El tigre embrujado por la belleza… Este es el tema de una vieja historia. Pero debe considerarse que la que puede ser relatada, acerca de Adolfo Hitler y del repentino interés que demuestra por las lindas bailarinas de Estados Unidos, es infinitamente más interesante.

Los escépticos tienen la malicia de decir que el canciller alemán trata de captarse el favor de los yanquis. ¡Es bien extraordinario que el gran hombre aplauda a las encantadoras Americanas! He aquí la interesante historia de la pequeña Marion Daniels, que fue llamada desde Cannes, en la Riviera Francesa, para que ejecutase danzas acrobáticas ante Hitler en una fiesta especial que él ofreció. Hitler proveyó un aeroplano rápido para transportarla a través de los Alpes desde Cannes a Múnich, y para devolverla al Casino de Cannes al día siguiente. La madre de la bailarina la acompañó en esta extrema excursión.

Después de una aparición en un music-hall de Múnich, Hitler invitó a la pequeña Marion a que mostrase sus habilidades en una fiesta privada en el Künstlerhaus o club artístico. En la alegre reunión se hallaban presentes el mariscal Hermann Goering y el ministro de propaganda Joseph Goebbels. Pero fue Hitler quien dirigió los aplausos. No era esa la primera vez que Hitler admiraba a la muchacha californiana y su baile acrobático. La había llamado pocas semanas antes para asistir a otra reunión nazi. En ambas ocasiones le regaló enormes ramos de claveles rosados.

Enseguida voy a contarles algo más sobre Marión Daniels, pero antes permítanme que les recuerde la aventura de Miriam Veme, que es una bailarina americana de ballet. Se presentaba en una revista musical de Berlín, en el Metropol, cuando el canciller Hitler ordenó que representase para él. Más tarde la joven apareció en una fiesta ofrecida por Goebbels. Después del primer encuentro, Hitler regaló a miss Veme una cruz svástica de oro. El nombre verdadero de Miss Veme es Myriam Veme Staley y procede de Darmont, un suburbio de Pittsburg. Miss Veme actuaba en una revista del New York Paradise Restaurant, y tomó parte también en una o dos revistas de Broadway. Cuando el lector se entere de todo esto, probablemente otras bailarinas americanas brillarán en el cielo de Berlín.

¿Cómo reacciona una muchacha americana ante todo esto? Volvamos a Marion Daniels y dejemos qué la pequeña rubia nos cuente su historia. “Cuando terminé, vi que Hitler y sus acompañantes aplaudían con entusiasmo. Después de la función fuimos al Künstlerhaus. Hitler estaba en una mesa próxima y dijo algunas lindas cosas en alemán… Por lo menos, me resultaron lindas a mí, después que las tradujeron… El intérprete afirmó que el canciller había dicho que el movimiento de mi cuerpo y de mis piernas era gracioso. Adolfo Hitler es uno de los más encantadores hombres que he conocido. Después de bailar, el Führer me entregó un magnífico ramo de claveles rosados y violetas”.

Miss Daniels recibió unos cinco mil pesos en concepto de honorarios. Además, por supuesto, los viajes de aeroplano gratis. La bailarina escribió a su padre, que se encuentra en California, lo siguiente: “Anoche… Herr Hitler visitó el teatro en que yo bailo… Después de la función fuimos a cenar y Hitler y los ministros del gobierno estaban allí. Hitler se levantó, me dio la mano y me felicitó por el baile…” “Esta mañana recibí un gran ramo de violetas y de claveles rosados. Eran de Hitler. Me siento muy orgullosa. Con las flores venía una gran cinta de “tafetas” rojo, una tarjeta con su firma y un hermoso emblema del país”.

¿Habrán despertado, realmente, las bailarinas americanas el interés del famoso líder a quien se ha descrito tantas veces como un asceta, como hombre frío y enemigo del sexo opuesto? ¿Es posible que una bailarina pueda cambiar el curso de la historia? ¿O será una combinación ideada por el ministerio de propaganda para captarse la simpatía americana? De todas maneras, Miss Daniels apareció en todos los periódicos del mundo y se convirtió en el centro del interés político y noticioso. La joven nació en Stockton, California, el 8 de septiembre de 1919. Su nombre completo es Marion Claire Daniels. Su padre, Fred E. Daniek, es propietario del hotel Weber, en Stockton. Marion baila desde que tenía cuatro años. En noviembre de 1937, fue al Este, representó en los grandes teatros y luego pasó a Inglaterra y al Continente.

*Publicado en ‘Caras y Caretas’, Buenos Aires, 17/06/1939.

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