altTriodos Bank defiende su singularidad apelando a la conciencia de los ciudadanos: “Un banco puede ser ético si la gente es ética”.

 

 

Los valores que inspiran Triodos Bank están presentes en su nombre, que proviene de dos palabras griegas: “tri” (tres) y “’odos” (camino). Una triple senda, argumenta la entidad, cifrada en “las personas, el planeta y el beneficio”. Es decir, en la posibilidad de ganar dinero sin sacrificar los valores primordiales del respeto a los derechos humanos y la protección del entorno natural. Pero, ¿cuáles son, en el terreno de la práctica, sus diferencias reales con la banca convencional?

 

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Por pura lógica ramplona, si un poder económico empleado en malas causas devenga grandes males colectivos, un poder económico consagrado a fines loables debería materializarse en grandes beneficios sociales. Algo así debieron pensar los creadores de Triodos Bank, nacido como fundación en los Países Bajos, allá por 1971. En 1980 se constituyó como entidad bancaria, con una misión declarada tan sencilla como difícil: “hacer que el mundo sea mejor; contribuir a un cambio positivo de la sociedad desde el sistema financiero”. Así nos lo explica Joan Antoni Melé (Barcelona, 1951), subdirector general comercial para España de esta entidad de crédito encuadrada en el bando –así cabría llamarlo– de la banca ética.

 

Reivindicando el oficio de banquero: que circule el dinero

 

En el imaginario popular, los banqueros se han convertido en personajes de opereta; son el malo de la película y seguramente han hecho méritos para ello. De ahí viene la consabida duda: se antoja difícil amoldar “ética” y “banco”, parecen conceptos antagónicos… Pero Joan Antoni Melé reivindica “el orgullo de ser banquero”, para precisar al punto: “Una cosa es el oficio; otra, como se ofrece ese oficio. El oficio de banquero supone entender cuáles son las necesidades de la sociedad y hacer que llegue el dinero las empresas que están generando riqueza, siempre con prudencia. El trabajo del banquero es ese: hacer que el dinero circule y genere vida. Por ello, si las personas que ejercen esta actividad y las personas que depositan su dinero en una entidad bancaria son conscientes de su utilidad social, la banca será ética. Pero no solo es una responsabilidad de los banqueros: la comparte el cliente, que no debe pensar solamente en cuánto va a obtener por su dinero. Del mismo modo que el banco reúne toda la información posible sobre un particular antes de darle un crédito, el cliente debería informarse acerca de las actividades, fines y garantías del banco al que acude, porque está haciendo un préstamo a la entidad financiera cuando deposita en ella su dinero.”

 

De este planteamiento podríamos deducir que hay una gran complicidad social en los problemas actuales derivados de las actividades de la banca; una cuestión de endeble eticidad en los valores colectivos predominantes. “Yo hablaría –puntualiza Melé– de corresponsabilidad. Una banca puede ser ética si la gente quiere que exista. Hasta ahora había una gran ignorancia sobre estas cuestiones, pero la crisis ha hecho que la sociedad vaya concienciándose.”

 

Los valores diferenciadores

 

Queda claro que el entrevistado considera a su banco plenamente ético, conque le pedimos una explicación más detallada: ¿cuáles son los valores diferenciadores con respecto al resto de la banca mundial? Lo cierto es que responde con entusiasmo: “Nuestro criterio principal es que el beneficio no puede estar por delante de las personas y para ello hay unos criterios de inversión diferenciadores. Y una transparencia radical en cuanto al uso dado al dinero de nuestros clientes, hasta el último céntimo. Una transparencia que incluye mostrar nuestros errores; todos nos podemos equivocar y nosotros, si se da el caso, lo contamos.”

 

En la práctica, estas exigencias obligan a ciertas comprobaciones; la cautela siempre debe estar al servicio de la causa: “Antes de conceder un crédito a una empresa –explica el entrevistado– y previamente al análisis financiero de su viabilidad económica, se investiga qué finalidad tendrá ese dinero, desde la consideración de cuál será su aportación a la sociedad. Triodos Bank no se fundó como un negocio privado, con el único objetivo de que sus accionistas acumulen dinero, sino para generar riqueza social.”

 

Otro de los valores diferenciadores de Triodos: la especulación está prohibida. “Solo invertimos en economía real. El banco es un intermediario y debe garantizar que el dinero de la gente sirva para la gente, y para ello es necesario saber dónde se puede invertir y dónde no se puede, combinando siempre criterios éticos y de solvencia.” De ahí que la entidad se haya visto libre de todos los descalabros ocasionados en la banca convencional por la inversión en subprimes, burbuja inmobiliaria, etc. Y ante el escepticismo del entrevistador, a quien se le hace difícil concebir un banco aislado del gran sistema financiero internacional, Melé se muestra tajante: “Somos completamente independientes. Ni captamos ni cedemos dinero interbancario. Tampoco cotizamos en bolsa.”

