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Cercano a los 80 años de edad sigue rodando y nos llega ahora la última película de W. Friedkin, si, el de El exorcista y el de The french connection. Es una película de 2011, y la anterior, de 2006, no ha tenido distribución en España. Cine negro en estado puro, extraído de una obra de teatro y encerrado en el mundo de las ambiciones humanas, las más bajas y las más ruines, el film mantiene el poderoso estilo visual del director, uno de esos “artesanos” del cine, cuyas películas puede que no se consideren obras maestras pero que, en ningún caso, pueden llamarse decepcionantes (pocas películas producen tanto miedo vistas en el cine a oscuras como El exorcista). La historia gira alrededor de una familia, los Smith, cuyo apellido ya denota que no es el glamour precisamente lo que les va a caracterizar. En una especie de caravana viven el padre (borderline, de escasas entendederas, primario y básico, Thomas Haden), su nueva compañera (la lista de la película, manipuladora y traicionera, Gina Gerson) y la hija del padre (Juno Temple, débil mental, atractiva e infantil, custodiada en una madriguera ajena a los peligros de la vida real, pero ni de esos podrá escapar). A esa casa llega el hijo (Emile Hirsch, buscavidas, pequeño narco en graves problemas por impagos y pérdida de alijo, perseguido por un dealer dispuesto a perder la inversión pero a lanzar un mensaje al resto de camellos, y de paso manteniendo una relación entre protectora y sexual con su hermana) . En este mundo de necesidad, falta de dinero y falta de principios, el hijo propone al padre contratar a un asesino a sueldo que mate a la madre que no vive con ellos y de la que nadie guarda un buen recuerdo, cobrando a cambio la póliza del seguro de vida cuya beneficiaria es la hija, repartiéndose el dinero con el que unos podrán disfrutar algo de la vida  y otros saldar sus deudas. Aquí entra en escena Killer Joe, Joe Cooper, (Matthew McConaughey, estupendo en este papel y muy creíble), policía de día y asesino a sueldo cuando toca, que exigirá el pago por adelantado de una parte sustancial de su tarifa, algo que excede de las posibilidades de padre e hijo, quienes no dudarán en aceptar la proposición de anticipo que les hace Joe, el anticipo será la hija, con la que se acostará mientras no cobre el importe del servicio. Como dice el otro, hasta aquí puedo leer para no desvelar la trama y el resultado final de este desalmado plan, lo cierto es que ni la póliza estará a nombre de la hija, ni la nueva pareja resultará ser de fiar, desvelándose todo en una poderosa escena final con Joe de eje central, de una violencia inusitada y que incomoda a cualquiera, manteniendo ese ritmo tan característico de las mejores películas de Friedkin, manteniendo en vilo al espectador que desea conocer el resultado final de la trama con el agravante de que no puede sentir aprecio por ninguno de los personajes, ya que todos y cada uno, hasta los más débiles, conservan rasgos que les hace merecedores de castigo, Un buen reencuentro con Friedkin, marcado, eso si, por los designios inescrutables de la distribución en España, visible en plataformas digitales desde hace unas semanas, puede que, llegada la fecha programada para su estreno en salas, alguien se arrepienta y considere que este cine no vende y no es atractivo. Allá cada uno con su crisis.

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Director: William Friedkin

Guión: Tracy Letts

Reparto: Matthew McConaughey, Emile Hirsch, Thomas Haden Church, Gina Gershon, Juno Temple…

Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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