía, tras el desalojo del Parque Gezi por parte del Gobierno.

“Si el inicio del movimiento fue imprevisible, su continuidad lo es aún más” asegura Can Seven, representante de la Comunidad Turca en Barcelona. “Lo que está claro es que el gobierno de la burguesía no será tan fácil como antes porque la gente ya no tiene miedo”. Por su parte, la plataforma Solidaridad con Taksim que actúa como portavoz de los manifestantes de la plaza de Estambul, ha reiterado que, pese a las amenazas de Erdogan, mantienen la exigencia de que se investiguen y castiguen a los responsables de la represión policial, que en estos 20 días ha dejado tresmanifestantes muertos y más de 5.000 heridos, así como la inmediata liberación de los numerosos detenidos en las protestas.

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