 

Moderación salarial, pero para todos

 

Otro aspecto distintivo de no menor importancia son las condiciones laborales de los empleados de Triodos Bank. Para empezar, “ningún ejecutivo tiene bonos ni otros incentivos económicos que tanto han contribuido a la degeneración de la banca convencional. Aquí se cobran salarios dignos, sin más incentivo que el propio hecho de trabajar en Triodos. La diferencia máxima salarial dentro del banco es de 9,4 veces el salario bruto, cuando en un banco convencional puede superar las mil veces. Tengamos en cuenta que los estudiosos de la economía del bien común consideran que hasta veinte veces es aceptable.” Y sentencia: “La codicia nunca debe ser un incentivo económico, porque lleva a la destrucción.”

 

La ética es solvente y rentable

 

A pesar del pésimo prestigio de la banca convencional, mucha gente confíar más en un sinvergüenza que en una persona honrada a la hora de buscar rentabilidad para su dinero. Pero los resultados de Triodos desmienten los temores populares a la insolvencia de la banca ética: su ratio de solvencia era muy alto, el 18,3 % en junio de 2014, “cuando en España hay muchos bancos convencionales que raspan el ocho”. Y otro tanto se nos asegura sobre la rentabilidad del banco: según los datos oficiales de la entidad, el año 2013 se cerró en España con un 38 % de crecimiento de balance total. “Tenemos beneficios anuales. ¿Cuántos? Los suficientes para poder seguir trabajando. Nuestros objetivos no son especulativos.”

 

Hará un año que Triodos ofertó sus certificados de depósito, “que están dando réditos por encima del cuatro por ciento, cifra superior a los depósitos de muchos otros bancos. Lo que ocurre es que no podemos decirle al cliente cuánto será ese rédito de un año a otro, porque depende de cuáles sean los beneficios del banco”.

 

¿Un banco autolimitado?

 

Los certificados de depósito convierten el inversor en cuasiaccionista del banco (y decimos cuasi, porque los certificados no son de libre venta en los mercados financieros). Melé aclara que “existe un mercado secundario, circunscrito al ámbito europeo de Triodos. Ahora bien, los derechos políticos de las acciones están limitados, son propiedad de la comisión rectora del banco, precisamente para garantizar la independencia de la entidad; así nadie podrá cambiar los estatutos que definen sus objetivos haciendo uso de su condición de accionista mayoritario”.

 

A la pregunta de si esta política autolimita la capacidad de crecimiento de la entidad, la respuesta entronca de nuevo con las consideraciones éticas que inspiran a Triodos: “Tenemos un modelo orgánico de crecimiento moderado y continuo que depara estabilidad, tranquilidad y seguridad al cliente”, y coincidimos al comentar que los beneficios honrados raramente pueden hacerse de otra manera. “Para nosotros, crecer no es un objetivo, sino un resultado; es decir, queremos hacer las cosas bien para que mucha más gente confíe en nosotros. Y lo mismo digo acerca del beneficio: es un resultado, no un objeto. Incluso tenemos clientes que han sacado su dinero de otras entidades para ponerlo aquí, aun ganando menos. Claro que se pueden obtener inmensas ganancias: si en vez de financiar una empresa dedicada a trabajar con personas en riesgo de exclusión invierto en casinos, gano infinitamente más… ¿a cambio de qué? ¿Dónde está el beneficio social?”

 

Una cuestión candente: los desahucios

 

Triodos Bank lleva diez años trabajando en España. La mayor parte de este tiempo ha centrado su línea de crédito en las empresas, sin ocuparse de los préstamos al consumo. Hace aproximadamente un año abrió una línea de hipotecas para particulares, “cuando creímos que era una necesidad social, puesto que la banca convencional no las concedía”. Así que la pregunta es obligada: ¿Triodos desahucia? Melé lo niega de modo tajante, pero a continuación admite que “no nos hemos encontrado aún con el caso” e insiste en el cuidado que todo banco debe tener a la hora de asumir riesgos con el dinero de sus clientes, una cautela que la banca convencional olvidó durante los años de la burbuja inmobiliaria y que ha provocado el pésimo efecto de traspasar el desaguisado al erario público.

 

Ante la falta de casuística, insisto: dada la situación actual, cabe la posibilidad de que surjan casos de impago de hipoteca…“Tenemos algunas experiencias anteriores, con créditos a empresas, y siempre hemos buscado soluciones, como encontrar para la empresa afectada un socio capitalista o un comprador que pueda reflotar el negocio, o ampliar los términos del préstamo. Si un día nos encontramos con el mismo problema en las hipotecas, será necesario buscar fórmulas imaginativas para solucionarlo”, y prefiere no anticipar recetas milagrosas, aunque, de las barajadas púbicamente hasta la fecha, el alquiler social le parece mejor que la dación en pago, “que supone una pérdida total para el cliente”. Y concluye al respecto: “Ojalá no llegue el caso, pero si uno tiene voluntad de diálogo casi siempre se encuentran soluciones. Con nuestro modo de proceder podemos tener un problema aislado, pero no un problema estructural como el actual.”

 

Economía libre no es hacer lo que a uno le venga en gana

 

El derrotero de la conversación sobrevuela desde cuestiones particulares a generales, así que aparece el tema de la relación entre banca y política. Desde la visión en apariencia tecnocrática –aunque profundamente ideológica– imperante en nuestros días, se preconiza que las esferas económicas –y se ve que las burbujas también– deben estar libres de sometimiento a la política. En este caso, Melé es partidario de la independencia, pero no de la insumisión: “No es sano que el mercado financiero intervenga en política, ni viceversa.” Por ello –y a diferencia de la banca convencional– “Triodos no financia partidos políticos, a fin de mantener tanto nuestra independencia como la de los propios partidos. Hemos colaborado muchas veces con las instituciones, pero nunca con los partidos”. Por otra parte, reconoce que las organizaciones que controlan la actividad económica a nivel internacional, como el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización Mundial del Comercio, Unión Europea, etc., son muy poco independientes y transparentes, e internamente poco democráticas.

 

Vuelvo a la carga: antes creíamos en la omnisciencia de Dios, hoy ese rasgo se lo atribuimos al mercado, como si tuviera conciencia y voluntad autónomas y fuera el gran referente de sabiduría (es una crítica de Mario Bunge a Friedrick Hayeck). La respuesta de nuevo apunta a principios éticos: “No estoy de acuerdo en ese planteamiento. La economía debe ser libre; esto quiere decir que podamos relacionarnos libremente para desarrollarla, con libertad de ideas e iniciativas, pero no que podamos hacer lo que nos venga en gana. Cuando uno utiliza el poder económico o la información derivada del mismo para avasallar a otro o dedicarse a actividades perjudiciales para la mayoría de la sociedad, tiene que haber alguien que lo frene. Y lo mismo cuando simplemente hay un riesgo para terceros. Esa es la función del político, garantizar la paz y el respeto a los derechos humanos.”

 

Antes del estallido de la crisis financiera de 2007, si los gobiernos hubieran cumplido con los acuerdos internacionales de regulación de las actividades bancarias se les habría acusado de estalinistas. Como no lo hicieron, el neoliberalismo les tilda de negligentes. Melé parece confirmarlo cuando sostiene que, hoy más que nunca, “son necesariasleyes de transparencia bancaria y de limitación de la especulación. Este ordenamiento no sería ninguna novedad, se instauró después del crak de 1929, al prohibirse que la banca comercial pudiera especular. La limitación fue eliminada en la década de 1980. De ahí vinieron casos como las subprime, ante las que no hubo una autoridad limitadora. Debería volverse a esa distinción entre banca comercial y banca financiera”.  

 

La especulación es un arma de destrucción masiva

 

Nuestro entrevistado señala que más del 95 % del dinero que circula por el mundo procede de la especulación. Sin embargo, no cree que la aplicación de la tasa Tobin sea una medida eficaz de redistribución hacia la economía productiva o la financiación de presupuestos sociales. “Comparto la exigencia de que se limite e incluso desaparezca la especulación financiera; la especulación es un arma de destrucción masiva. Pero, si no acabamos con los paraísos fiscales, la tasa Tobin no creo que vaya a servir. Insisto en que la transparencia bancaria y una nueva separación entre banca comercial y banca de inversiones serían por el momento más eficientes. Que se sepa cuáles son las entidades bancarias españolas que operan en paraísos fiscales y que la gente les retire su dinero.”

 

“La economía –continúa– no consiste en acumular dinero, sino en cubrir las necesidades de todas las personas mediante las relaciones, el trabajo y la tecnología. Hay recursos para ello, el problema son los propósitos y los valores, y la experiencia nos lo está mostrando.”

 

Dinero público para fines privados

 

Según Melé, en España hay mucho dinero… pero luce muy poco, le comento. Y se explica con un ejemplo: “En diciembre de 2011, antes del rescate financiero y para evitar la crisis crediticia, el Banco Central Europeo inyectó en la banca española entre 130 y 150.000 millones de euros para que mantuvieran el crédito a las entidades; no se hizo así, sino que el dinero fue empleado en la compra de bonos del tesoro español y estadounidense. No se usó debidamente.” En suma: además de provocar la crisis, la especulación bancaria se ha comido el rescate pagado con fondos públicos, además de renunciar a la tarea genérica que tipifica a las entidades de crédito. “Miles de empresas han cerrado en España no porque fueran inviables, sino por carecer de crédito.”

 

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¿Saldremos de la crisis?

 

La salida de la crisis tampoco parece cercana, aunque “cierto cambio hemos notado, como en la demanda de créditos. Para salir de la crisis tiene que volver la confianza, porque ahora está instalado el desánimo. Muchos empresarios que tienen una demanda superior a su capacidad productiva no invierten en el crecimiento de su negocio por simple miedo. Yo intento transmitir confianza y compromiso. También hay que constatar errores gubernamentales, como el del mal trato a las renovables, que estaban creando muchos puestos de trabajo (aunque estoy de acuerdo en una reducción paulatina de las subvenciones). La falta de entendimiento entre los grandes partidos tampoco ayuda a superar este pesimismo”. De todos modos, el entrevistado insiste en que para salir de la crisis hace falta “una conciencia global. Hace diez años, en España estábamos muy contentos, pero millones de personas en el mundo sufrían explotación, y siguen sufriéndola. Hay que cambiar los criterios de sostenibilidad humana y medioambiental, y la tarea va a exigir muchísima información. Es necesaria una epidemia de conciencia.”

 

Melé cita cuatro medidas que le parecen perentorias para la economía española:  “En primer lugar la ya citada ley de transparencia, para que los bancos informen de sus cuentas hasta el último céntimo, y dónde y cómo están actuando; esta ley también sería aplicable a las demás empresas, para saber con qué, cómo y dónde se ha realizado el producto que ofertan, y en qué condiciones laborales (para que no sigan dándose casos de explotación como los conocidos, por ejemplo, en la industria textil asiática). Segunda: limitación de la especulación, a fin de que el dinero vuelva a circular en la sociedad. Tercera: promoción de las energías renovables, dada las posibilidades inmensas del país en esta área. Y cuarta: medidas de eficiencia energética más decididas, que favorecerían la sostenibilidad y crearían puestos de trabajo.”

 

La cuestión catalana

 

La entrevista se realiza en Barcelona, el entrevistado es catalán y en toda España se habla del proceso soberanista en esta tierra, que buena parte de la banca española ha criticado. Así pues, no puedo sustraerme a la pregunta: ¿qué haría Triodos Bank en el caso hipotético de la independencia de Cataluña? “A Triodos no le afectaría, somos un banco europeo y tendríamos nuestra delegación en Cataluña. Simplemente deberíamos tomar las medidas de adaptación a la nueva situación jurídica y administrativa”.

 

En cuanto a las consecuencias económicas de la independencia, a nuestro entrevistado le parece una cuestión harto compleja e imprevisible en su totalidad. “Dejando aparte ideologías y sentimientos, incluso en el caso de que se celebrara la consulta y ganara la opción independentista, creo que la separación sería un proceso a muy largo plazo, debido a lo estrecho de los lazos económicos. Esta dificultad es reconocida incluso por personas que defienden públicamente el derecho a decidir y la secesión. Me parece imposible discernir con exactitud el reparto de los gastos, ingresos, bienes, etc.”

 

El poder del dinero… de la gente

 

España es actualmente el país donde más crece Triodos. “Llegó tarde, con veinticinco años de retraso, pero la reacción de la gente ha sido espectacular. Tenemos unos 170.000 clientes.”

 

El subdirector general de Triodos atribuye este éxito a que “estamos viviendo un cambio general de conciencia, del que la economía no puede permanecer apartada.” E insiste en el tema del empoderamiento, preconizando una suerte de justicia popular a través de los hábitos de consumo e inversión: “Afalta de esas leyes, el ciudadano tiene mucho poder, porque el banco vive de su dinero. Cada día votamos con nuestro dinero, como cuando compramos un producto de comercio justo u otro que se ha fabricado sometiendo a las personas a condiciones laborales infrahumanas. Nosotros decidimos, y elegir un banco en este momento es fundamental, tanto para los particulares como para las empresas. ¿Podemos ser pacifistas y tener nuestro dinero en un banco que financie el tráfico de armas? Nadie puede cambiar las decisiones del Fondo Monetario Internacional, pero podemos contribuir a la creación de otro tipo de organismos bancarios. Abusan porque les hemos dado el poder de nuestro dinero sin ninguna condición, y en la medida en que la ciudadanía tome conciencia de ello los gobiernos también podrán actuar más.”

 

Comento a Melé que Triodos hace política; no partidaria, pero teórica y práctica. Y confirma: “Hacemos que los ciudadanos de la polis estén mejor. Es una forma indirecta de hacer política: queremos influir en la gente para que invierta y gaste su dinero en productos ecológicos, a ser posible de cercanía; en energías renovables; en el comercio justo. Promovemos las donaciones de parte de los beneficios de nuestros clientes. Esta actitud cambia la vida de todos. El nuevo poder mundial es la conciencia de la gente que quiere un mundo mejor.”

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